sábado, 31 de julio de 2010

.Marcelo Dughetti



RIMA CON MANTECA 

Rima con Manteca: El Ramoncito le pegó una cachetada en la nuca para que se despertara y le mostró la salida del barrio. Le preguntó si tenía guita y a la fierita le faltó poco para reírse en la cara de su compañero. Lo que pasa es que al Ramoncito nadie se le anima. La maestra le dijo lo de la inauguración y a él le chifló la panza. La tarde siempre cae áspera en Los Olmos y el Ramoncito, como tantos otros, tenía hambre. Menos mal que están los pastores si no, les juro, nos cagamos de hambre.
Al Ramón le importaba poco lo que se decía en la escuela. La maestra dijo MEDIOTECA " y al medio le ponen manteca", balbuceó el Ramón. El Ramoncito se hizo la ilusión desde que escuchó la palabrita esa. Manteca. Venía de la vaca, era espesita, amarilla, salada. La comen los de la tele con tostadas en unos paquetitos de papel brillante.
"Manteca, pan y mate cocido, manteca, pan y mate cocido. Cuando a Dios se le dé por venir, la mamita va a comprar todos los días manteca y pan para dos veces y no hace falta secar la yerba al sol". Yo lo escucho al Ramoncito y se me tuercen las tripas y me duele la cabeza. Hace mucho que sueña con eso de la comida. Manteca. El año pasado fuimos al teatro, algo que se hacía en el centro sobre una vieja que cantaba y escribía sobre tortugas que iban a París. Yo lo leí en un librito, en la escuela, pero estaba tan viejo y destruído que lo dejé. Me dio bronca. El Ramoncito se hubiera comido la tortuga y a la vieja. Se le iluminan los ojos cuando piensa en esa palabra "Medioteca rima con..."dijo la maestra y entre las burbujas de saliva el Ramoncito gritó:"Manteca, manteca, pan y el mate cocido"
"Te digo que sí pelotudo,", me dice, "dan manteca y pan, deben ser bolsones y seguro hay choripanes". Los otros dos que lo escuchan dicen que es una iglesia, donde hay muchos libros, toda de vidrio. Que no sé cuánta guita gastaron para hacerla. "Tanta guita y doña María tiene que pedir menudos de pollo en el centro para darnos de comer, dejate de joder con eso de la medioteca" le increpa enojado el gordo Rubiolo. El Ramoncito se levanta y al gordo se le frunce cuando lo ve meter las manos en el bolsillo. Todos sabemos qué hay en el bolsillo del Ramoncito. El hijo de puta del padre lo partió a palos ayer y él no sacó la mano del bolsillo. Estaba en pedo y le pegaba sin asco. Al Ramoncito se le ocurrió que si lo mataba en la vereda quedaba feo. Además una vez jugaron al fútbol y otra vez le hizo una gomera con palo santo. Eso no se olvida.
"Bueno vamos, manga de putitos" dice el Ramón y nos hace señas de maricas. El Ramón repite cuarto grado este año. Hace unos días le dieron unos manuales viejos para que leyera o algo así. Yo aproveché y me ouse a leer con él. Después le vendimos los manuales al Chirola que compra papel, cartón, cobre. Cobre también le vendimos y unos tachos de aluminio de esos para la leche. ("La leche, con la leche se hace la manteca",piensa el Ramóncito) y compramos un paquete de salchichas para que la mamita la cocine. Pan también compramos. "El Chirola se portó, menos mal que no está el gordo Rubiolo, sino nos come a nosotros" dice el Ramón y se ríe.
Al final le dijimos que sí y con el Ramoncito nos fuimos por el Sarmiento. No llegábamos más y los colectiveros nos pasaban como si llevaran el diablo adentro. A mí me dolían las piernas, como me duele el estómago cuando veo los pollos al espiedo en algunas vidrieras. El Ramoncito me cuenta que eso le pasa con las facturas.
Hasta que llegamos al subnivel nos " putiaron " seguido. " Negros de mierda" gritó uno y la señora del auto se la agarró con el Ramón, " yo te arreglaría el pelo, delincuente". El Ramón le hizo un puñito con la mano y tocoó el bolsillo. Todos sabemos lo que el Ramoncito tiene en el bolsillo, así que lo miramos de reojo. Eramos cuatro: el gordo Rubiolo manejaba la bicicleta roja y a mí me tocó la que estaba despintada con las "punieras" hechas percha. Nos seguía un galguito sarnoso que dormía en la placita.
Cuando llegábamos al cruce se vieron en el cielo las luces de todos los colores."Mirá qué bueno, qué hijos de puta" dijo el gordo Rubiolo que lo llevaba al Ramón y el que venía conmigo abrió la boca hasta la campanita. El galgo desapareció por los bombazos y nosotros cruzamos el puente hasta donde estaba la gente.
