sábado, 23 de enero de 2010

PÁGINAS ABIERTAS — CAMBIO DEL ESTADO (la única verdad es la realidad...)


Por Eleuterio Fernández Huidobro |*|

El autor de esta nota (no apta para cultores de la personalidad), de quien hemos publicado en estas páginas  Morir Fusilado  (enviada por Ernesto Ramírez, quien también ha mandado la presente) se esmera en apantallar el rubor de aquellos que piensan igual pero “se acobardan, no se atreven, no se animan” a expresar en alta voz lo que es una antigua y callada verdad: el ocaso de las utopías  “socialistas” según fueron formuladas por los cultores y cultivados próceres de la personalidad en el siglo XX. En tanto sigamos siendo víctimas del dumping de China y sus “congresos”, en tanto millones de trabajadores del “mundo capitalista” sigamos siendo víctimas desocupadas y hambreadas del mundo de la explotación gracias a las “exportaciones” chinas, no dejaremos de decir con el Viejo; la única verdad es la realidad...  Andrés Aldao.


Deseamos ser socialistas por la sencilla razón de que el socialismo es bueno y no porque sea necesario. Sin embargo, hay gente que lo considera bueno porque es necesario.
El grandísimo problema es que a la palabra "socialismo" la prostituyeron tanto que desde hace un tiempo hasta Sanguinetti lo proclama.
De modo tal entonces que a esta altura del partido usar tal palabra es decir cualquier cosa.
En estas cálidas "tenidas" del verano hemos disfrutado algunos debates totalmente plurales, libres y desprejuiciados en los que, por ejemplo, un queridísimo compañero sostuvo tenazmente que UTE no era una empresa capitalista. Hasta incluso cuando por vía química se le fue exaltando el espíritu, lo siguió sosteniendo tal como aquella vieja que ahogándose con un riel atado en las piernas, sacaba las manos para afuera y por señas le seguía diciendo ¡piojoso! al feroz marido (si alguien necesita explicación acerca de esas señas podemos enviar croquis explicativo por e-mail).

Después, ya en la carpa y panza arriba, lo pudimos entender... Las empresas del Estado, y el Estado mismo son, para muchos, algo que nada tiene que ver con el capitalismo tangible y confeso. Incluso llegan a decir, ya totalmente perdidos, que las empresas del Estado y el Estado no sólo son socialistas sino que son el socialismo que, precisamente, consiste en ellas.

Sueñan un país totalmente transformado en empresa pública donde hasta la locomotora del manisero del Parque Rodó (y el manisero) están "socializados" e incluso debidamente planificados en el gran centro planificador total porque se puede, gritan, calcular científicamente cuánto maní come una población flotante dada en el Parque Rodó los domingos si llueve como si no llueve, si es invierno o es verano, si juega Nacional, Peñarol o Defensor, o si no juegan... Incluso ensayan al efecto una ecuación complicada como calzoncillo de pulpo por la que se demuestra por A más B lo de los manises.

Las ventajas son indiscutibles: el manisero en primer lugar no marcará tarjeta, podrá "certificarse", atenderá al público luego de sus horas de descanso, sus comidas y sus colaciones, atenderá a los amigos o a los que traigan tarjeta de los amigos sirviéndolos muy generosamente, recibirá las propinas, usará uniforme a cargo del Estado, cobrará el laudo (que incluye la amortización de la locomotora) por ocho horas en el Parque Rodó (seis en verano con dos extras) y salario triple en ambos casos los sábados, domingos y feriados, presentismo y productividad, aguinaldo, canasta navideña y salario vacacional, aumentos automáticos por antigüedad y la debida carrera administrativa dentro del rubro "maniseros" que lo puede llevar simplemente por lo dicho (antigüedad) nada menos que a director general (y nacional) del maní callejero que agrupa a todos los maniseros del país. Con delegado en el Ministerio de Relaciones Exteriores y contactos con
 todos los maniseros del mundo que, por otra parte organizan Seminarios a una vez por semana y por país con todos los gastos pagos... O a cualquiera de las gerencias y cargos divisionales y departamentales de la nueva repartición socialista del Estado. Derecho a nombrar sus secretarias, a ingresar nuevos maniseros, a que sus parientes hereden la locomotora y el Parque Rodó, comida gratis de lunes a viernes en el comedor de los trabajadores del Parque Rodó, servicio de sanidad para los maniseros por fuera del Fonasa y, finalmente, derecho al uso de la colonia de vacaciones de los maniseros en Punta del Este (que habrá sido debidamente expropiada a esos efectos sobrando lugares para todo tipo de eventos e interminables reuniones de un tan bello socialismo).

