Maria Meleck Vivanco. (1931). (Córdoba). Nacida en "la chunca", como dice ella, es decir: el Valle de San Javier, Traslasierra, Córdoba. Y la entiendo. Imposible quitarse de los ojos y del alma el misterio de las serranías cordobesas, la llanura con su verdor y el aroma de las hierbas aromáticas inundando el aire. Aunque resida en Buenos Aires, donde edificó amistad con Francisco Madariaga, Jorge Ariel Madrazo,y Alfredo Martínez Howard, entre otros poetas. Poesía automatista, representativa del surrealismo de la primera época, antiacadémica, con despliegue de imágenes oníricas que rebalsan misterio y profundidad. "No se debe escribir para un premio" -dice - y creo que este pensamiento, por sí mismo,entibia aún más el placer de leerla y volverla a leer. Obras: "Antología poética" "Hemisferio de la rosa" y otras. Susana Zazzetti
Enredaderas del ocaso.
Son monedas de tréboles o monedas de agua?
Compramos
seis grilletes para el temblor
Dioses de la periferia, no podrán engañarnos. Cuentan con el
sangrado sobre la piedra inerte. Esa carta del monte, enceguecida
en su verdor
por millones de eclipses, desaliños, en los árboles, la fábula
perfecta. El río impenetrable obseso de palomas.
Tornado de cuchillos sin muerte.
Juez del pánico que hace saltar el mundo
que hace enredar la vida y levantar esencias de fruta enamorada.
Sus memorias, sus tactos que sueltan mariposas.
Enredadera del ocaso cortinado de besos que cuesta
descorrer.
Con largos ladridos de luna, dibujé animales que habrían de
conocer mi nombre. Y en el furor del aguacero, en una doble fila de
perfumes los duendes del insomnio y el cielo rojo incendiaron la hierba.
Extrañamente cruel. refundada de espejos que cortaban el aire
opté por la aventura, la oropéndola enamorada de su propio capullo.
Los tiernos cirujanos desangraban las flores como si fueran
mis costillas.
Entonces permanecí desnuda, sobre la mesa helada del hospicio.
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Estoy a salvo. Los rostros no se quedan en mí.
Por casi nada, invado su lengua silenciosa. Entonces él me
destruye en éxtasis. El muy amado dibuja de memoria mi corazón.
La profesía repite la mixtura.
Todo está disponible. Todo el velamen tenso de un monte
entre aberrojos. Con sangría esotérica, emparejando.
Empieza el frenesí a reventar la grieta. Cada dos madrugadas
se transparenta el sexo y se agitan las llaves del milagro.
La balsa cadavérica que desplaza la luna.
Siete de velo, arrima fuerte su azul cobalto. El ajedrez
jaqueado, duele como ninguno. Hojas despavoridas tienen menudas
trampas que sacuden recuerdos.
Rojo en el rojo, azul en el azul.
Azar que amarillea las primicias. Las palabras, como el oro de moneda imperial.
Corresponsal Susana Zazzetti
Muy bella la introducción y muy bellas las poesías. Un abrazo. Mercedes Sáenz
ResponderEliminar"largos ladridos de luna" no imaginaba que se pudiera decir algo tan hermoso. Gracias. Rebeca Sbezzi- Córdoba.
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