EVITA |
Y el pobrerío se quedó sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a París rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio….
Huérfanos…. Silencio….
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia,
Y Antonio
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte más muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana…………..
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lágrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó
No descanses en paz, alza los brazos,
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.
Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, Loca
que arrebató el poder a los soldados.
Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
Desconocía este poema. Y se sabe de la sinceridad de María Elena Walsh cuando decía; fue una de las causas por la que además de admirada fue para muchos polémica. Gracias por este aporte
ResponderEliminarMaria Esther Martinez
Lástima que Evita no recibiera en vida la adhesión de estos personajes "autoexiliados", Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarLa autora del poema reconsideró su posición -este poema que no conocía me lo prueba-, peor es el caso de otra poeta que se fue en plenos tiempos macabros haciéndose pasar HOY por exiliada, heroína de papel, para deslumbrar a las MADRES que perdieron sus hijos.
ResponderEliminarOtra sorpresa, no conocía el poema.
ResponderEliminarIrene
Y este poema? Raro que no sea más conocido, más tratándose de Evita. Muy bueno.
ResponderEliminarIris Valle
Una nueva perlita de esas que Artesanía nos ofrece asiduamente. Reconozco que tampoco conocía este trabajo, en esta ocasión un doble homenaje para Evita y María Elena.
ResponderEliminarLily Chavez
porque muchos ojos
ResponderEliminarlloraron tu silencio
y muchas manos
arrodillaron tus lágrimas
alba estrella gutiérrez