sábado, 20 de marzo de 2010

MARTA PIZZO

 



8 hs. Punto - (talleres clandestinos)


Talleres clandestinos, ropa sucia
por paga miserable del negrero
vampiro que recluta la penuria,
patrón en el infierno de los lienzos.

La máquina no para ni por puta.
Afuera, vino tinto y carcajada;
en el taller, zurcidas dignidades,
colchón, cama caliente, agotamiento.

Sucio galpón de sótano inmigrado,
trabajo humedecido en servidumbre,
inviernos ateridos, sin alumbre
veranos de sudor, sin almanaque.
Para que aguante el lomo, alguna coca
moldea entre la bronca del obrero
rutina carcelera que transcurre
oculta, sin que el diario la destaque.

Talleres clandestinos, asesinos.
Un mundo paralelo y ventajero,
sin sábanas, amor, ni documentos,
y un juego de pelota los domingos.

Pero del otro lado de la histeria
del shoping, el consumo y el mercado,
al pie de una Alameda venturosa
se hilvana lo más bello de lo humano.

Luchar por dar un corte todos juntos...
No más trabajo esclavo: 8 hs. PUNTO

2 comentarios:

  1. Un dolor clandestino emerge del poema y araiga en el corazón del lector. Su bandera flamea en el respeto del trabajo y el trabajador y es digno de lucha.
    Celmiro Koryto

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  2. Un poema popular, proletario. Sin rebusques: el drama de las costureras superexplotadas, de las que ganan su pan en los talleres clandestinos al margen de la ley. Tal vez por la identificación con el oficio de mi padre. Tal vez por haberlas conocido durante la década infame. Tal vez como recuerdo señero del libro "East River", de Shalom Ash, donde retrata a los talleres del vestido y la tragedia en uno de ellos por culpa de un incendio, una trampa para las obreras. A partir de este poema-denuncia de Martita Pizzo, muchos recuerdos fueron despertándose en mi memoria.
    Andrés Aldao

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