Creemos que es Jorge Luis Borges quien refiriéndose a García Lorca dice que a todo poeta le conviene morir fusilado, agregando: "A mí me gustaría morir fusilado".
Otros dicen que ningún hombre medianamente viejo soporta un archivo.
Nosotros agregaríamos que tampoco soporta llegar a viejo.
Y aquí se abren cantidad de interrogantes y posibilidades.
Imaginemos por un momento a Ernesto Che Guevara llegando en estos días a los 80 años luego de una larga vida militante.
En tal caso y luego del fracaso en Bolivia hubiera tenido que soportar una vasta cuanto aviesa "autocrítica" que, como siempre sucede en esos casos, llega a los ribetes sangrientos.
Pero estamos seguros de que la hubiera salvado vivo y con relativo éxito.
Dejando pasar las décadas infames en las que casi con toda seguridad lo hubieran matado varias veces y en varios otros lugares, supongamos que por fin se le hubiera ocurrido la más temeraria de sus ideas: militar políticamente en Argentina. Incluso casarse allí.
En ese caso también estamos seguros de que luego de grandes éxitos y grandes derrotas hoy no sería el Che Guevara, sino el doctor Ernesto Guevara masacrado varias veces por las revistas del corazón. Y que a su 80º cumpleaños hubiera concurrida menos de la mitad de la izquierda argentina (el resto lo insultaría).
Pongamos en la especulación otro caso: el de Carlos Gardel, del que ya fallecido por su avanzadísima edad hubieran quedado para su oprobio ciertas "placas" pésimamente cantadas en sus años de decadencia y malas noches. Tal vez hubiera muerto muy pobre en las afueras de Tacuarembó luego de conseguida penosamente su pensión graciable.
De los grandes ídolos del boxeo mejor no hablemos ni tampoco de los más grandes futbolistas de la época gloriosa de Uruguay.
Diríamos que de estas extravagantes imaginaciones el único a salvarse es Ireneo Leguisamo quien, además de llegar a viejo, siguió dictando cátedra.
Es uno de los casos más extraños en toda la gama de las actividades humanas. Hasta Churchill perdió las elecciones luego de haber ganado la guerra.
Todo lo contrario al caso de Sanguinetti quien ganó las elecciones luego de haberla perdido. Y aunque fue reelecto (como Churchill) no puede aguantar los archivos ni la edad y menos cuando los desclasifican.
Pero, en orden de menor cuantía, y como joyita de regalo para este año nuevo, veamos una de las tantas cosas que pasado el tiempo puede producir un archivo:
Corría el día 10 de marzo de 1986 cuando el diario "Clarín" de Buenos Aires titulaba: "Sanguinetti: 'Los tupamaros no tienen futuro político'".
"Montevideo, 9 (EFE y AP) El presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, afirmó que 'el Movimiento Tupamaros no tiene posibilidades electorales en Uruguay' ya que 'nunca tuvo una implantación popular importante'".
Más adelante Sanguinetti sentenció: "El tiempo dirá cuales son sus posibilidades en el campo político. Personalmente creo que ni sus propuestas ni su pasado permiten pensar que puedan alcanzar un nivel de aceptación siquiera mínimo en la población del país".
Desde aquel 10 de marzo (a un año de liberados los presos políticos) los tupamaros tuvimos definida acción electoral en las siguientes oportunidades:
1986 (nueve meses después del citado reportaje) contribuyendo a la proeza de recolectar 630.000 firmas para promover el referéndum contra la ley de impunidad realizado el 16 de abril de 1989 que perdimos.
Integrando el MPP recién fundado, participando en las elecciones nacionales de 1989 en las que la izquierda ganó la Intendencia de Montevideo (la mitad del padrón electoral) cosechando la primera gran victoria electoral de toda su historia.
En 1992 participamos junto al MPP y a toda la izquierda en la campaña electoral a favor de la Lista 2 para instalar por primera vez en la historia un delegado de los jubilados en la dirección del BPS y pocos meses después en el referéndum contra la privatización de las empresas del Estado, logrando un triunfo arrasador el 13 de diciembre. Salvando al Estado de la aplanadora neoliberal que lo atacaba.
En 1994 volvimos a participar triunfando nuevamente en Montevideo mientras que a nivel nacional Uruguay mostró un triple empate técnico entre los demás partidos y la izquierda que seguía creciendo.
En 1999 triunfamos en las elecciones nacionales de octubre pero no alcanzamos la mayoría exigida por la flamante Reforma Constitucional de 1996: perdimos el balotaje de noviembre al que comparecieron ambos partidos tradicionales unidos contra la izquierda. Pero volvimos a ganar en la In tendencia de Montevideo.
En 2004 contribuimos poderosamente al primer gran triunfo electoral a nivel nacional de la izquierda uruguaya. Ganamos en "primera vuelta" y unos meses después volvimos a ganar las elecciones municipales en Montevideo pero también lo hicimos en otros siete departamentos del país (8 en un total de 19).
En 2009 contribuímos a ganar nuevamente las elecciones nacionales y nuestro compañero, el tupamaro José Mujica resultó ser el presidente más votado de la historia en Uruguay.
¿Cómo hará ahora el famoso conferencista Sanguinetti para explicarle en Barcelona o en Nueva York tanto a Aznar como a Felipe González su pésimo asesoramiento? ¿Les devolverá la plata?
Se explica... ¡Y si le agregamos una dosis fuerte de Jorge Batlle vaya si se explica!, el estado calamitoso que desde hace como diez años muestra el Partido Colorado.
Una gruesa incapacidad nosotros diríamos discapacidad política, quedó anteriormente oculta por la fuerza bruta: En las elecciones de 1984 Sanguinetti ganó porque era el caballo del comisario y porque para que lo pudiera hacer perpetraron la ignominia de inhabilitar a Seregni, a Ferreira Aldunate y al propio Jorge Batlle. Corrió solo, ganó como no podía ser de otra manera y, de inmediato, le arrancó el brazo sin anestesia a su jefe de toda la vida quien además le regaló la Presidencia (es forzoso reconocerlo).
Es obvio, y lo hemos repetido hasta el cansancio, que los votos a Mujica no son votos a los tupamaros ni tampoco a su pasado.
El único que ha sostenido eso hasta el cansancio ha sido Sanguinetti. Y por sostenerlo le ha salido siempre el balazo por la culata.
Ha muerto fusilado, pero (sin entender a Borges) después de viejo. Y además con un fusil que apunta para allá pero pega para acá.
La cola del disparador (de todos los disparadores) fue accionada siempre por su dedo.
*| Escritor, senador de la República.
Huidobro no se que hace en politica,hace años que viene sacando provecho por el solo hecho de haber estado preso por delitos cometidos como robo a mano armada asesinatos, torturas etc. Victimas hubiron miuchas, los milicos no hubieran pisado el poder si ustedes se huesen quedado en su casa sin alucinar, ah y que deje de chupar que lo esta matando!
ResponderEliminarAnálisis muy interesante del lector Innoba. Lástima que no dice otro cosa que hubo dictadura porque tipos como Huidobro alucinaron sin quedarse en la casa. Simplista, demasiado simplista, y demasiado miope para analizar la realidad de América latina en los años 70. A la postre, la culpa la tienen las víctimas. Mientras tanto, los milicos mostraron su verdadera cara criminal.
ResponderEliminarWalter