CRISTINA VILLANUEVA
prosas poéticas
Pecados vegetales*
a León Ferrari
Los pétalos forman una alfombra, casi una piel, con poros entreabiertos penetrados por hebras de pasto, aire casi. Sobre la tela-flor ella puso textos, sobre los textos la voz, que atrajo a otra voz que hizo lugar a un cuerpo. El se montó sobre la piel vegetal por extraños caminos del lenguaje. Abrazó a las encabritadas flores carnosas, con su sonrisa verde, su olor a madera, su peso de árbol. Ellas le dieron a tomar savia del centro dador doble-corolas-pechos. El hombre y la mujer semiescondidos en la selva continua, estambres, hojas, ojos. La mirada del sol abre la cúpula de ramas para entrarles tatuajes de luz en la desnuda sombra de los cuerpos.
Ellos descansan entrelazados, escuchando el murmullo suave de insectos,
pájaros y mariposas.
Sonríen, han escapado a los pecados de la carne que los amenazaban con fuegos desde la infancia.
El azar y el deseo
Ellos descansan entrelazados, escuchando el murmullo suave de insectos,
pájaros y mariposas.
Sonríen, han escapado a los pecados de la carne que los amenazaban con fuegos desde la infancia.
El azar y el deseo
El jardín colmado de sorpresas, como la vida. Un infinito pequeño .El azar es una forma del deseo piensa, mientras ve plantas que algún viento llevó a un cruce singular. Así, en un cantero con flores, sucesos que seguramente se dieron en la noche, crece una planta hija de la que estaba en el extremo opuesto. Las razones botánicas, los placeres del intercambio, generan una riqueza inesperada. El otro verde, el tono distinto, no es rechazado como a veces sucede entre los humanos. La humedad, una música, la piel de unas hojas contra otras, dejan algún regalo para descubrir en la mañana. El café se adelanta en el perfume, una flor de un rosado masculino, como el de la langosta, avanza hacia otra, rosa, pequeña, femenina, abierta apenas en la espera. Los pájaros caminan sobre el pasto como sobre uno de los sueños del mar. Mientras el café desarma en la boca el jugo de sus granos de vida, las dos flores duermen su abrazo de amantes. En recortes, ventanas abiertas, espacios tejidos entre las ramas, aparece el cielo como las letras de un mensaje a descifrar.
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
El interjuego amoroso y el misterio de la naturaleza, icluídos el hombre y la mujer; bellísimo Cristina.
ResponderEliminarVa un abrazo.-
Betty
Hermoso CRIS, y sobre todo a quien lo dedicás. ROBERTO
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