ANA AJMATOVA
Casi para un álbum
Al escuchar un trueno, me recordarás
pensando: ella añoraba las tormentas…
En el cielo la franja será escarlata ardiente
y abrasará el corazón, como antes.
Eso ocurrirá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y retorne al anhelado hogar
dejando entre ustedes sólo mi sombra.
pensando: ella añoraba las tormentas…
En el cielo la franja será escarlata ardiente
y abrasará el corazón, como antes.
Eso ocurrirá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y retorne al anhelado hogar
dejando entre ustedes sólo mi sombra.
P.143
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Tal vez muchas cosas quieran aún
ser cantadas por mi voz:
lo que retumba en el silencio,
o lo que emana de la roca en la oscuridad profunda de la tierra,
o tal vez lo que en el humo se revela.
Todavía no he aclarado mis cuentas
con el fuego, ni con el viento, ni con el agua…
Pero muy pronto este sopor
me abrirá las puertas de par en par
llevándome tras una estrella matutina.
ser cantadas por mi voz:
lo que retumba en el silencio,
o lo que emana de la roca en la oscuridad profunda de la tierra,
o tal vez lo que en el humo se revela.
Todavía no he aclarado mis cuentas
con el fuego, ni con el viento, ni con el agua…
Pero muy pronto este sopor
me abrirá las puertas de par en par
llevándome tras una estrella matutina.
1936-1960. Ciclo Secretos del oficio.
P.105
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Nuestro oficio sagrado
existe hace miles de años…
y sólo con su luz le basta al mundo.
Pero ningún poeta ha dicho aún
que no existe la sabiduría, ni la vejez,
y puede ser que no exista la muerte.
existe hace miles de años…
y sólo con su luz le basta al mundo.
Pero ningún poeta ha dicho aún
que no existe la sabiduría, ni la vejez,
y puede ser que no exista la muerte.
1944
P.107
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II
Primera advertencia
Qué nos importa al fin y al cabo
que todo se convierta en ceniza,
en cuantos precipicios canté
y en cuantos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
que todo se convierta en ceniza,
en cuantos precipicios canté
y en cuantos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
Moscú, 1963
Todos su poemas tendrían que tener un sólo número el 1 y continuar el placer de leeerlos.
ResponderEliminarUna curiosidad: no recuerdo donde lei que fue de muy joven una de las amantes de Modi-gliani.
CElmiro Koryto