martes, 19 de enero de 2010

NARRATIVA: Olga Liliana Reinoso - VELAR POR EL FUEGO


Olga Liliana Reinoso escribe poesía desde los 12 años, pero hace poco descubrió placenteramente el cuento y el ensayo. Publicó tres libros de poemas: "Estar con vos" (Rayuela, 1982), "Palabra de mujer" (Pico Duplicaciones, 1991), y "A Quemarropa" (Fondo Editorial Pampeano, 1998). Uno de narrativa “Cuentos con descuento” y el ensayo “Educar para la paz: he aquí la cuestión”.  Coordina Talleres Literarios y estudia Narración oral.
Tiene tres libros inéditos:  Crímenes impunes (narrativa). La sembradora (ficción autobiográfica). Nadie es la patria (artículos de opinión).  Difusora de la literatura regional, nacional y universal.   Organizadora de actos culturales.  Ha participado como ponente en Congresos de Literatura en Buenos Aires, Puerto Montt (Chile), Montevideo (Uruguay),  Caracas (Venezuela) y Rancagua (Chile).

VELAR POR EL FUEGO
Alrededor de la fogata, iluminada a tientas por su luz esquiva, me siento la primera mujer del Universo.
Las manos aún me arden de frotar las piedras y retengo en mi latido la emoción virginal ante el sobresalto de la primera chispa.
Su calor me protege y me defiende.
Pero entre las sombras tartamudas del ocaso, los fantasmas del miedo se agazapan y se van mimetizando con la noche.
Oigo ruidos y voces y alaridos.
Por eso lanzo al epicentro visceral de la llama todos los ornamentos combustibles que su lengua voraz atrapa en el ritual de la metamorfosis.
Debo cuidar el fuego.
Soy la sacerdotisa de una tribu diezmada y tengo que preservar el calor y la luz porque en ellos se ocultan las viejas tradiciones, los secretos de mi raza y el ondular de las palabras.
Los defenderé hasta con mi vida.
Aunque todo este ceremonial no sea nada más que un amuleto para alejar la muerte.
Mientras el fuego resista, la vida permanecerá.
Las cenizas son nuestra decrepitud y el viento del olvido puede desparramarlas hasta extinguirlas, hasta borrarlas del planeta.
Danzaré hasta parir el día.
Una por una, ofrendaré mis faldas policromas al incendio brutal de la vigilia.
Pero en la parca canción de la noche crecen animales mitológicos y voces desusadas.
Me convierto en un leve crespón que repta al crepitar en las cavernas del horror que implica ser tan mínimo y saberlo.
Esta criatura que se inmola para avivar el fuego de la transparencia y de la eternidad sufre su finitud en una agonía inmortal. La soledad terrena es mucho más pavorosa que el descenso a los infiernos.
A pesar de que se trata de un equívoco generado por la ignorancia y la soberbia de creerse tan única e irrepetible que se consume con el otro fuego. Y no distingue la verdad, no puede ver la multitud que restalla en las brasas.
Sólo un instante priva la sensatez en mi cerebro y vislumbro que allí, en la sangre ígnea sobrevive la humanidad hecha puñado de sol nocturno.
Por eso abrazo el fuego que me abrasa y me convierto en una melodía inextinguible.
Soy el fuego y me expando sobre las carreteras, en la herida letal del horizonte, o en el diente de oro del lucero.
Nadie detiene mi bocanada arrasadora.
Ardo, crepito, incendio, quemo. Doy a luz, doy calor, doy vida eterna.
Soy mi dueña y mi esclava. Soy la voz de anteriores generaciones.
Soy el fuego. ●

7 comentarios:

  1. El contorno poético se filtra en la composición de las frases. El centinela del fuego invita a la vida y al lector a unirse a su llama.
    Celmiro Koryto

    ResponderEliminar
  2. Querida Liliana, es una grata sorpresa y un enorme placer encontrarte en este blog de Artesanías.
    Es un bello relato, con mucha significación, la mujer y el fuego unidos, uniendo, anudando, dando vida. Me parece oírlo desde tu voz tan vital.
    Un fuerte abrazo desde Chile,
    Juany Rojas

    ResponderEliminar
  3. Liliana, primera vez que te leo y me impresiona el manejo de recursos y esa identificación plena, hermosa de la mujer con ese elemento tan esencial como el fuego. un placer leerte. susana zazzetti.

    ResponderEliminar
  4. Bellísimo Liliana... realmente bellísimo. Trasciende tanto los poros tal vez cómo la primra vez que el hombre vio el fuego. Un abrazo. Mercedes Sáenz

    ResponderEliminar
  5. La crepitud caliente del fuego va envolviendo lectura, mente, sentir y cuerpo. Se te lee como arrojándose a la hoguera. Tus expresiones queman abrazando pero no ulceran ni duelen. Uno se prenda de tu llama en el decir de este cuento, de imágenes poeticas que se consumen en llamas y no se harán ceniza. ElsaJaná.

    ResponderEliminar
  6. Liliana, no encontré otra forma de comunicarme con vos... pero quiero decirte que me alucinó tu poesía "reafimación de la locura" que publicaste despues de un texto (tambien buenisimo) sobre la misoginia y la literatura. Te pído permiso para citarte en mis trabajos.
    Soy de Sta Rosa, pero ya hace 7 años que vivo en Guadalajara Mx. y me dedico al trabajo de género y sexualidad en la universidad.
    un abrazo sororal
    Diana Ferrari
    dianaferrari@hotmail.com

    ResponderEliminar
  7. después, también, pido (fe de erratas) Diana

    ResponderEliminar