MERCEDES SÁENZ
Una Madrugada
Es la hora de los duendes y las hadas. No hay luz todavía, todo es color de plata, pintado por la llovizna que acaricia lo que toca. Hamaca la copa de un árbol liviano y deja sus hojas, con un beso de sabia.
La llovizna no hace ruido, cuando es blanda como la luz y se desparrama sobre los cordones de las veredas, las piedras y las plantas.
Es la hora en que las luces se quiebran en mil fragmentos, tan pequeños que intimidan al soberano. No tiene por donde salir al mundo, sólo por los relojes de ventana, alguno que transparente le diga que es hora de dejar el oeste y subir por la montaña.
Es la hora de los silencios que han muerto, hace pequeños segundos, por que los primeros pájaros ya cantan, entibian la garganta, ya que se mojan sus alas.
Es la hora, entre la vigilia y el sueño del que recién se levanta
El sol intenta subir por el río, pero también allí hay una tranquera de nubes que no deja pasar a nadie.
La llovizna persiste, parece un llanto de niño sin su nodriza.
¿Por qué llora si conoce el mundo, si le es permitido acariciar cuanto existe?
¿Por qué se enoja de pronto, y de niña se convierte en un ejército celta?
Y arranca su territorio, el propio, porque todo su planeta es agua y quiere sacar de cuajo los árboles y las casas. Cosas que no hubieran crecido si ella no estuviese cerca.
Qué sucede esta madrugada… Habla la lluvia, llora la llovizna.
Hace un rato, lenta se paseaba pintando color de brillo cualquier cosa que tocara.
Esta mañana era una música que en el medio del silencio, oía caer de una hoja la gota y se la veía rodar hasta donde llegara, como una lágrima anónima ¡porque son tantas!
Las voy a contar una por una, porque algunas son mías y otras de quien me las guarda...
La poesía cae como la nostalgia y las gotas de la lluvia.Mi cariño. olga cabrera ladu
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ResponderEliminarqué belleza descriptiva, merci. cuánta delicadeza en su hondura temática. leer y releer. mi cariño y mi abracito.
ResponderEliminarEste espacio es para los lectores de la revista que desean comentar el cuento, el poema, el ensayo o lo fuere: aprovecharse de este sitio como si fuese una columna de publicidad es un abuso y una falta de ética total, por eso fue eliminado.
ResponderEliminarAndrés Aldao, editor
Gota, lágrima: confesiones de una mujer de vida interior plena. Texto donde, seguramente, las dos lloran juntas. Un placer esta lectura. Fernando de Zárate
ResponderEliminarDolor, extrañamente manso. Mi saludo afectuoso. Gladys
ResponderEliminarMuchas gracias por la publicación Andrés y muchas gracias queridos lectores por sus comentarios. Fuerte abrazo. Parece que el comentario quisiera volarse. Más de dos intentos.
ResponderEliminarMercedes Sáenz
Delicadeza, sutil artesanía también para guardar entre las madrugadas que llovieron alguna vez en nuestra vida.
ResponderEliminarHermoso. Merci.
Prosa que es poesía, poesía que es prosa qué más da cuando tanto da, tierno y bello eso de contar las lágrimas, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarComo todo lo que escribe Merci, "...Es la hora de los duendes y las hadas...". De sus duendes, de sus hadas, de sus trasgos, de sus escritos donde se funden poesía, inventiva, angustia, paradoja, y que siendo "papeles picados" se transforman, siempre, en serpentinas de todos los colores.
ResponderEliminarEste cuento estuvo resguardado desde 2007 en mi isla del tesoro.
Andrés Aldao
Mercedes, una bella prosa-poética. Nos llevas a pasear bajo la llovizna, o a visitar el ocaso del sol con tu imaginería de agua y soledad. Muy bueno, te abraza,
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