John Lennon: el mundo será uno*
Escritor colombiano (Cali, 1954). Reside en Venezuela, país del que se nacionalizó. Licenciado en letras y magíster en literatura latinoamericana por la Pontificia Universidad Javeriana. Es profesor asociado y jefe del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Los Andes (ULA), en Mérida. Dicta las cátedras de Taller de Poesía y Cuento y de Literatura Contemporánea. Es autor de los libros de ensayo Hernando Track, el superior de las lámparas (1992), Vivir a pulso (1995), Ser filosófico y ser poético en la obra de Álvaro Mutis (2001), Los hijos de Acteón (2002) y Viaje al poema (2003), y de los poemarios Último bosque (1985), Canción para Mervarid (1985), El velo de Maya (1998-2000), Una tumba en el bosque (2000) y Larga es la noche (2001).
Imagine es la imagen permanente de un hombre que marcó este siglo (al igual que Martín Luther King, Ernesto Che Guevara, Gandhi). Cada uno en su propio papel existencial fue un rebelde. Amaron, soñaron y lucharon por lo que consideraban lo más elevado: su pueblo, su historia personal y su derecho a imponerse contra toda la adversidad.
John Lennon mismo se confiesa. “Siempre fui un gran rebelde”. Pero no fue su objetivo disociarse de la sociedad, sino contribuir a sus transformación desde dentro de ella misma. Fue “rebelde”... Pero un hombre común. A la vez que músico, también “poeta”, “fanfarrón” y “loco”. Se reconocía como tal.
¿Qué le llevó a ser tan extraordinario? ¿Qué le llevó a ser el hombre de la década de los setenta?
Su salto sorprendente desde una taberna de baile de Liverpool al centro de un mundo agitado por la Guerra de Vietnam, por la crueldad y el sacrificio de un pueblo remoto y la pérdida inútil de tanta vida joven en esa controversia; un mundo atiborrado de convencionalismos hipócritas desvitalizando su derecho a ser mejor, menos aburrido y con mayores garantías de supervivencia; un mundo excesivamente ideologizado, enredado en la telaraña de la Guerra Fría , del espionaje, de misiles nucleares amenazando con la mutua destrucción, un mundo que clamaba por la descolonización y el cese al intervencionismo militar en las naciones débiles, un mundo conmovido por la imaginación del terrorismo.
¿Qué esperaban los jóvenes de entonces? Una voz universal, un mensaje desenfadado, una sugerencia, no una orden, un signo de ruptura con el convencionalismo extremo, una aventura prolongada y hermosa, un sueño, un sonido, una nueva canción, una nueva luz. Y eso significaron Elvis Presley, Janis Joplin, The Beatles, Bob Dylan, Allen Ginsberg, Joan Báez y otros.
Pero The Beatles fueron la flor del trébol que mantuvo incólume, flotando en esa inundación de nuevas manifestaciones (algo extraño, porque su vida fue relativamente efímera como grupo). Luego vendrían grandes bandas y solistas como Led Zeppelin, Yes, The Temptations, Deep Purple, Uriah Heep, Grand Funk, Rolling Stones, Genesis, Super Tramp, Ten Years After, Bee Gees, Crosby Steel y Nash, Frank Zappa, Jethro Tull, The Jackson Five, Elton John, David Bowie, Alice Cooper, Eric Clapton, Isaac Hayes, etc...
Pero The Beatles fueron los primeros, abrieron el camino. Ellos crearon el espíritu y las condiciones para ir a lo de Woodstock y Bangladesh.
Estuvieron juntos hasta que ya no fue posible, vivieron su gran etapa personal y como banda, pero llegó el momento de romper ese sueño, ya no funcionaba para ellos... y menos después de la muerte de su empresario Brian Epstein. De allí esa inextinguible esperanza de sus fanáticos por volver a verlos unidos. Esa nostalgia. Los Beatles sintieron tempranamente que sus admiradores tendían a apoderarse de sus vidas y huyeron de esa histeria avasallante. Y supieron dar la lección... nunca demostraron nostalgia por el pasado como la banda que rompió la música y el mundo en dos. Aceptaron que no fue a propósito, que fue una simple circunstancia o que, en todo caso, si hubiese habido algún propósito consciente estaba quizás en la mente de ese genio que distinguió a Brian que él era quizá el gran rebelde y que encontró en John Lennon a su mejor aliado.
Como banda sí hubo planes, proyectos, pero terminaron, como toda cosa que empieza, conocieron un final. De ahí el mensaje que nos transmite el Beatle mayor:
“Todos los planes y proyectos son sólo sueños / lo único que realmente deberían hacer / es hacer el amor / No espero que tú comprendas ahora / que el reino de los cielos está en tus manos / No espero que tú despiertes de tu sueño / demasiado tarde para llorar”.
Este “rebelde” saltó de Liverpool al paraíso. Sacó provecho del caos, del histerismo, de la confusión política, moral y religiosa de su tiempo. Hizo provecho consciente de los frutos que obtuvo por su profesión de músico. Un extraordinario músico, un músico espontáneo, con capacidad de liderazgo y potencialidad para crear exactamente lo que la gente necesitaba... lo que él mismo necesitaba. Y en eso fue un empresario de la poesía crecida a través de la música, fundamentalmente del piano y de su condición vocal, porque, a decir verdad, las letras, como composición poética, no serían tan “geniales” sin esa música que las acompaña.
