Me propuse cuidar niños y enseguida me contrataron. Claro que estos trabajos no duran mucho tiempo, los niños crecen, los padres cambian de empleo o se mudan a otra ciudad. O sea, que al cabo de algunos años me encontré con que ya había conocido a varias familias de los alrededores. Y eso es raro, ¡muy raro!
Es anormal entrar a una casa ajena, descubrir sus costumbres, sus pequeños defectos, sus mentiritas, los cajones revueltos o la ropa desordenada tirada en el suelo…
Por su edad los padres de los niños podrían haber sido mis hijos. Y entonces me pregunté ¿qué debo hacer cuando descubro macanas garrafales cometidos por falta de experiencia, estupidez, desidia o pereza?
Decir que les molestan mis observaciones es muy poco: ¡las odian! En seguida tratan de justificarse, de demostrar que lo que ellos hacen es lo mejor, lo más sano, educativo y razonable…
Opté por callarme. Ya no digo nada que no sea vital para la salud o el bienestar de los niños. Y esto también con mesura… pues los padres se sienten cuestionados aún en el caso de que sus hijos hayan contraído paperas…
Entro por primera vez a una casa. Después que los niños han comido, se han bañado y duermen pacíficamente me siento a leer, pero estoy intranquila, voy a verlos, los tapo, los acomodo, no me puedo concentrar... Los veo dormir, confiaron en mí, me permitieron darles de comer, bañarlos, acostarlos… ¿Cómo es que sin conocerme han sabido que no les haré daño? ¿Cuándo el ser humano empieza a dudar, a temer, a odiar?
¿Por qué aceptan mi cariño, mi cuidado? La niñez es uno de los errores de la naturaleza: deberíamos nacer con un 80 por ciento de preparación para la vida, como casi todos los mamíferos. Ser inocente, desvalido, ingenuo, indefenso y no poder sobrevivir sin ayuda es muy peligroso, sobre todo en estos días…
Sé que los padres son muy jóvenes, que aún tienen mucho por delante, que todavía no saben qué les ocurrirá de bueno y de malo en la vida, pero sigo con este trabajo porque pienso que algo bueno les doy a los pequeños y que no defraudaré su confianza en mí.
A diferencia de los empleos que tuve hasta que me jubilé –siempre en oficinas, con papelerío y con jefes que sufrían de delirio de grandeza- los niños a los que cuido me reportan un beneficio inesperado. Si sus padres supieran lo que disfruto charlando con los más grandes o jugando con los pequeños, creo que me propondrían trabajar gratis….
Y es que los chicos, por lo menos hasta cierta edad, no tienen trabas y dicen lo que piensan, sin cálculo de beneficios. Ya sé… ya sé que no es nada nuevo lo que digo. Por algo hasta los mas feroces torturadores aman a los niños o por lo menos eso es lo que dicen. Gente que no se preocupa por nada, cuando se entera que hay lugares en los que niños de 8 años ya trabajan o son prostituídos, llora a mares.
Pero yo no hablo de ésos. Aunque también los que yo cuido sufren solos en sus cuartos llenos de juguetes.
Ningún padre se siente culpable porque los juguetes estén minuciosamente ordenados en el cuarto y nadie juegue con ellos. Que los niños cuando vuelven del jardín o la escuela de jornada completa a las cuatro o cinco de la tarde, se tumben sobre un sillón y solo quieran ver TV. De todas maneras, en las fiestas apropiadas, en los cumpleaños y en el Día del niño éstos reciben nuevos juguetes que van a sumarse a los que ya tienen y que serán destrozados o abandonados al día siguiente.
Bueno, me fui del tema, que era mi trabajo. Ya no recuerdo cuál era el quid de la cuestión, sobre qué quería escribir…
En realidad no tiene importancia, si durante toda mi vida no hubiera logrado nada, aún me sentiría contenta de que Marito, el nene de 4 años a quién le mostré la luna y las estrellas en el cielo de los atardeceres de verano, me haya dicho dos años después, al encontrarnos por la calle de casualidad: Sabés, todavía miro la luna y las estrellas como me enseñaste! ■
Dicho con simpleza, no hay mejor forma. Hermoso.
ResponderEliminarIrene
Todo trabajo es una forma de entrega. Me emocionaron las últimas palabras del relato Ester. Ahi está la cosa, quienes hemos tenido que dejar nuestros hijos a cargo de otras personas,lo hicimos cruzando los letros, como en todo hay buenos y malos trabajadores, eso esta sustentado en lo que es como persona.Mis hijos todavía recuerdan con mucho cariño a determinas empleadas pero otras, dejaron mucho que desear. Es un trabajo muy digno el tuyo y mucho más difícil que otros, aquí cuentan los afectos, el cuidado, no se trata de cosas, sino de personas, de niños en ocasiones y lo que rompe en ellos no se repara. Gracias por esto que puede ser un relato simple pero para muchos, una lección para mirar con detenimiento.
