jueves, 25 de marzo de 2010

C. ARTURO TRINELLI


Noche en la ciudad

Breverías

EL ENCUENTRO 
     
El encuentro se produjo en un día de lluvia. Donde fijaba la vista descendía el manto gris que eclipsaba a los demás colores. Me acerqué  a la ventana de la galería. Esquivé la rutina de una gotera y vi varias gotas de lluvia que corrían por el cristal para perderse en la multitud anidada en un charco. Las lajas del patio estaban cubiertas por un resplandor que se sacudía al compás de botones burbujeantes aquí y allá. De pronto, ahí estaba él, su presencia verde apenas rompía la monocromía como un punto y aparte.
      Estuvo quieto un instante. Lo imité y nuestras miradas se cruzaron, la de él, gris como el tiempo. Entonces, por las dudas, me alejé  con un gran salto que salpicó la nada a mi espalda.  

LA  TORTURA 

   Esperé en una habitación junto a otros compañeros de infortunio. Deseé que nunca llegara mi turno, pero el estar vivo lo aproxima todo.
   Asistido por otra persona, entré en una sala de moblaje austero. En un ángulo, un parlante dejaba escapar el sonido balsámico de melodías conocidas. Me recostaron en un sillón y una cadena se sujetó a mi cuello.
   Un hombre encendió  un poderoso foco. La luz entornó mis ojos como una flor marchita. La sesión estaba por comenzar en el punto exacto de lo que llamamos destino. Faltaba solo la orden que ya intuía. Mi cuerpo se estremeció y el miedo me hizo encoger las piernas.
   La voz sonó  autoritaria:-Abra la boca,-dijo el dentista. 

LA MUTACIÓN 
     
 La  informalidad del fin de semana quedaba atrás en cada surco de la máquina de afeitar. Frente al espejo el hombre comenzaba a ser él mismo.
      Cuando se perfumó la cara notó algo extraño en el bigote. Enseguida, con el pensamiento, repasó las decisiones a tomar en la empresa. Al anudarse la corbata vio crecer sus uñas pero no se inmutó. Terminó de vestirse y tomó el maletín. En un último repaso de su imagen observó una exagerada vellosidad en la cara afeitada y un estiramiento excesivo en las orejas. Quiso despedirse y solo consiguió gruñir. Entonces, feliz, subió al auto y se alejó aullando al trabajo. 
  
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5 comentarios:

  1. tres microcuentos que poseen la fuerza de la palabra en sus temáticas diferentes. cada uno impacta por su núcleo, muy bien narrado. extrañaba tu forma de contar. saludito cordial. susana zazzetti.

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  2. Qué sorpresa!! Trinelli, con mini-relatos, me encantó el primero y con ese me quedo. Siempre he pensado que para un narrador que escribe habitualmente más largo, el procurar un modo más breve pasa a ser toda una hazaña. Un abrazo amigo.

    Lily Chavez

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  3. Breves y sabrosos como un mate, sebado uno a uno en la mutación de la tortura me halla más a gusto en el encuentro salto de rana y salpicando.
    Un gusto...amigo
    Celmiro Koryto

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  4. Arturo, sé concienzudamente que estas "breverías" son un desmentido, una réplica a quienes te acusan de "larguero", de narrador extenso. Tu "venganza" la veo como una raviolada con tuco y dos vasos de merlo sin soda, todo satisfacción. Para evitar que el lector desprevenido no crea que te has mutado... va la foto con el protagonista de La Mutación, La pregunta es: ¿quién de los dos es Trinelli? el editor

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  5. AY Ay esto es una maratón, yo le gané a Celmiro, ahora Andrés me gana a mi. Iba a decir lo mismo, desde otro lugar , cuando lo conocí a Trinelli fué en un relato canil, ahora con esta foto todo me cierra !redondo como una nuez! Guau,Guau. Amelia

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