Después de separarse, cada uno tomó su propia ruta aunque el camino fuera en apariencia el mismo. les gustaba el dinero y la publicidad, se vestían finamente aunque con diseños originales, entraban en lujosas limosinas, pero su valor nos demuestra que no confundieron la rebeldía con el fatum(destino) de sumirse en la trampa de tragarse los mitos sin masticarlos, como advierte agudamente Álvaro Mutis.
Saltó a su Paraíso de Titternhurst, en Ascott, Inglaterra. Allí hizo el amor por primera vez con la mujer de su vida: Yoko Ono, la fea más hermosa. Allí se deslumbró de tanta riqueza Julian, su primer hijo (habido con Cinthya, su esposa), quien iba de una calle de casas apretadas en un suburbio de Londres, a pararse en el centro del paraíso de su padre, hasta entonces desconocido por él, un hombre que por estar dedicado a dar al mundo motivos para afirmarse en el siglo no pudo estar pendiente de su hijo... Ambas cosas a la vez no fue posible realizarlas. Más tarde, en carta a Cinthya, le dice:
“Me apena y lamento haberme perdido el hecho de que Julian ha estado creciendo. Ahora es un hombre y lo extraño terriblemente. He sido un sinvergüenza, porque no le presté atención y lo eché de la habitación cuando hacía ruido”.
Sin embargo, Cinthya no desconoce el pasado infantil y adolescente de Lennon. Su padre estuvo en la guerra de 1940, y luego se desaparece. Lo crió una tía, no sin dificultad. Pero fue siempre un niño creativo, inquieto, nunca desaprovechó un instante. Relata su tía:
“Yo tenía que ser fuerte porque tenía que criar a un niño. Mi trabajo era estar ahí. Él nunca llegó a una casa vacía. Lo que él no podía entender era cómo yo sabía cuándo él estaba por hacer una de las suyas. Era creativo y simplemente un líder. Si se sentaba nunca perdía un minuto: o estaba dibujando, o escribiendo poesía, o leyendo; era un lector ávido. Todas las noches se dormía cantando”.
Con justificada razón dice Cinthya:
“Creo que John se vio obligado a ser un padre incompleto”.
Sí, obligado a buscar su lugar en el mundo que se lo había negado. Y como carecía de “modelo” para ser un padre cabal, tuvo la felicidad de repetir su desgracia en su relación con Julian, precisamente cuando el mundo no apartaba sus ojos de él, cuando él era el símbolo de lo que soñaban ser los hijos de los indiferentes.
Vuelve a encontrarse con su madre a los dieciséis años reanudando con ella una relación más bien tormentosa.
Sin embargo, ella le enseñó lo más importante: la música, a tocar el banjo y la guitarra. Poco después moriría: “La atropelló un policía que estaba borracho. La perdí dos veces”.
Inspirado en esa relación traumática y resentida con sus padres, escribió la célebre canción que ninguno de nosotros, los adolescentes de entonces, desconocía. Aunque en un principio no supiéramos qué significaba, qué traducía, su solo título lo decía todo, y la forma fuerte, enérgica, convincente y desgarrada como la cantaba, parecía suficiente para entenderla: “Mother”.
Mamá / tú me viste / yo jamás te tuve / Yo te quería / pero tú no me quisiste / por eso yo / sólo tengo que decirte / adiós / adiós / Mami no te vayas / Papi ven a casa / Mami no te vayas / papi ven a casa / Mami no te vayas / Papi ven a casa.
El rock and roll y el surrealismo serían las dos grandes fuentes en las que bebió la miel y el veneno de su música. Elvis Presley era su ídolo en sus tiempos de Liverpool: “Todos esperaban para verlo (en películas) y yo también; todos gritaban cuando aparecía en la pantalla. Nosotros pensábamos: eso es un buen trabajo”. Y con respecto al impacto que causó en él el maremágnum surrealista, confiesa:
“El surrealismo tuvo un gran efecto en mí, porque me di cuenta de que la fantasía de mi mente no era locura, la visión psicodélica es realidad para mí”.
John Lennon no era ningún chico dulce, ningún hombre en extremo compresivo. Era duro, implacable consigo mismo y con los demás. No le agradaba la idea de que la gente absorbiera sus canciones al punto de tomarlas como razón suficiente para invadir su vida privada o considerarse con derecho a ser protegido suyo.
Pero, lamentablemente para él, era Beatle, la cabeza visible de un grupo que surgió en el momento más oportuno, y eso lo convertía en un mito viviente. Razón por la cual un mismo fanático suyo le asesinaría más tarde, cuando justamente alcanzaba la edad de cuarenta años... “Sólo soy un tipo que escribe canciones”, decía.