Un coso con micrófono que venía de Córdoba dijo la palabra mágica " Medioteca" y al Ramón se le hizo un nudo en el estómago. Olor a choripán no había y la orquesta tocaba esa música que le gusta a la abuela del gordo "escuchá que tangazo", dijo y cerró los ojitos como si soñara. Le hubiera rajado la jeta de un trompazo, me va a comparar esa mierda con
La Barra, . "Medioteca" volvió a decir el coso y la intendenta agitó otras palabras que no entendimos. La gente tampoco porque la silbaba.
Por el centro de la cosa, pibes de una escuela italiana, muy derechitos y los del San Antonio también muy prolijitos, se les notaba que habían comido, pasaban los libros de mano en mano hasta el gran horno de vidrio. " Medioteca es ésto" le dije al Ramón. Es como en la escuela, pero más lejos. Guardan los libros lejos, para que no los agarremos entendés." Cuántos vidrios" dijo el gordo Rubiolo " Sí que parece una iglesia como la de los testigos, ah". Después unas mujeres disfrazadas pasaban los libros que trajeron los bomberos. Era raro, pero a mí me daba la impresión de que adentro los quemaban. El Ramón seguía buscando el lugar donde le darían el pan con m,anteca o algo para justificar el viaje. Después se armó quilombo y llegaron los de una escuela que gritaban como descosidos. El Ladilla nos vio y nos levantó la mano.
La policía se puso nerviosa y nos marcó de cerca. Al Ramoncito le tenían ganas. "Cobani de mierda" dijo y saltó para el lado donde estaba el Ladilla. El Ladilla nos contó que el hermano estaba enfermo de algo raro. El hermano va a la escuela especial y dice que, cuando entraron a la escuela nueva, algo como un veneno le jodió los pulmones y la piel. Así que cerraron la escuela y por eso estaban haciendo quilombo."Para que no se enferme nadie más, para que nos den una escuela nueva" "Claro, más vale" dijo el gordo Rubiolo y todos lo miramos al hermanito del Ladilla.
El Ladilla vivía con la madre en Las Acacias, en un garaje al que cerraban con bolsas de plástico. Le gustaba leer y a mí también. Yo leía esas revistitas que le traían a la mamita de la iglesia y el ladilla se afanaba unas revistas viejas del consultorio de un dentista, acá en el centro. Cada potra venía en las revistas. A veces teníamos suerte y agarrábamos el Gráfico. En la de las potras había una foto, de una reunión en l a noche así, con un lugar como
la Medioteca. Con luces como en las películas y orquestas de pingüinos y políticos y curas. "Cuántos vidrios..." volvió a decir el gordo Rubiolo. " Y adentro están los libros" le respondió el Ladilla. El Ramón ya estaba caliente como loca en baile. Todos estaban sordos con la musiquita de la orquesta. Los cobanis fumaban agrupados a un costado y no dejaban de fichar al Ramón que se alejó de nosotros y se fue acercando al horno de cristal. "Cuántos vidrios" dijo el gordo Rubiolo. "Si" aseguró el Ramón de lejos. " Cuántos vidrios" y metió la mano en el bolsillo. La yuta se puso nerviosa y se movió sin hacer ruido, no había que arruinar la torta. Se vino despacio, nosotros comenzamos a recular y el Ramón armó la gomera de palo santo. Estiró la goma y partió un piedrazo contra la estructura. La policía nos corrió tres cuadras. Tiramos las bicicletas y nos separamos. El Ramoncito se fue con el Gordo. El Ladilla y yo metimos la cabeza entre la gente de la escuela.
Al día siguiente bastante golpeado lo encontré al Ramón en la escuela, la maestra no le preguntó nada, pero trajo unos libros que parecían para muñecas. Al Ramoncito le tocó uno y le sacó, con su famosa mano en el bolsillo, otros dos a los chicos del grado. Después lo vimos al Chirola y nos fuimos a la despensa. Compramos pan como para dos veces, un tarro de dulce y un paquetito de manteca.
del libro: " La bicicleta roja

2 comentarios:

  1. Bueno, conozco cada uno de los cuentos de La Bicicleta roja, sin embargo me sigue encantando leerlos nuevamente y como digo siempre, el estado de uno suele ser diferente o vaya a saber el motivo, pero siempre hay un descubrimiento en la nueva lectura. Un abrazo Marcelo.

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  2. Cuento de oro, diría yo: ya lo leí, pero siempre ocurre que volver a leer cuentos publicados es una especie de renacentismo, sobre todo si la pluma es de un cuentista de raza y el corazón tambaleando en el barro de la realidad. Magnífica muestra de talento. Andrés

    ResponderEliminar