martes, 17 de agosto de 2010

Artigas, San Martín y la patria grande



 Por Juan Raúl Ferreira - Especial para LA REPUBLICA
Hoy se conmemora la muerte del general San Martín. Un día como hoy hace 12 años, desempeñándome como embajador de Uruguay en Argentina, me llaman del colegio de mi hijo mayor, Wilson, a la sazón con 5 años de edad. La directora estaba algo tensa. Me explicó los actos que programaba en el colegio para el fin de semana siguiente. Toda sonaba muy lindo y bien pensado. Adherí rápidamente a la idea sin entender para qué me había citado, hasta que tras explicarme algo muy sensible me dijo: "Tiene que hablar con Wilson".
Así lo hice. Lo encontré en casa porque era feriado. Me costó sentarlo frente a frente porque ya era inquieto...muy inquieto. "Tenemos que hablar de hombre a hombre", le dije. Así como lo escuchó fue corriendo a la Salita Verde (así le llaman) de la residencia de la Embajada y se sentó muy serio y con las manos sobre las piernas. Estaba cómodo con la situación. Curiosamente, me costaba más a mí que a él asumir una actitud de conversación institucional: de padre a hijo (de 5 años).
Wilson, es el aniversario de San Martín.
Ya sé papá, hay una fiesta del colegio.
A la que yo voy a ir le interrumpí .
Qué bueno que vayan con mamá. Va a estar re buena.
Pero Wilson, nosotros no sólo vivimos en Argentina, no sólo queremos mucho a este país cuya suerte alguna vez con tu abuelo compartimos, sino que además de algún modo  representamos acá a todos los uruguayos...
Es un país bárbaro, yo me hice de Boca porque todos los bolsos son de River y no tenía con quién discutir. Los quiero mucho. Si no juega la celeste, vamos con la albiceleste...
Pará, pará, pará, aproveché a decirle, te sigo el relato: a la fiesta del colegio van a ir todos los chicos vestidos de granaderos; hay acá una casa de cotillón que los alquila...
No me dijo cortante. Sin dudar. Yo de soldado argentino no voy porque yo, soy uruguayo. Los quiero, los respeto, pero soy uruguayo.
Todavía se me hiela la sangre al contarlo. Llego a mi despacho y llamo a mi agregado militar, en ese momento el coronel Mesa, a quien planteo el pequeño problemilla de Estado que me estaba creando mi hijo. Como todo tiene solución en la vida, Wilson tuvo su traje de blandengue. Si pelearon juntos en tiempos en que generábamos nuestra identidad, bueno era lucirlo en tiempos de reafirmarla.
Allí compartió mi familia una fiesta argentina, recordando nuestro tronco común, soñando con nuestro destino común en el marco de nuestra propia identidad.
Todos los niños vestidos de granaderos, Wilson de blandengue de Artigas. Nadie desentonaba.
Más allá del feriado argentino de hoy, el episodio viene de tanto en tanto a mi memoria. Sin duda estos últimos días en que hemos iniciado una nueva era con Argentina en el cuidado de nuestros recursos, el Mercosur camina a la unión aduanera y la reunión del domingo del viejo y renovado Urupabol (Uruguay, Paraguay y Bolivia) vuelve a plantar a Uruguay como la salida al mar de los países mediterráneos. Hace tiempo que nuestra política exterior no tenía este sabor a historia.
 º º º º º

2 comentarios:

  1. Qué bueno, me gustó que los editores hayan elegido este texto para una fecha como esta. Creo que es un excelente ejemplo para contar las significaciones de la historia. Un abrazo

    Lily Chavez

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  2. Escribir es una actividad importante. Jugar al fútbol es una actividad importante. Tocar el bandoneón, el piano o el violín y la guitarra son actividades importantes. Recordar al general José de San Martín, escribir dos líneas a su memoria, al papel que jugó en las guerras de la independencia, en su lucha por la emancipación de la América es también muy importante: es ser partícipe de la historia de este país cruzado aún por figurones y asesinos de indios como Roca y Mitre.
    Andrés Aldao

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