Caminé por lugares que no conocía sin sorpresa alguna. Tampoco me sorprendió que Gregory Peck me saludara en la puerta y se fuera caminando sobre las huellas de mis pasos. Entré en la casa sin anunciarme. La decoración me pareció ecléctica. Apenas me vio, el hombre llamado Ernesto bajó de una tarima en donde escribía acodado en un atril. Me extendió una mano gruesa y estrechó la mía.
-Pase amigo, venga, vamos a sentarnos.
Me acomodó una silla, trajo bebidas (güisqui) para los dos como dando por hecho que yo bebería con él. Noté que se hallaba ansioso por hacer un recreo y me lo confirmó al decir que no tenía apuro en terminar de escribir y que por ello había tolerado a Peck un rato. Observé su aspecto, camisa blanca, pantalones caqui, el pelo revuelto y la barba prolija y blanca como la camisa. El rostro cuadrado y un andar macilento le conferían la imagen de rudeza que tenía de él.
La cara delataba la trayectoria de un amante de la vida al aire libre. Manchas marrones que afloran con los años por efecto del sol apenas podía ocultarlas con la barba.
La profundidad de las arrugas en la frente, los pómulos y cuello parecían las puñaladas que tan bien describiera en su personaje Santiago
Le pregunté sobre qué escribía, se encogió de hombros y alegó un enigmático no sé.
Bebimos y volvió a servir en los vasos, él puso soda en el suyo y me dijo su método de bebedor:-El primero puro, los que vengan con soda ¡salud!
-¡Salud! Respondí y luego decidí imitarlo y puse soda en mi vaso.
Comenzó a hablar:-Uno debe comprender a sus personajes y tener sobre ellos una visión inaudita de sus posibilidades.
Asentí con la cabeza y dije:-Jugar a ser Dios.
-Tal vez, puede ser si creemos que Dios se dedica al amor y a la muerte. Yo pienso que un hombre puede ser destruido pero nunca vencido.
Creí recordar la frase y se lo hice saber.
-Es cierto, alguna de mis criaturas lo dice en una novela creo que en Los Invencibles.
Yo no estaba seguro y callé. Comencé a verlo borroso y supe que no era por la bebida, estaba sobrio. Interferencias de ruidos lejanos impidieron que oyera cuando agregó algo así como que los hombres desean lo inusual.
La claridad que acechaba en mis párpados ocluía su figura. La imagen que yo tenía de su figura. Entonces salmodió una advertencia: Mire Trinelli, no escriba sobre este sueño a ningún lector le interesan los sueños...
Me desperté, todavía estuve un rato en la cama hasta que me levanté decidido a contradecir a Hemingway.
Fantasmas y sueños Arturo. Esos los temas de los últimos relatos, no se como puede dormir tan profundamente como para soñar con tanto calor.Me gustó, como siempre
ResponderEliminarIrene
No sé donde vivís Irene, pero acá en Córdoba el calor es insoportable.Y coincido con vos, entre los fantasmas y lo onírico, C.A.T. esta dejando los travestis, las fantasías sexuales, su Bar Baviera, espero que no sea porque se está poniendo viejo, jaja.
ResponderEliminarTe quiero amigo y este relato también me gustó, más cuando se trata de mi admirado Hemingway.
Lily Chavez
No ,no es verdad Trinelli. A muchos lectores le interesan , aun , los sueños. Un lujo leerte, como siempre.
ResponderEliminaramelia
Entrar en la casa de Ernesto Hemingway es una buen excusas para contradecir que los sueños no importan. Sí que importan, porque como masculló Ernesto los seres humanos desean lo inusual. Perfecto el relato. Felicitaciones.
ResponderEliminarSon muy buenos los textos de Arturo. Cualquier temática que toca le como anillo al dedo. Mis saludos y un brindis por el 2011
ResponderEliminarAndrea Casas
Mirá Trinelli Arturo Carlos... Sólo para contradecir a Hemingway te pongo el comentario, para darte una mano y ahora me digo: ¿y si tuviese razón el gran amante de Cuba y el guisky? Puedo hacerte una sugerencia, la tirás o la tomás: soñá con la Misttinguete o con Carla Bruni...
ResponderEliminarCreo que soñar con "El viejo y el mar" fue una clase de pareceres. Bravo Arturo.
andrés
¿Qué podrías tener en común con ese amante de las mujeres y el alcohol?!?! Qué idea soñar con alguien tan distinto a ti!!!
ResponderEliminarSuenan algunas ironías me parece aunque no conozco bien a Trinelli, sí como narrador, porque esta revista tiene el orgullo de tenerlo entre sus colaboradores. Arturo, lo felicito, usted es bueno, dispare para donde dispare.
ResponderEliminarPedro Altamirano
USTED AMIGO TRINELLI SI QUE ES UN INTREPIDO,TIENE AGALLAS Y SE METE CON TODOS.SU NARRATIVA SIEMPRE VA AL FONDO DEL ACELERADOR Y ESO ME GUSTA.
ResponderEliminarFELICITACIONES
EDGAR BUSTOS
Por lo que veo, somos muchos los que disfrutamos con sus personajes en experiencias y fantasías sexuales un tanto fellinescas que dan ganas de leer , precisamente , con música de películas. Y cuando ya creía que ese era su atmósfera elegida aparecieron los fantasmas, el tema del doble y los sueños. Fue un sorpresivo viraje y me gustó mucho.
ResponderEliminarCristina