Voy a contarte un cuento que otras saben.
Las menos como tú jamás supieron.
Era un juego de a dos pues se enfrentaban
un rey hermoso y una reina a besos.
Y érase que ella alegre se moría
como última tecla en cada beso.
Y él riendo tomaba con su boca
un poco de su lengua y de su aliento.
Pasó el verano bajo el puente chino,
sopló el otoño y garuó el invierno,
volvió la primavera y se marchó
detrás de un par de niños aquel juego.
Y érase esa mujer que aún lo amaba,
y moría de pena, pero en serio.
Y érase la tristeza en el ciprés
la hora en que llovía en ese reino.
Noviembre 2009 '''''''''''''''''''''''''''''''''''
Ternura y magia. Para escribir así, la autora seguro que vive en el reino en el que todo es posible: la literatura.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
...dentro de un mundo de sortilegio son imagenes,con las que se pueden armar un conjunto de haikus o tankas de bella calidad.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Delfina, una vez más el poema parece surgido de una galera mágica. Impecable.Preciso y una historia que merece aprenderse de memoria. Mi admiración y abrazo. Mercedes Sáenz
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