sábado, 28 de agosto de 2010

        Carlos Arturo Trinelli



 MONOS EN MI ÁNIMO (viva la bannisteria) 


                                                   
                                                                                    
      ¿Y si no voy ...,? Andá,-aconsejó sabia mi mujer. Allí fui con todo mi dolor que no se hallaba completo.
     En el recibidor una pareja de mandriles con sus culos carmesí leían revistas. Cuando sonreían mostraban unos dientes parejos pero faltos de limpieza que llenaron el sitio de aliento a mono.
     Recostado en el sillón, por el rectángulo de la ventana del primer piso, observé como los monos se columpiaban de rama en rama. No conozco de variedades pero los que vi eran chicos y con colas largas para asirse. A un instante de quietud sobrevenía otro de excitación circense que verificaba que el tiempo acarrea más tiempo.
     Intuí que los bonobos estarían copulando en las veredas o sobre los techos de los autos estacionados y temí por el mío. Ésos monos son graciosos pero promiscuos. De algo estaba seguro, los gorilas y su consuetudinaria timidez no se dejarían ver.
     Los chimpancés acostumbrados a conducirse en clanes y ajenos a las fornicaciones de sus parientes, cortaban el tránsito. Sobre los pechos colmados de pelos hirsutos lucían pecheras con las siglas: P.P.P. ( Primer Piquete Primate). Era un piquete simpático y el UUUAAA me retumbaba en la cabeza.
     El equilibrio del sistema humano era quebrado (¿ definitivamente?) por el caos monístico.
     Todavía faltaban los orangutanes que al ritmo de una famosa canción avanzaban de rama en rama y ponían en fuga a los pequeños saltarines que principié en observar desde mi posición.
     Una hembra ganó confianza y penetró por la ventana. Vestía de blanco y tenía un barbijo, en su idioma ordenó: ¡Enjuaguesé!
     Tomé conciencia que la alucinación, producto del dolor, había concluido, enseguida tomé un  turno para nuevas alucinaciones más adictivas que los tratamientos de conducto.
     En la calle, la monada parecía tranquila. ■

                                                                                               

5 comentarios:

  1. humor sabio, escritor sabio, monos sabihondos con monoísmo anímico.

    CELMIRO

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  2. me encantó. sóla a trinelli se le ocurre protagonizarlos con humor y elegancia. me encantó. susana zazzetti.

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  3. estimado colaborador de estas páginas don arturo trinelli "Z" de la vega,
    de mi mayor conmiseración: en una exposición que azarosamente me toco presidir en la Universidad Pedestre de Barcelona y que versó a cerca de la eyaculación precóz en los primates homínidos, un concurrente me preguntó - evidentemente cuando se abrió la sección de preguntas luego de consumir yo mi botella de vino- si el homo erectus había convivido con el primer homo sapiens también conocido como hombre de Neanderthal. Mi respuesta fue que si tomamos la evolución como tal y no como una línea de división repentina, sí convivieron. Tu excelente cuento confirma, no sólo mi teoría, si no también que, dicha convivencia, se ha extendido hasta nuestros días, y muy posiblemente nos trascienda...ya que cada día somos menos los últimos.
    Abrazo desde mi disyuntiva del árbol,
    Ernesto Ramírez, Dr en ciencias póstumas.

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  4. Releyendo atentamente esta ópera monoidal de Trinelli, es posible intuir que deja una estela de anfibologias trascendentales: no hubo evolución de la especie sino involución... El hombre fue el punto de partida, no los antropopitecos ni los epitecántropos "eructos" de la era precolombina: basta ver esa pareja angelicai para entender el revés de la trama.
    saludos desde el túnel en reversa.
    el editor

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  5. Excelente, traductor de telegramas, pues me ha parecido muy bueno, en pocas líneas un texto excelente, todo un despliegue del talento conocido. Para sentarse con mate al medio, muy bueno.

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