¿Cómo amar entonces sin comunicarse?
Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.
Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinás de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano."
Rescato mucho la narrativa de Benedetti. No se conoce tanto como su poesía y es una pena. No voy a quedarme con la sonrisa que me dejó el final del cuento. Hay más profundidad en el resto, mucho más para interrogarnos. Excelente publicación, gracias.
ResponderEliminarLily Chavez
Como Liliana, pienso que no es un cuento simple, hay muchas lecturas que hacer.Y...por algo era un grande, ES
ResponderEliminarIrene.
Para amar hay que comunicarse. En la literatura de Bendetti, hasta en las cosas más banales, hay siempre un sentido profundo.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
La maestría de Benedetti nos ofrece en pocas palabras un claro sentido de vida y nos ayuda a cruzar de orilla hacia el otro, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEs un grande este Benedetti, su prosa y su poesía son imperdibles.
ResponderEliminarGracias, gracias.
amelia
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ResponderEliminarA sido una gran idea de parte de M. Benedetti, pero quien es tito monterroso?
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