Carlos Bousoño, Filólogo, poeta, ensayista y crítico, nacido en Boal, Asturias. Doctor en Filosofía y profesor titular de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. La obra poética de Bousoño, considerado un estudioso del simbolismo en la poesía, se compone de un buen número de libros, entre los que se encuentran Subida al amor, Primavera de la muerte, Hacia otra luz y Oda en la Ceniza, una obra que significó el paso de una poesía realista a otra más simbólica, y con la que llegó a obtener el premio de la Crítica en 1968. A este galardón se uniría más tarde el premio Nacional de Poesía (1990) por la obra Metáfora del Desafuero. En 1993 recibió el premio Nacional de las Letras Españolas como distinción a toda una trayectoria literaria, y ese mismo año publicó El ojo de la aguja. Bousoño es autor también de diversas obras de teoría y crítica literaria, entre las que cabe destacar su Teoría de la expresión poética. Miembro de la Real Academia Española desde 1979 y de la Hispanic Society of America, es también socio de honor de la Sociedad de Estudios Españoles e Hispanoamericanos de la Universidad estadounidense de Boulder (Colorado). En 1995 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras(Compilado porArtesanías)
CANCIÓN PARA UN POETA VIEJO
(Vicente Aleixandre)
Muy cerca de la vida. Así tu hablar.
Llegaste a viejo cual se llega al mar.
Azotado del viento y de los años
fuiste la vida, no sus desengaños.
Tu voz sonaba a viento y caracolas,
viejo de luz, hermano de las olas,
Conocimiento fue tu reposar.
Llegaste a viejo cual se llega al mar.
Llegaste a viejo cual se llega a ser
la luz delgada del amanecer.
La luz delgada del saber callar,
del saber conocer y callar.
Del saber esperar, callar, seguir
hasta las olas del saber vivir.
Hasta las olas del saber amar
profundamente y como es quieto el mar.
Y como es quieto el mar se pone en pie
la insurrección del nunca moriré.
Y así tu ser, escrito en agua y sal
y en viento fue, y en todo lo inmortal.
Noche del sentido
El olfato no huele, ojo no mira.
Ni gusta lengua ni conoce el seso.
Eso sabemos, corazón que aspira.
Tan sólo eso.
Quién pudiera cual tú mirar tan leve
esta colina que una paz ya toma:
mirar el campo con amor, con nieve:
poder llamarlo fresca luz, paloma.
Quién pudiera cual tú tocar tu mano,
saber que es mano y conocer su sino,
saber tu hueso fatigado, humano,
pensar el viento que en la noche vino.
Saber qué es este ruido, esta nonada,
este grito que nace de un abismo,
de una tristeza tan desconsolada
como el amor que surge de ti mismo.
Saber la luz y conocerla hermosa,
mirar el cuerpo y conocer su brío,
mirar la noche que en la paz reposa,
fuente sellada al pensamiento mío...
Mirarte a ti, mirar a tu ternura
cuando contemplas mi dolor humano
y me suavizas en la noche pura
con la caricia de tu blanca mano...
Quién pudiera decirte amor, abrigo
de mi vivir, y en lenta letanía
llamarte luz, nombrarte viento amigo,
campo feliz y cielo de armonía.
...........................
AH, Bousoño, toda su pesía es una muetra de su filosofía y amor por la humanidad. Amelia
ResponderEliminarUna celebración de la palabra el arte de Bousoño. Maravillosa idea. Susana Zazzetti.
ResponderEliminarSeñor del arte expresivo, maestro. Fernando de Zárate.
ResponderEliminarLeer estos poemas es sentir que los pies propios se levantan unos centimetros del suelo, para sostener el corazón que se escapa volando feliz. Cordialmente mercedes Sáenz
ResponderEliminar