jueves, 7 de enero de 2010

POESÍA: OLGA OROZCO

XIII



Se descolgó el silencio,


sus atroces membranas desplegadas como las de un


murciélago anterior al diluvio,


su canto como el cuervo de la negación.


Se te desencajaron las mandíbulas


igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar


la almendra del destino.


Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.


Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de


rostros.


Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces


modelos de este mundo.


Son apenas dos pozos de opalina hasta el día donde se


ahoga el tiempo.


Tu cuerpo es una roja armadura sin nadie.


Sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja


en lágrimas.


Tus uñas desasidas de la inasible salvación


recorren desgarradoramente el reverso impensable,


el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.


Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa


la estera de los días.


Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se


arranca


y después ya no estabas.


Te desertó la tarde;


te arrojó como escoria a la otra orilla,


debajo de una mesa inominada, muda, extrañamente


impenetrable


allí, junto a los desamparados desperdicios,


los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el


poniente,


que oscila, que se cae,


que se convierte en nube.
...........
de "Cantos a Berenice"


Corresponsal Susana Zazzetti.
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