jueves, 19 de agosto de 2010


AMELIA ARELLANO - “Río De Las Penas”


 

                                                                pintura de Paúl Cezanne          

“...Es angosta la puerta
 y acaso la custodien negros perros hambrientos
Y guardias como perros...”
OLGA OROZCO

Este río  es una confluencia de ríos.
Se sube a las cornisas.
Fluye por los lechos.
Apedrea la luna. Rompe la soledad.
Invita a recorrer la noche a diosas o manzanas.
Misteriosas. Íntimas. Disfrazadas de santas.
Las muerde y las penetra, descalzo.
Arrasa vertientes. Lagunas. Malecones.
Puede ser cascada o aluvión.
Descansa en las riberas.
Se rebela. Se desangra en el alma de los muertos.
Muere y resucita. En el mar, en lagos, en la tierra.
Desaparece y se transforma en nube.
Diques sin compuertas.
Inframundo.
Vino lento que recorre  infiernos.
Nirvanas.
Sabe que solo una balsa llega.
No obstante, se niega a la moneda o a la rama de oro.
No hay ritos sepulcrales, ni monedas, ni lenguas.

También a mi me moja.
Me recorre en dirección contraria.
Socava las vides enterradas.
Me liba en púrpura.
Moja las dos islas de mi cuerpo.
Se derrama en prodigio. Besa lo que encuentra:
Las sienes de mi pulso. El trébol de mi boca.
Mis cristales de roca. Los lejanos eneros.
Las doloridas huellas. Los pies, frágiles, de barro.
Transforma los desiertos, viñas calladas, tan secretas.
Enredamos los tallos y las rosas.
Me tomo de las bridas. Testaferro de vida.
Enfrentamos los deltas: Triángulos.


Boca de sed, lagarto entre palmeras.
En mi vientre fundamos ásperas heredades.
Ha bebido el zumo de mis pechos. Y ha llorado.
Y llora todavía, como un perro extraviado.
Forastero del viento. Bitácora perdida.
Crucifijo en los cuatro puntos cardinales.
Río. Río herida. Hijo, río.

Este río vino es una cascada de golondrinas negras.
Lleva en sus ojos una aurora ausente.
Señales que vienen desde el este.
Fogata de domingo. Blanco guardapolvo abierto.
Mensajero de la sed.
La sed abierta y la botella rota
Amante sin retorno. Tálamo.
Río que ha traspasado límites de angustia.
Río hambre de madre. Pan y llanto y oro.
Llanto que se esconde en la cueva del oso
Apostata. Empecinada búsqueda en jardines ajenos.
Río que se torna en mansedumbre y en rabia se evapora.
Río padre. Vino sacrílego. Amado. Irreverente.

Me escucho crecer en estas cepas.
Dormida piedra, sobre piedra mojada.
Rumor de agua sagrada.
Mis ojos se enredan en sus ojos de agua.
Doliente río de salitre y lava
Río de entregas y de esperas. Quietas, expectantes.
Labios resecos. Gotas.
Río de esperas. Silencio de hospitales.
Tez macilenta y sonatas de arena.
Río resurrección del vino. Río de deudas y deudores.
Río que clausura las sombras. Que escribe crucigramas.
Evade los preceptos triangulares y perros de tres cabezas.

Río que me besa las grietas y las máscaras.
Que me empapa... y me bebe.

AMELIA ARELLANO


7 comentarios:

  1. Ríos de sierra, de montañas, mitológicos: ninguno tiene la importancia de este río al que usted le davida. Norma Evaristti.

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  2. el río de la vida, amelia, con su serenidad, sus turbulencias, su claroscuro, nunca tan bella y perfectamente descripto como lo hacen tus palabras tan certeras,con dolor y con fuerza, sabiendo que después que arrasa , regala calma.un abracito grande. susana zazzetti

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  3. Interesante poema, interesante mirada que llevado a la vida concluye en ese avatar de turbulencias, mordeduras y calma. Rescato ese río "tuyo" que "nos" besa las grietas y las máscaras.Abracito

    Lily Chavez

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  4. Muy conmovido. Un abrazo. Fernando de Zárate.

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  5. Hola Amelia! Tantas veces lo leí y no dejo de sorprenderme. Es bellísimo y creo que parte por parte hay que disfrutarlo pues en cada verso hay miles de rios internos.
    Cada vez mejor... tus escritos, tus poemas...
    Felicitación enorme con abrazo gigante!!!!
    María

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  6. Amelia, no soy adicta a la poesía aunque me gusta mucho. Pero tu poema me ha conmovido verso a verso por la fuerza y la bravura de sus decires. Coincido en absoluto con María en que son muchos ríos internos fluyendo, angostándose y estrujándose contra rocas y luego saliendo sin dejar de fluir. Por momentos, el río de todos es tragado por el río violento invasor y desenfrenado que nos "liba en púrpura". De excelencia tu poema, Amelia. Me tocó cada fibra humana. Felicitaciones. ElsaJaná.

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  7. Yo no leo mucha poesía.Pero cuando leo una como esta, lloro. Por ti,por mi,por nosotras.
    Marta

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