Obviamente, el suministro central de manises será otra empresa cuyos gerentes serán entrañables amigos de sus pares maniseros, como los de la fabricación de locomotoras que será otra empresa, el servicio de sanidad otra, el parque de vacaciones otra y así sucesivamente pero todo del Estado. Decir socialista sería ocioso.

Podríamos analizar ahora el fabuloso tren fantasma socialista pero lo dejamos para después.

La reseñada no es más que una deformación criolla del marxismo muy meritoria por su tenacidad y vejez pero de ninguna originalidad. De ese modo el socialismo viene a ser un batllismo exacerbado y por eso muchos de sus acólitos votaron al Pepe de quien ahora esperan la consabida profundización de los cambios en esa dirección inconfundible y por vía de la reforma del Estado que deberá defender y ampliar las históricas conquistas de la clase obrera, etcétera. Por otra parte, si bien hicimos muchísimas cosas buenas, lo cierto es que durante veinte años también practicamos esa vía al socialismo en
la Intendencia Municipal de Montevideo con resultados que a la vista están.

A no afligirse exageradamente: los indiscutiblemente aguerridos, valientes y tenaces guerrilleros vietnamitas que lograron vencer a tres colosales imperios en treinta años de lucha, no han podido desde
1975 a la fecha derrotar la burocracia estatal ni a sus colosales corrupciones. Así lo confiesan y hasta lo protestan como para pedir ayuda internacional, en los documentos emanados de sus congresos y en las publicaciones informativas que envían a todas las embajadas del mundo. El caso chino es de similares características pero ya del tamaño sideral de China.
Ni aquéllos temibles partidos, ni sus ejércitos, ni las amenazas de fusilamiento en masa, lo han logrado.

Por el contrario, los más grandes nuevos millonarios de aquéllos lares y que por ende pronto lo serán del planeta, son el fruto de tales negociados. Cuando la "apertura", fueron los primeros en entender las leyes del capitalismo sencillamente porque desde hace añares ya eran capitalistas.
Nos sorprendió hace mucho que en la flamante ex Alemania Oriental los nuevos gerentes de
la Mercedes Benz, designados de inmediato, fueran los que ya lo eran en las fábricas de los autos Travi.
Quedaron donde estaban pero ahora desembozadamente. Porque a la vez sorprendidos ante nuestra sorpresa, varios amigos alemanes de las dos ex Alemanias informaron: - "Ya eran gerentes de
la Mercedes Benz desde hace añares". Triste desayuno, el nuestro.

Para ir a la reforma del Estado se debe en primer lugar definir qué Estado queremos para ayudar a construir el Uruguay Productivo, honesto y de primera. Y para no ponerle troncos en la rueda, porque no cualquier Estado sirve. Y menos el que tenemos que ha sido creado, criado y entrenado para aplicar programas blancos o colorados pero jamás para otro tipo de proyecto nacional. Mucho nos tememos que la palabra reforma quede corta. Preferible la palabra cambio. Porque la idea que tenemos del Uruguay que queremos, y que el futuro exige, no puede avanzar ni un tranco de pollo con este Estado tan solamente "reformado". Esto no se arregla comprando el toque de rubor para las mejillas. Ni poniéndole vedín a las ojeras para pintar de amor tamaña máscara de arcilla.

Este Estado es indefendible salvo que se tengan las extravagantes ideas reseñadas. O las de la derecha.

* Escritor, senador de la República Oriental del Uruguay.


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