FABRIZIO ESTRADA.
Honduras. (1974). Obras "Sextos de lluvia" "Poemas contra el miedo" "Solares" y otros.
Punto de retorno
Jamás se regresa,
volver es un jamás
que nunca cede.
Veinticuatro horas después
somos otros
creciendo inéditos,
buscándonos,
de la misma forma
cuando niños nos buscábamos en sueños
y no lo podíamos explicar al despertar,
cuando el sol era blanco
y la gente comenzaba a andar
y ya no estábamos perdidos.
A ese lugar nunca se vuelve,
por más que lo intentemos,
somos gente vieja
aún recién paridos.
Ojo de celda
No hablo de calendarios
ni de cálculos suplicantes.
No hablo del rubor resbalando por el cuello,
ni del rasgo,
ni del monosilábico día.
Hablo del mismo que ve correr sus ojos
hacia el seno de las rameras,
hablo del codo opuesto
y de la claustrofóbica forma al contemplar.
Hablo de la ausencia,
del maldecir unánime y de las estatuas,
del territorio prohibido y de los pies invasores.
Hablo de todo cuanto puedo:
del soslayado amor que pretenden las manos,
de la fría estrechez que soportan los dedos.
No hablo de honestidades
ni de amor
ni de esclavos,
hablo tan sólo humano,
clínico
tan vasto
demencial entre dientes.
corresponsal Susana Zazzetti.
Punto de retorno
Jamás se regresa,
volver es un jamás
que nunca cede.
Veinticuatro horas después
somos otros
creciendo inéditos,
buscándonos,
de la misma forma
cuando niños nos buscábamos en sueños
y no lo podíamos explicar al despertar,
cuando el sol era blanco
y la gente comenzaba a andar
y ya no estábamos perdidos.
A ese lugar nunca se vuelve,
por más que lo intentemos,
somos gente vieja
aún recién paridos.
Ojo de celda
No hablo de calendarios
ni de cálculos suplicantes.
No hablo del rubor resbalando por el cuello,
ni del rasgo,
ni del monosilábico día.
Hablo del mismo que ve correr sus ojos
hacia el seno de las rameras,
hablo del codo opuesto
y de la claustrofóbica forma al contemplar.
Hablo de la ausencia,
del maldecir unánime y de las estatuas,
del territorio prohibido y de los pies invasores.
Hablo de todo cuanto puedo:
del soslayado amor que pretenden las manos,
de la fría estrechez que soportan los dedos.
No hablo de honestidades
ni de amor
ni de esclavos,
hablo tan sólo humano,
clínico
tan vasto
demencial entre dientes.
corresponsal Susana Zazzetti.
La soledad desde la ilustración se desliza en el poema .Pérdidas y paradojicamente el goce ante el magnífico poema. Gracias Su. Amelia
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