GIANNI SICCARDI ■ entro en la vieja casa
(poema perteneciente al libro inédito Palabras sueltas.)
La casa bosteza su pasado
en el lamento de los tatuajes del techo
grietas que guardan las miradas furtivas
de sus antiguos habitantes.
Crepitan las historias oxidadas de los muertos.
en la memoria de la casa
sus risas grotescas
sus estériles agravios
que entran y salen
de la cárcel de las habitaciones
sus fugaces deseos repentinos
a media luz
que nunca se jugaron la vida.
La sombra mezquina
de sus minúsculas batallas
sube lentamente por las paredes
y una gelatina de humores sombríos
avanza con un gemido amenazante
y se apodera
de las secretas cicatrices de los zócalos
del silencio pudoroso del placard.
Los gritos de la casa
sus alcobas inconfesables
aparecen de pronto en sus cerraduras trabajosas
en sus espejos
atiborrados de caras desconocidas.
Y esos aullidos amordazados
que interrumpen la noche
¿Son los llamados paganos de los vencidos
antiguos habitantes
o los desvaríos de la casa
y su vendaval de ausencias?
¿Y ese rumor de ropa tendida?
¿Ese olor suculento a guisos?
¿El golpe de viento en las ventanas ajadas
y el arrastrar de sillas en el piso indefenso?
¿Y la música gangosa de una radio
que todavía se queja de sus achaques?
Estas habitaciones
me echan en cara su pasado irreparable
sus trabajos para sobrevivir
a tantas historias
y muecas y diálogos fracasados
y pequeñas traiciones domésticas.
El centro de las habitaciones
donde se palpan
los cuerpos enredados de los amantes
y sus asfixias y ceremonias y delirios
sus gestos demenciales
sus respiraciones de náufragos
sus besos a la deriva
la celebración de la eterna fogata
donde crecieron los sexos
y se abrazaron.
Palpo sus suspiros desgarradores
que iluminan toda la casa
y la casa se estremece
con una alegría insensata.
¿Merezco este lugar
estas paredes?
¿Podré sobrellevar los excesos
de los desconocidos antepasados?
¿Podré ser el legítimo heredero de esos años?
Extranjero
advenedizo
intruso
extraño
usurpador.
Entro al baño
y veo a sus mujeres
que enjabonan sus cuerpos sagrados
detrás de la cortina.
Ahora
la exactitud de los gestos rápidos
de la eficaz mujer solitaria
que verifica con mirada higiénica
el trabajo de sus manos asépticas
sobre el mapa de su piel.
Ahora
La lentitud de esa otra que adormece
los rincones más redondos de su cuerpo
bajo la sensualidad de la lluvia caliente
y se demora en ese refugio
que le oculta el mundo
y el jabón encuentra
entonces
su verdadera naturaleza
de espuma soñadora
de crema voluptuosa
de miel reparadora.
Salgo a la libertad del patio
y las voces de los chicos
se me suben a los hombros.
¿Serán ahora ancianos
abuelos
penosos jubilados
acortando las tardes frente al televisor
o inventando el pasado
con sus débiles voces quejosas?
¿Por qué dejaron la casa?
¿Por qué permitieron
que el intruso que soy atravesara la puerta?
¿Nacieron aquí?
¿Murieron aquí?
¿Escribieron aquí cartas de abandono y desasiento?
¿Sonó el teléfono para destrozar sus lágrimas?
¿Amaron hasta la extinción de sus cuerpos?
Permiso.
Déjenme entrar.
Soy el nuevo ocupante de la casa.
Este poeta cuya poesía leo con tanto interés es muy buena y agradezco a la revista y a Ofelia Funes que la difunde, de otro modo no hubiese conocido al autor.
ResponderEliminarAndrea Casas
Uh, dice tantas cosas importantes la poesía de Siccardi, también para mí fue un descubrimiento encontrarlo en la revista y la he leído en grupos de amigos."La casa bosteza su pasado," no hay objeción con eso.
ResponderEliminarLily Chavez
Gianni afirmaba que se podía escribir y leer un poema con el cuerpo, y añadía: "esto posibilita eludir la penosa obligación de ser inteligente". Quizás sea esta la razón de la carga de sensualidad y emoción que surge de sus imágenes poéticas.
ResponderEliminarGracias Andrés Aldao por este placer.
Ofelia
Más de Gianni, un placer inmenso, un poeta con todas las letras
ResponderEliminarMariano Lazarte
Arriba Junín
EXCELENTE, ENTRAÑABLE SICCARDI
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