Francisco Urondo
¿por qué razón lo mandaron a Mendoza...? adujo Walsh
La novia ausente
sigue amando
y a ella sobre todas
le atraen
pero no logra distinguir a la distancia
sufre así de una ausencia que crece
queda amarlas sin métodos y sin desenlace
amarlas de la única manera posible
se confunden y se alejan
aguantan crueldades que sin duda no mercían
crecen sin nombre
como un trineo sobre la arena
se deslizan por memorias que no le pertenecen
un gran pájaro oscuro sobre el viento
el sonido oscuro y solitario del sol
Los descuidos
Mi mano se desliza en busca
de los pechos expertos:
el agua es tibia y generosa.
Bajo la tela prevenida de su prenda nocturna,
han bajado los cielos
para dejar caer el primer movimiento del agua.
Parece que va a llover; todo está quieto y solo.
Ella puede demorar las cosas;
ocultar algo todavía. Puede salvarse.
¡Dios mío, que no haya perdido esa, entre tantas agudezas!
Sólo me tranquiliza que sea una mujer de mundo:
tiene astucia para el naipe
y para la indolencia;
es hábil con su cuerpo elegido
que se encrespa y ruge. Conoce a fondo los placeres.
Pero con el temporal irrumpen sus fragancias secretas:
es ésta una delicadeza que nunca pudo controlar.
Entonces la excede su innecesaria vergüenza;
los sueños quebrantados, el olvido.
Y la dejo llorando,
perdida en su mundo,
tan frágilmente suspendido.
Tengo ganas de leerme todo pero no tengo tiempo, sin embargo me puede más este detenimiento en la poesía de un grande. Definitivamente. Su poesía vive!
ResponderEliminarLily Chavez