jueves, 25 de marzo de 2010

 JOAQUIN GIANNUZZI
                  Lluvia en la ciudad

Muchacha en una fotografía

Parece domingo en el jardín y en todo el mundo.
La escena ha demandado
mucho cielo para mi gusto, pero la causa
es tal vez una convicción secreta del fotógrafo.
En el fondo, una vibración moteada
de sol, con flores y hojas que se acumulan
hasta obtener una alegría
que no necesita explicación.
De modo que ella esta de pie,
sonriendo enteramente, con un resto
de viento en los cabellos.
Pero mira hacia adentro y se complace
en su anónima carne y supone que la imagen
retiene algo más que su parte mortal.
Si en eso se equivoca es asunto suyo
y nada puedo hacer al respecto. O quizás tenga razón
y de este lado
la superficie de la existencia
me despedaza y devora por dentro y por fuera.

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Lluvia nocturna detrás de la estación de servicio

Bajo la lluvia nocturna, una tumba caótica
de cosas abandonadas a sí mismas
que demora en cerrarse. Pero todavía el conjunto
puede volverse creador sobre su propio sueño.
En esta decantación del desorden
una fría suciedad pegajosa, un estado de frontera
de objetos a punto de perder su identidad.
En la inmóvil confusión gotea el agua
silenciosa. Envuelve llantas reventadas,
botellas astilladas, ruinas de plástico, recipientes chupados,
cajones despanzurrados, metales llevados
a un límite de torsión, quebraduras,
andrajos no identificados, asimetrías tornasoladas
por la grasa negra. He aquí una crisis de negación
en esta abandonada degradación intelectual
de criaturas seriadas, nacidas a partir
de la materia martirizada, la idea y el deleite
y que fueron manipuladas, raspadas, roídas, girando
sobre chapas rígidas y correas de transmisión
y en definitiva condenadas por lo monótono.
Pero en aquella derrota humana de las cosas,
en los desperdicios mojados podían descubrirse
figuras creadas a partir de la mezcla,
diseños irreales arrebatados a lo fortuito:
y entre gotas de lluvia y aceite quemado
una intención de belleza y de formas cumplidas
bajo la maloliente oscuridad.


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3 comentarios:

  1. No hace tanto, cuando le hice una nota a Hugo Caamaño (amigo también del querido Máximo) fue en un café, en el Opera, y Hugo no sólo contaba de sus cosas, de su vida, de su escritura, cada dos por tres se daba vuelta hacia una mesa cerca del mostrador e inevitablemente tiraba bocadillos de sus reuniones en ese lugar con Giannuzzi , yo había leído bastante de él pero a partir de Hugo, empecé a comprender su poesía,que evidentemente tenía mucho que ver con su forma de ser y ver las cosas. Y leer ahora estos poemas, le dio un sabor muy dulce a mi mañana. Gracias

    Lily Chavez

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  2. Hermosa su prosa poética donde describe tan bien la carne como el metal y sosiega todo mi hambre.
    Celmiro Koryto

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  3. Nada que no haya dicho este genial poeta. Gracias por trerlo. Amelia

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