El cuerpo se mueve sigiloso por las habitaciones conocidas, parece que el cuerpo no pesara, atravesando cada espacio del aire como si fuera nadando debajo del agua; las voces que desde hace años acompañan, se escuchan con algo de una lejanía, como si no hubieran estado con uno toda la vida.
Gira todo en torno a lo que debe hacerse, poco más, poco menos, que ni suman ni restan, porque es como si nadie las hubiera hecho.
Uno quisiera volverse invisible, o haber nacido invisible, para que nadie note su ausencia. Para no lastimar a quienes pretenden vernos atravesar la puerta.
Leyes físicas que no pueden romperse, tal vez sólo en un verso, o en algún sueño.
Es que se ha muerto, aunque camine al lado mío, el hombre que amé toda mi vida. Sus ojos miran cosas que yo no encuentro. Sus manos tocan ya ni siquiera sé que parte de mi cuerpo. Porque es como si a mi no me tocara; lo recorre tal vez para ver como se recupera un terreno perdido.
Se ha olvidado de mi, de mi cabeza, de ese corazón de disparate que pongo en todo lo conocido. Se ha olvidado de entenderme y no sé si fui yo quien primero, olvidé o fui perdiendo las cosas que lo hacían feliz en este raro camino.
Y he de estar, porque estoy, porque aunque haya muerto en mi, o el con una espada me haya matado de a poco con sus silencios. Y he de estar, porque igual, camina al lado mio.
Pero el alma, cuando quiere, es la peor tirana de uno mismo. Se fue hacia lugares desconocidos, se colgó de las estrellas y del viento, se cruzó con palabras, que además de amor, tenían sonido. Tenían sentido.
Se acordó de otros tiempos, en dónde el abrazo era su mejor amigo
Y ahora no sabe donde pararse, no hay escondites, ni recovecos .Todo está en el mundo, como si nada hubiera muerto.
Y viene quién la rescata, montado en algún recuerdo y se despierta el alma y el corazón en espejo.
Y se llena de un amor que ya no es para el hombre muerto, tampoco le da sepultura, porque además de estar vivo, está triste y cansado y no sabe si él quiso morirse primero. Y por no lastimarme, se quedó conmigo.
Ella que soy yo, ya no sabe si es tarde, porque no es dueña de sus sentimientos.
Quiso tanto al hombre que ahora parece muerto…
Y yo, que soy ella, levantó las alas para volar tan lejos por un amor tan grande que le llena el pecho. Por un amor de un abrazo, de dos palabras, que no tienen nombre ni apellido.
Y yo que soy ella, en una ilusión me recuesto, me acurruco como un gato de versos y terciopelo.
Mercedes Saenz
MERCI; que buen relato.Le has puesto palabrs a lo inaccesible Me encanta la tibia imágen de gato de versos y terciopelo. Un abrazo. amelia
ResponderEliminarno puedo. me dejás sin palabras. un abrazo de terciopelo. susana zazzetti
ResponderEliminarcomo a Susana: sin palabras. Gladys
ResponderEliminarUN OCÉANO DE EMOCIÓN. FERNANDO DE ZÁRATE.
ResponderEliminarMaravilloso, Mercedes. Y dolorosamente repetido en tantas... o tantos...
ResponderEliminarOlga Liliana Reinoso
Muchas, muchas gracias por la publicación y por cada uno de los comentarios. Abrazo. Merci
ResponderEliminary YO QUE NO SOY ELLA...sigo los puntos y comas de este camino labrado acompañando las sombras de este relato que me parece perfecto.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Merci: Rescato todo, y me quedo con esto: "Leyes físicas que no pueden romperse, tal vez sólo en un verso, o en algún sueño.", mientras me recuesto en tus palabras de terciopelo como ese gato, o como yo, sobornado a la caricia de tus decires. Abrazo. ElsaJaná.
ResponderEliminarYo tampoco puedo, hermana en el sentir. Gastón Peña.
ResponderEliminar¡Qué hermosura escribir sobre el amor utilizando pronombres, como el poeta Salinas, pero en un estilo muy mercediana. Felicitaciones, Merci.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
Tu relato rompe con las leyes físicas, saludos, arturo
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