La vida de cualquiera de ellos era una ventana abierta, un diario. Pero más en John Lennon, el más excéntrico, el más carismático de ellos, el compositor estrella, el antiguo fundador de la banda The Quarrymen antes de formar The Beatles, el que tenía que ocultar a su esposa Cinthya para que las fanáticas mantuvieran su vibración hacia él y hacia el grupo, el del pelo más largo, el que dejó a la rubia inglesa y más o menos atractiva, por una asiática, pequeña y físicamente fea, con la que se fotografió desnudo para el mundo. Muchos, por cierto, no digieren aún esa aparición tan absoluta de Yoko Ono en la intensiva vida de los últimos años de Lennon; él tenía sus intensas buenas razones para defender su derecho a vivir y amar a Yoko, pero los que tragan mitos sin masticarlos no habían llegado (y muchos aún no lo logran) a este nivel de entendimiento acerca de quién fue verdaderamente este hombre que el mundo conoció como John Lennon. El mismo que los miembros del ultraderechista Ku Kux Klan querían quemar vivo en el nombre de Cristo.
Quién era este hombre que un día se apartó de todo para dedicarse a criar a sus hijos y más a Sean John, el segundo de ellos. Él mismo escribió:
“Cierra los ojos / no temas nada / el monstruo se ha ido / está huyendo / y papi esta aquí / hermoso hermoso, hermoso niño / Ahí en el océano. Navegando / casi no puedo esperar / para verte hecho un hombre / pero se me ocurre que ambos debemos ser pacientes / antes de cruzar la calle / Toma mi mano / la vida es lo ocupado haciendo otra cosa / Hermoso, hermoso, hermoso / Amado niño”.
Esta dedicación a su segundo hijo le reivindica como padre, lo que testimonia el mismo Sean, quien por cierto dirigió, junto a su madre Yoko, el video que presentaron los artistas norteamericanos contra la reciente Guerra en el Golfo, titulado “Give Peace a Chance” (“Den un chance a la paz”). Dice Sean John:
“El hecho de que mi padre interrumpiera su carrera musical para criarme me hace sentir bien. Sé eso. Solía tocar su música a mi alrededor... En realidad nunca me había dado cuenta de que era un Beatle hasta que vi la película Yellow Submarine (El submarino amarillo). Ahí me di cuenta. Él decía: “Sí, esos son los Beatles, yo era un Beatle, pero eso ya terminó y ahora paso todo el tiempo contigo”.
En ese paraíso de Titternhurst, en Ascott, entre sus amigos y músicos, y sus inseparables Yoko y Sean, pasó el resto de su vida siempre escribiendo música, explorando la magia de su piano blanco, grabando en su propio estudio, es aquí donde escribía la canción que viene a cerrar el ciclo de su creación y abrirá con ella la ventana de su inmortalidad. Es verdaderamente una canción dulce, ideal y definitiva.
Dijo en ella lo que le pasaba por dentro: mucho en pocas palabras, y al igual que cuando empezó, lo que todos queríamos oír, y como “Mother”, también la cantamos, pero esta vez nos apresuramos a indagar su significado. Esa canción es “Imagine”.
“Imagina que no existe paraíso / es fácil si lo intentas / sin infierno abajo / arriba el cielo / imagina a todo el mundo entero / puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único / Espero que algún día te unas a nosotros / y el mundo será uno”.
Es muy posible que haya sido él, entre los creadores musicales contemporáneos, el que más sentido de la oportunidad tuvo y estuvo veinte años entre nosotros, escaso tiempo, diríamos. Idealista, optimista, positivo, fraterno, solidario, rebelde, excéntrico millonario y artista, caprichoso, reconciliado consigo mismo, genial músico y encomiable padre y esposo amante. Dijo una vez:
“la década del setenta fue como despertarse en la mañana y todavía no hemos llegado a la hora de cenar...”.
Era ya, en ese momento, el hombre de la década.
Y ahora decimos: “John se fue a cenar... lo esperamos para el desayuno”. ■
* tomado de la revista LETRALIA
John Lennon, como los argentinos Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, o los brasileños Vinicius de Moraes y Carlos Antonio Jobim, o los americanos Duke Ellington, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, John Coltrane, Miles Davis... revolucionaron la composición músical del siglo XX. La denominada "música clásica" perdió auditorio a los largo del siglo anterior. Un fenómeno similar y paralelo (aunque por motivos distintos), a la desaparición del fervor religioso del catolicismo (iglesias vacías, creyentes de mayor edad).
ResponderEliminarLos públicos juveniles hallaron en los músicos del siglo pasado genialidad, espíritu de transformación, y captación de los gustos de los jóvenes de las dos posguerras.
Lennon fue el carisma, el genio qie interpretó el alma colectiva de las multitudes... El más grande de todos.
Andrés Aldao
Bueno, aquí hay dos excelentes textos, el de Gabriel Mantilla Chaparro y el de Andrés Aldao, ambos lo hacen con solvencia y agrega conocimientos a lo que uno sabe. Bienvenido sean entonces. Un abrazo.
ResponderEliminarLily Chavez
Lennon fue un ícono de carne y hueso sus melodías sencillas, desangeladas, nunca dejaron de ser tiernas y nos marcaron, a mi generación, para siempre. Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarComenzando el 2015, creo pertinente compartir.
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