domingo, 30 de enero de 2011

CARLOS ARTURO TRINELLI - conferencia


                                       
                                                                              
La fama es horrible porque depende
                                                    del juicio                                                                              de los demás” Séneca.

Superé los sesenta años virgen. Virgen de fama. Demasiadas y extensas teorías hay sobre la fama casi todas desarrolladas por los famosos.
Yo tengo mi propia teoría, todos hemos tenido un instante de fama más no sea post-mortem (si los deudos llevaron adelante el velorio). No es ésta fama familiar el motivo de éstas disquisiciones. La fama a la que quiero referirme es la fama por lo que uno hace, en mi caso, la literatura.
Algún premio, alguna publicación, alguna entrevista ¡es poco a mi edad!
Cuando los Amantes de las Letras de la sociedad de fomento del bajo Boulogne me convocó para hablar de narrativa, acepté. Sabía desde ese momento que el tono de lo que iba a decir dependería del grado de alcohol en sangre. El carácter más o menos grave de los dichos a verter, no me interesaba, la calidad es el respeto al pueblo decía el Che y pueblo al fin, literato y beodo, no estaba dispuesto a igualar hacia abajo..
     El presupuesto asignado al conferenciante consistía en un remise ida y vuelta, choripan y vino libre propuesta tentadora si le agregaba que con seguridad alguna gorda de pocos dientes regresaría conmigo en el remise. Ay, la fama produce verdaderos milagros..
     En letras tamaño catástrofe imprimí en un locutorio las ideas a desarrollar, quería evitar llevar las gafas con el consiguiente riesgo de extraviarlas o que algún escritor marginal me las robe, es decir, me las confisque, porque confió en los pobres y justifico la necesidad.
     El sábado previsto para la charla me pasó a buscar un auto despintado. La puerta de atrás no abría y el conductor, con desdén, me indicó que subiera adelante.
     El hombre era uno de esos sin rasurar y con palillo en la boca, un meñique de uña larga para acceder a la cera de las orejas y la suficiencia del que todo lo sabe. No intenté hacer la amistad a pesar de que un Cristo con la camiseta de Boca aseguraba, colgado del espejo,  que Dios es de Boca. Yo también.
     Llegué a una zona cubierta de niebla con aroma de choripán, morcipán y vacipán, todos de la familia pan. Unos morenos de pelos largos atronaban desde una tarima la cadencia repetida de la cumbia vernácula con letras poéticas del estilo: bajate la bombacha que te marco como a una vaca / no te vayas de raje antes de que la leche se cuaje, erotismo y metáforas que producen el arte marginal.
     El festival era en la calle, la disertación dentro de la sociedad de fomento “Oíd mortales”.
     Supongo que deben haber tratado que el conferenciante fuera Piglia pero como seguro no pudo asistir el honor recayó en mí. Con la mística militante de ocupar espacios acepté sin hesitar y además, confieso, pensé, entre beber solo en casa y en compañía de personas amantes de las letras podía mediar un océano...de alcohol y gratis.
     En el salón de fiestas siete u ocho personas se impacientaban en la espera. Sumados a las siete u ocho personas de la comisión mi auditorio superaba las diez almas con creces
     Comenzaron las presentaciones, habló el presidente de la sociedad, fue breve y el concepto sobresaliente estuvo referido a la búsqueda de la solidaridad entre iguales para construir una cultura popular. Enseguida cedió la palabra al secretario de cultura quien se definió como un ex cantor de tangos y amante también de las letras, lector contumaz de Julián Centella. Después habló la presidente de la comisión Amantes de las letras, recitó Yo en el fondo del mar de Alfonsina Storni y arremetió con un panegírico sobre mi figura  para cerrar como un anunciante

         de boxeo :-Con nosotros Enrique Loootris-ki. Estiró la o y silabeó el final de mi apellido.