ResponderEliminarLily Chavez
Dos cosas, primero me sacaron una hermosa sonrisa tuya aunque en una foto algo esfumada.
ResponderEliminarSegundo, que ternura hay en el relato!!! Y que conocimiento profundo de la cotidianidad y el famoso "orden" internalizado, en una casa, en un pueblo. Gracias Ester
amelia.
" La infancia es una fiesta en que los niños son traicionados" . Más que nunca en esta sociedad pareciera que así lo fuera. No echo culpas.Pero es una etapa de la vida donde la agudeza y la inocencia se conjugan como en ninguna otra edad.
ResponderEliminarRelato tierno, real y que también interpela al adulto. Felicitacioens, ESter.
MARITA RAGOZZA
HOLA ESTER FELIZ 2011 PARA VOS Y LA FAMILIA.
ResponderEliminarTAN ACTUAL TU RELATO, HOY DONDE LOS NIÑOS SON MALTRATADO, DE TODAS LAS MANERAS IMAGINABLES. Y LA INOCENCIA NO SOLO DE ELLOS, TAMBIÉN DE SUS JÓVENES PADRES TAN BIEN DESCRIPTA, EN CUANTO HACE AL DEJAR SUS HIJOS EN MANOS CASI DESCONOCIDAS. ME LLEVÓ A OTRAS ÉPOCAS DONDO YO TAMBIÉN DEJABA A MIS HIJOS EN MANOS DE PERSONAS RECOMENDADAS PERO POCO CONOCIDAS. HOY ES UN LLAMADO DE ATENCIÓN.
ME GUSTÓ EL LENGUAJE LLANO, CASI COMO SI ESTUVIÉSEMOS MANTENIENDO UNA CONVERSACIÓN. TE MANDO MI AFECTO. MARTA COMELLI
En ocasiones no queda otro remedio, y se debe confiar en que los niños tienen su "ángel de la guarda". Mi madre durante un año a partir de nuestro nacimiento no trabajó, contamos con el estímulo de la leche materna,del amor, pero después las distintas circunstancias como le pasó a Marta y a otros miles de mujeres había que salir a trabajar fuera de la casa y si bien después mi madre decía que algunas de quienes nos habían cuidado no eran tan buena, ni mis hermanos ni yo tenemos algún recuerdo feo que nos haga pensar que no fuimos bien atendidos. Es un tema difícil, la simpleza del relato de Ester de todos modos, hace reflexionar. Feliz 2011 Ester.
ResponderEliminarAndrea Casas
El relato es coloquial, el tema no es sencillo y Ester hace gala de un agudo sentido de observación así como de una gran ternura, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarUn relato que expresa con gran sensibilidad la experiencia de estar en contacto directo con el mundo de los niños y más aún: con la delicada tarea de estar a su cuidado,lo que a su vez constituye un privilegio ya que nos permite volver a palpar el gozo de la inocencia.
ResponderEliminarGracias Ester,por tan tierno relato.
Un abrazo, Juany Rojas
Exelente relato de la vida moderna... Una habitación llena de juguetes ¿justifica la ausencia de padres? Una pregunta cotidiana de los abuelos de hoy...
ResponderEliminarRoberto
No sé si lo justifica o no,(contesto lo de Roberto) sólo sé que es una realidad. Lo vemos todos los días, si la mujer no trabaja no alcanza. Otra situación donde sí me haría la pregunta es cuando se tiene para esa habitación llena de juguetes. En cuanto al relato la señora Ester tiene una ternura que debe ser parte de su personalidad, todo eso se traslada siempre a sus relatos. La felicito. Y siga haciendo su trabajo, brindando afecto,tan necesario, tan humanamente necesario.
ResponderEliminarPedro Altamirano
Comparto lo que dice Pedro Altamirano. La ternura, el sentimiento, la capacidad de meterse en el otro aflora en todos los relatos de Ester.La narradora aquí es muy discreta. Quizás ve cosas que los padres no ven pero son muy jóvenes y pertenecen a otra época. Hay una sola forma de contrarrestar lo que no puede decir: enseñarles a mirar diferente , en este caso la luna y las estrellas.
ResponderEliminarMuy bueno
Cristina