ELSAJANÁ
La biblioteca
Con los boletos en la mano, ingresó al hall. Nada había cambiado después de quince años. Sólo ella, que ahora llevaba el cabello rubio y ondulado y se hacía llamar Patty. Cuando la conocí, lo llevaba lacio y castaño. Entonces, respondía al apodo de Eli. Tomó asiento en el sillón de mimbre de dos cuerpos, que crujió. Y hasta casi diría que con olor a gato. Qué cosa que nunca lo hubieran cambiado, ¿no? O al menos, los almohadones. De todos modos, conservaba su cosa linda de recuerdo. Eli verificó la hora, encendió un cigarrillo y miró hacia la entrada. Se la notaba ansiosa.
Las puertas largas y delgadas, de madera abajo, y vidrio desde la altura del picaporte hasta el marco superior, estaban igual. No así las cortinas de tul bordado que habían sido quitadas. El macetero grande del gomero, seguía allí, junto a la entrada, pero ahora tenía un pinito de plástico repleto de guirnaldas y adornos navideños. El hall aún olía a rancio y conservaba la frescura. Seguro que en cualquier momento, aparecería un gato husmeando por allí.
Eli se levantó a arrojar el pucho en el arenero de madera, ahora pintado de fucsia, ¿a quién se le habría ocurrido esa extravagancia? Enseguida entró el acompañante que, luego de preguntar si había tardado mucho, la besó. Los boletos de entrada pasaron a mis manos de ¨controller¨ y ellos ingresaron a la sala del brazo. Artistas barriales representaban La casa de Bernarda Alba. A la media hora, abandonaron el recinto y ni siquiera me saludaron.
Volví a verla recién diez años más tarde, cuando regresé al barrio. Por fuera, el edificio estaba totalmente diferente y decidí entrar a verlo. Habían camuflado el interior y ahora operaba allí un bingo. Donde antes la taquilla en la que alguna vez trabajé cuando era cine, ahora había una boletería con un uniformado de traje negro adentro, y un policía de civil afuera. Saqué una entrada mínima, y atravesé la cortina pesada, aún de terciopelo rojo, que separaba el hall de la sala. Pero no pude avanzar. Me quede consternado mirando y haciéndome más y más preguntas a mí mismo, que se amontonaban como diarios viejos sin leer. Se me humedecían las mejillas y se me nublaba la vista, cuando advertí que a mi lado, estaba Eli, también inmóvil y con lágrimas rodándole hasta el cuello como cuando se te mueren todas las ilusiones juntas. Bastante mayor ahora. El cabello platinado. Apretó con un puño el cortinado y sin mirarme, preguntó si también yo me estaba acordando de Elvira.
Cómo no. Quién no había conocido a Elvira, nunca había vivido en el barrio. Se hizo viejita siempre en el mismo puesto. Muy sabedora y conocedora de lo suyo. Hasta me pareció verla sentada al escritorio registrando cosas, rodeada de anaqueles repletos de libros y mesas grandes con seis sillas cada una, y los tubos fluorescentes que por ese entonces eran todo una novedad. Y letras. Más letras. Muchas letras…
Elvira me anunciaba las novedades recibidas esta semana, mientras muy distraído del entorno y abrazando a Eli, se escuchaba un ¨No va máaasss…¨
Que ternura por altos cielos!!! Que bueno el paso de la primer situación (desde el edificio)hasta el encuentro con Eli (Patty olvidada).
ResponderEliminarMe gustan tus narraciones Elsa, pero ésta me provocó un efecto especial por todo lo que mueve... en el cambio y en la mutación de las cosas tangibles y no.
Ni hablar de los cines convertidos en bingos
Me encantó!
Abrazo
María
Acuerdo con María. que destino el de los cines. Me gusta tu escritura que me permite colocarme en la escena - Me recordó "antes eras margarita , ahora te llaman Margot"
ResponderEliminarGracias por la entrega.
amelia
Una narración inteligente con el ritmo que no decrece en los saltos narrativos, muy bueno, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarsi, elsa, lugares que antes eran museos, teatros, escuelas de arte ahora han sido reemplazados por restaurantes, venta de ropa o lotería. muy interesante tu captación de estas transformaciones que a veces el progreso las convierte en desapercibidas. mis felicitaciones. susana zazzetti.
ResponderEliminarSi es buena la historia, también lo es la descripción del lugar según el tiempo y el recuerdo con el olor. Efecto nostálgico de los lugares en que hemOS vivido.
ResponderEliminarEspècial para leer esta mañana de un día feriado en Argentina.
MARITA RAGOZZA
BUENISIMO, TAMBIEN YO ME SENTI RECONFORTADO CON ESTE TEXTO.
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS
Excelente querida Elsa. Todo lo que decís y describís es un poco el aroma y la experiencia de muchos de nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lily Chavez