     Frente a mí el micrófono y los acoples, un vaso plástico con vino tinto renovable y la expectativa del público.
-¿Quién de ustedes como amante de las letras embarazó a la d minúscula? Silencio. El chiste no fue comprendido. Entré de lleno en tema.
-El arte es un problema de amor, si queremos conocer la posición del artista debemos preguntar ¿ de qué está enamorado? Cultura y saber es algo muy ligero y ambiguo. Al mofarse la vida de la razón es que se inventan teorías imposibles de pensar para encuadrarlas en la razón. En consecuencia, cuanto más inteligente se es más estúpido. Las teorías más disparatadas salen de ésas cabezas, no de los trabajadores y marcan el rumbo de un arte que se derrama de arriba hacia abajo. Entonces el arte se convierte en la visión heredada del arte.
     Mis lecturas de Gombrowickz me habían marcado para siempre y también lo dije en un intento por provocarlos. Conté anécdotas sobre escritores consagrados y con respecto a los talleres literarios dije:-Todos aquí sabemos escribir más no sea la lista de los mandados, renunciemos a aprender a escribir con la estética dominante sino el arte jamás será subversivo. Las situaciones a escribir son siempre las mismas hagámoslas independientes de la visión que el canon espera, démosle la visión de los de abajo.
     Me aplaudieron de pie.
     Seguí:-Practiquemos el nihilismo y la anarquía para la creación, seamos auténticos pero embaucadores. Arlt triunfó más allá de sus valores literarios por ser auténtico.
     Me di cuenta que los ejemplos no funcionaban y deambulé por los conceptos de la soledad del creador, la inseguridad como requisito no contaminante de la obra y terminé con un brindis.
     Ojitos desorbitados de bebida y porro me rodearon con aliento a chimichurri. Me quedé con una cuarentona delegada del sindicato de meretrices transexuales y mi chofer sabelotodo nos llevó a casa para transgredir las artes amatorias.  ●


     

9 comentarios:

  1. Realmente buen escritor sos che Trinelli.
    Cada vez.

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  2. Ja Ja Trinelli, sos un genio!
    Pero como figura me queda una gran verdad-para mí- hay que renunciar a los estilos de moda , hay que encontrar su voz, sino como dice el arte jamás será subversivo. Y de eso se trata de subvertir la realidad.
    yo tambíen te aplaudo de pié.
    amelia

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  3. Si bien puede conocerse, en la frase de Séneca falta la palabra juicio
    Saludos
    Adriana

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  4. Es una excelente parodia de actos literarios en los que la altanería de alguna gente corre pareja con la altanería de conferenciantes que participan de eventos mirándose a escondidas en un espejito de mano. Enrique Lotriski, abandonado por el "Baviera", se refugia en esos peringudines culturales reemplazando a Piglia.
    Tu imaginación se despega y brinda conferencias. Impagable...
    abrazos, CAT.
    andrés

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  5. Ojalá te sigan invitando a vos o a Lotriski a más conferencias así. Estaría bueno para incluirlo como sketch en El Galpón de Catalinas de la Av. Benito Pérez Galdós 93 de la Boca. Por ese Club Social y Deportivo EL FULGOR ARGENTINO pasa toda la historia del país. Supongo que seguirá. Yo lo vi hace mucho tiempo. Fue un proyecto fantástico. Muy bueno lo tuyo. Lo disfruto .
    Cristina

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  6. Me sentí identificada con Enrique Lotriski, medio sufrí, medio reí, aunque el cuento se lee como un tobogán.
    Todavía quedo sin poder responderme a mí misma, y por eso dejo la pregunta a Enrique Lotriski:
    Cuando uno escribe, a qué debe serle fiel ¿ a uno mismo, a la literatura o al posible público o lector?

    Saludos.

    MARITA RAGOZZA

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  7. El conferenciante, acicateado por el tinto, diserta frente a los verdaderos hacedores de la cultura. Demostrando que el provocador aroma a choripan y el vino no desentonan en absoluto con la literatura. Muy buena ficción, bien ceñida al Concepto de ficción.
    Ernesto Ramírez

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  8. Trinelli, usted es genial, lo sabe no?

    Lily Chavez

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