EL MIEDO A ESCRIBIR
Es habitual que a los escritores, como a otros artistas de distintos géneros, les ocurra que a la hora de iniciar una obra, les aparezca el temor a crear. "Soy muy malo escribiendo", "¿A quién le va a interesar lo que escribo?", "Nunca podré igualar a los grandes", "Las musas me abandonaron", son algunos de los pensamientos que les asaltan como una oposición a escribir. Otra manera de resistirse es demorar el momento de ponerse a trabajar. También suelen buscarse algunas excusas tontas para evitar hacerlo.
Ante la circunstancia de estar enfrente una hoja en blanco, o de la pantalla del procesador de texto, es común que algunos escritores, sobre todo aquellos que no son profesionales y que lo hacen por vocación, se sientan inhibidos, desvalorizados, sin motivación, angustiados, con la sensación de perder el tiempo, y en situaciones excepcionales con síntomas de pánico. En la misma medida que aparece la necesidad de expresarse, aparece al mismo tiempo, el miedo a escribir, y el miedo no es tonto, porque suele prevenirnos de algunos peligros.
Son muchas las razones que podríamos encontrar para explicar este fenómeno. Distintas disciplinas lo han fundamentado desde sus complejas argumentaciones teóricas, aportando cada una desde su punto de vista, una variedad de respuestas convincentes. Trataré de ser lo más abarcativo posible, resumiéndolas de acuerdo a un criterio sencillo basado en la experiencia.
La autoexigencia.
A veces, cuando se busca un resultado cercano a la perfección, es difícil darse cuenta de lo inalcanzable que significa ello. Cuando no se llega a esa meta propuesta, la frustración es tan grande que muchos pueden llegar a renunciar a escribir. Si la propia exigencia es tan alta, que se pretende realizar una obra maestra, similar a la de los grandes escritores, no teniendo en cuenta las propias limitaciones, es probable que se fracase en el intento. Esto no quiere decir que sean malos escritores, ni mucho menos, todo es perfectible mediante la instancia del aprendizaje. Simplemente deberán pensar que hay un proceso para recorrer en el cual, la escritura irá mejorando en la medida que se lo proponga. Es preferible proponerse metas más cercanas y menos ambiciosas que puedan obtenerse, para lograr una mayor confianza y autoestima.
Miedo a ser juzgado
Este impedimento lleva a autocensurarse, pensando en el ¿qué dirán? de los lectores. Uno no escribe para sí mismo, si bien es muy importante pensar en quién y cómo se debe dirigir hacia un lector, también es necesario suspender, mientras se escribe, la idea que hay un otro perseguidor que los juzga y critica sin piedad.
Miedo al rechazo
Otra forma de inhibirse en la escritura es creer que si al lector no le gusta el texto escrito serán rechazados. Este sentimiento de rechazo se corresponde con aquel otro de la infancia, que surgía ante la reprimenda de los padres por no haber hecho lo correcto, y que causaba mucha angustia ante la posibilidad de dejar de ser queridos por ellos. Debemos entender que no podemos agradar a todos, pero si a una parte.
Miedo a exponerse
En toda actividad humana se corren riesgos, de modo que escribir y sobre todo publicar, es estar dispuestos a correr esos riesgos. Los escritores están expuestos ante la mirada de los demás y pueden originar en ellos sentimientos ambivalentes algunos positivos, como la admiración, la emulación, la gratitud, etc., otros negativos, como la envidia, los celos, la competencia, etc. Es en esas instancias cuando corresponde estar bien plantados y poder reconocer a los verdaderos amigos.
Miedo a la trascendencia
Dicen que a las palabras se las lleva el viento, pero a la palabra escrita no. La letra escrita es productora de miedos que se originan en la calidad de lo concreto, porque pueden ser recorridas con nuestros ojos en un papel. Están allí, representan un pensar y un sentir, no se pueden borrar. Significan un compromiso mucho mayor con el otro y además tienen trascendencia histórica, es decir nos trascienden después de la muerte.
Miedo a encontrase con lo desconocido
Este miedo esta relacionado con los aspectos inconcientes con que el escritor teme encontrarse. Según Freud, todo ser humano tiene aspectos de sí mismos que desconoce y que teme conocer porque le resulta intolerable para su conciencia. Escribir es asomarse a ese mundo interior con la posibilidad de descubrir aspectos reprimidos que no han sido elaborados. Este miedo es frecuente en aquellos escritores que se animan, mediante la ficción, a indagar sobre los misterios del alma humana.
Es común, entonces, que los escritores pasen por distintos momentos, algunos de mucha producción y creatividad, otros donde dejan de escribir por un tiempo, también donde sólo pergeñan borradores inconclusos. Estas dificultades son inherentes al el acto de escribir y como acto creativo. ■
Muy buena la nota Andrés, creo , e insisto , creo, que a todos nos ha pasado y nos pasa dejarnos bloquear por el miedo , consciente o no. En el caso mío, y es la primera vez que los largo a la red el miedo me recortó un pedazo de mi vida: En la nefasta década del 70, viajo. Era estudiante de Psicología "semillero de subversivos" y cuando vuelvo mi madre había quemado TODO (cartas, poemas, el libro del Che...etc) Lo hizo por miedo.Despúes lo entendí: Dejé de escribir y retomo recien el acto creador en los 80.Pero aprendí que "la poesía es un arma cargada de futuro" por eso será que amo tanto el poema. Abrazos, amigos. amelia
ResponderEliminarTodos los miedos juntos y una muy buena nota, tan cierta que es de las pocas veces que digo que deberían hacer una fórmula universal para que se pierdan, después de tomarse algo así como una aspirineta. Abrazo. Mercedes Sáenz
ResponderEliminarInteresante el tema porque parte de la experiencia de un escritor. Me identifico especialmente con lo interior ( miedo a encontrarme con todo el bajaje de vida vivida ) y lo exterior ( miedio a exponerme).
ResponderEliminarUna excelente lección.
MARITA RAGOZZA