Miriam Tasat - Cabello de ángel *
Nací en 1961: siempre estuve de aquí para allá. Llevo cicatrices que nunca cierran desde mi adolescencia sitiada. Licenciada en Ciencias de la Educación , es mi título: me ayuda a trabajar y pensar. Antes de esta dura decisión pase por obstetricia, teatro, medicina, cine: lo mejor de todo esto fueron y son los niños y niñas y los eternos amigos/as que fueron, por suerte, quedando. Las horas de catástrofe argentina me hicieron escribir o reventar; así fue que empecé a publicar artículos sobre temas que aún hoy me sigue quemando como lo es el trabajo infantil: son poco las palabras para comunicar la sangre misma de lo que veo y siento, el corssette no me suelta...intento con cuentos y novelas. Mi nombre es Miriam.
No había colores que llamasen mas la atención que otros en mi barrio de Lomas del Mirador, nombre sugestivo para quien hace de la mirada un historia sin fin, un sin fin del año 1969.
Una mañana como cualquiera, en ese barrio color plomo en el cual sólo robando plantitas a los vecinos el corazón me latía mas fuerte; conocí a la angustia que nacía desde el suelo.
Volviendo de las compras con mamá y escuchando su refunfuño hacia mí pues no la tomaba del brazo si no que me le colgaba fue que te vi entre un tumulto de hombres policías, vos te tirabas sobre el flamante asfalto. Quería ver mas, comprender mas, tal vez ayudarte.
–Vamos, vamos le van a cortar el pelo- me dijo mi mamá en un susurro pálido, atropellado. La consternación casi equipara mi susto.
Pataleabas, y te rodearon, no sé si te cortaron el pelo, no pude ver mas a pesar que di vuelta la cabeza con energía y ya algo de temor; mi mamá apuraba el paso, las casitas mas que humildes parecían sordas, vi a unas vecinas tras la ventana, las flores azules y rojas de la casilla de enfrente temblaban; nuevamente me di vuelta y vi tu pelo negro, largo, brillante, no se doblegaba ante las piernas que te desgarraban. No sé si te cortaron el pelo, sé que eras alto (en ese entonces todos los adolescentes me parecían altos, muy altos) y tu cuerpo se defendía heroicamente.
Llegamos la sopa de siempre con un huevo adentro me esperaba, no la pude comer: Cabellos de ángel.
* nota del editor: Durante los años de la dictadura militar bajo la égida de juan carlos onganía (1966 – 1969), una ordenanza totalitaria prohibió a los adolescentes usar el pelo largo. La dictadura duró hasta el 25 de mayo de 1973, en que asumió la presidencia el doctor Cámpora.
Lindo y doloroso tu testimonio, Miriam.
ResponderEliminarMi querida, todos llevamos ese estigma, las heridas cicatrizan, pero duelen ...cuando llueve. Los que cursamos humanidades, en mi epoca (funesta) eramos sinónimos de subversivos y los chicos de pelo largo, de drogones y mugrientos.Es más, creo que en gran parte del imaginario social , sigue el prejuicio.
Un abrazo fuerte y bienvenida a esta casa.
amelia
MIRIAM: ESTAS SON CICATRICES MUY USADAS EN DETERMINADAS GENERACIONES PERO SIRVEN, PARA LA MEMORIA, PARA NO REPETIR, PARA NO DEJARNOS.UN AGRADECIMIENTO A LA REVISTA POR EL TEXTO
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS.
Comparto la dolorosa remembranza por haberla vivido. ¡Fue tanta la invasión bárbata que se sufrió!
ResponderEliminarEl texto tan bien escrito hace que la literatura se convierta en memoria.
MARITA RAGOZZA
Creo que aparte de lo fuerte del texto, de la vivencia dolorosa, el texto se hace más fuerte porque nace del corazón, son lágrimas de sus ojos... Muy bien Miriam, la memoria se reconforta con estas cosas.
ResponderEliminarLily Chavez
La literatura también es construcción de memoria, felicito a la autora por el inteligente final, Carlos Arturo Trinelli
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