miércoles, 24 de marzo de 2010

EDGARDO KORDON

Crónica de un viaje


2009 – Once

Estoy por subir al tren Sarmiento con destino al Oeste. Es la primera vez, en más de 30 años, que lo hago. Hay poca gente en el andén. Estoy algo ansioso, no sé muy bien por qué, o tal vez sí. Hace un tiempo recibí una carta anónima con instrucciones para realizar este viaje. La había dejado guardada en un placard. Hoy decidí seguir las consignas e iniciar esta travesía tan particular. No tengo claro cuál es el destino final y por eso siento un malestar que no puedo explicar.

2001 – Caballito

Llegamos a la primera estación del recorrido. Al pasar por el estadio de Ferro, se escucha el murmullo de la gente. También se siente, a lo lejos, un canto: “Que se vayan todos”. Cada vez con mayor intensidad. Aún no sé el destino final de mi viaje. El malestar se va apoderando de mí.

1995 – Flores

Segunda estación. Los “Vecinos Sensibles” de Flores están preocupados. Carlos Menem acaba de ser reelecto. El malestar ya se adueñó de mí por completo. Ahora estoy angustiado. Deseo saber el destino del viaje, pero no puedo. Sólo me enteraré al llegar, según decían las instrucciones. ¿Cómo me daré cuenta que llegué? La duda me carcome.

1989 – Floresta

Tercera estación. Nuevamente Carlos Menem es el protagonista. Percibo que la gente está ilusionada, luego de un período turbulento, lleno de levantamientos militares, inflación, crisis económica. Claro, aún no llegaron el desencanto y la bronca. En este momento siento un poco de alivio. Ahora hay alegría y esperanza en el ambiente y yo me contagio.

1985 – Villa Luro

Cuarta estación. El tren pasa por la cancha de Vélez y se vuelve a escuchar el murmullo de la gente. También se siente, a lo lejos, un canto. “Ahora. Ahora, resulta indispensable, aparición con vida y castigo a los culpables”. Cada vez con mayor intensidad. Es el momento del juicio a las juntas. Todavía no llegaron el punto final, la obediencia debida y el indulto. Me estoy tranquilizando. El viaje es extraño. Sigo sin conocer el destino pero me siento bien, estoy cómodo.

1983 – Liniers

Quinta estación. “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”, se siente. Las calles son una fiesta. Ganó Raúl Alfonsín, pero todo el pueblo está festejando la vuelta de la democracia. Ahora sí, definitivamente estoy bien, no me preocupa mucho mi destino. La alegría de la gente es contagiosa. Acabamos de salir de un período tenebroso de nuestra historia.

1982 – Ciudadela

Sexta estación. “El que no salta es un inglés”. La gente grita entusiasmada. No los entiendo, no me contagio de esta alegría. No me gusta la guerra. Sé que hay chicos de 18 años muriéndose de frío, de hambre o bajo las balas británicas, allá en el Sur, mientras acá saltamos y nos ponemos contentos porque nos cuentan que “vamos ganando”. Me vuelve el malestar, con mayor fuerza que antes de iniciar el viaje. Otra vez me preocupa hacia dónde voy. ¿Faltará mucho? Siento que me estoy quedando sin aire.

1978 – Ramos Mejía

Séptima estación. Acabo de llegar al barrio de mi infancia. Veo gente agolpada delante de un televisor, mirando la final del Mundial. “El que no salta es un holandés”, se escucha con fuerza. Pero también se sienten, los mudos gritos que me transmiten los paredones. Cada vez, el malestar es mayor. Ahora es miedo lo que siento. No sé el motivo, pero estoy aterrado. Me bajo del tren. Una fuerza extraña me arrastra, paso por la plaza de Ramos, la Iglesia, camino un par de cuadras y doblo a la derecha. A lo lejos, diviso una escena escalofriante. Un Falcon Verde llega a alta velocidad y frena chirriando las cubiertas. Se bajan cuatro encapuchados e ingresan bruscamente a una casa. Sigo caminando y me voy acercando al lugar. Estoy a 100 metros, ahora a 50. Se llevan a alguien. Es una persona joven. Lo arrastran pero, antes de que lo encapuchen, alcanzo a ver su rostro. Estoy ahí, a centímetros de distancia. Nadie parece percatarse de mi presencia. Ahora entiendo mi miedo, mi malestar. Estoy parado justo frente a mi domicilio de antaño. Es el pasado que regresa.

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8 comentarios:

  1. Un recorrido original y comprometido, desde el presente hacia el maldito proceso, de la pluma de un nuevo colaborador de Artesanías, Edgardo Kordon. Bien escrito, una contribución al recordatorio de los crímenes de lesa humanidad. Espero que los lectores sepan acoger por sus méritos a este nuevo colaborador. Andrés

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  2. ES PRECIOSO ESTE CUENTO PARTICULARMENTE YA LO HABIA LEIDO EDGARDO ES UN GRAN ESCRITOR.
    TE FELICITO POR SER PARTE DE ESTA PAGINA

    SALUDOS

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  3. Original relato que transmite el regreso constante del protagonista a su punto límite, un abrazo de recepción al autor ( el apellido ¿ es una casualidad?) Carlos Arturo Trinelli

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  4. El apellido no es casualidad. Bernardo Kordon, un excelente y lamentablemente olvidado escritor, era primo hermano de mi padre.

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  5. Felicitaciones compañero de taller literario!!!!
    y amigo por supuesto! exito en el camino de la palabra.
    Griselda Pereyra

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  6. FELICITACIONES Edgardo!!!.Una vez más tu sensibilidad nos permite la memoria ,ésta vez en una sorprendente regresión que nos acompañará para siempre a quienes vivimos ése pasado.
    Raquel Natole

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  7. Felicitaciones Edgardo! Muy merecido y conmovedor, sobre todo, para quienes hemos compartido ese pasado
    Silvia Malacrida

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  8. Ingeniosa e inteligente tu manera de regresar al pasado.
    Sigo tus pblicaciones y te felicito Edgardo.

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