domingo, 16 de enero de 2011

ALLEN GINSBERG -- un supermercado en california



Cómo he pensado en ti esta noche, Walt Whitman,
mientras caminaba por las callejuelas, bajo los árboles,
con dolor de cabeza, ensimismado en la contemplación
de la luna llena.
¡En mi hambrienta fatiga, y para comprar imágenes,
entré en el supermercado de frutas, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué duraznos y qué penumbras! ¡Familias enteras
comprando de noche! ¡Pasillos llenos de maridos! Esposas
en las paltas, bebés en los tomates!; y tú García Lorca,
¿qué hacías allí, junto a las sandías?
Te vi, Walt Whitman, sin niños, solitario viejo harapiento,
hurgando entre las carnes en el refrigerador, y
mirando a los muchachos de la carnicería.
Oí las preguntas que le hacías a cada uno de ellos:
¿Quién mató las costillas de cerdo? ¿A qué precio las
bananas? ¿Eres mi Angel?
Anduve alternativamente por las brillantes pilas de
latas, siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el
policía del negocio.
Juntos recorrimos los abiertos corredores de nuestra solitaria
fantasía, probando alcauciles, gozando de cada una
de las heladas golosinas,
y sin pasar nunca por la caja.
¿A dónde vamos Walt Whitman? Las puertas se cerrarán
dentro de una hora. ¿Hacia dónde apunta tu barba
esta noche?
(Toco tu libro, y sueño con tu odisea en el supermercado
y me siente absurdo.)
¿Caminaremos toda la noche por las calles solitarias? Los
árboles añaden sombra a las sombras, las luces de las casas
se apagaron, nos sentiremos solos.
¿Pasearemos soñando con la perdida América del amor
al lado de automóviles azules en las carreteras, camino
hacia nuestra silenciosa casita?
Ah, padre querido, barba gris, solitario y viejo maestro
del valor,
qué América tuviste cuando Caronte dejó de impulsar
tu barca y tú descendiste a una humeante orilla observando
cómo desaparecía la balsa sobre las negras aguas
del Leteo?

(Trad. de W. Shand y A. Girri)

1 comentario:

  1. A cuántos ha inspirado el gran Whitman!

    Muy buen texto!

    María Esther Martinez

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