En tu melodiosa desnudez
escribo el estallido que no te abandona:
¿cómo escapar?
Luz y pregunta
en tu cabeza acostumbrada
a la rebeldía del cabello
ondeando los misterios del mundo.
Tiene el alma su división
iluminada en heliotropos abiertos
que partirán mañana
como si fuera la última lluvia,
la última gota abrazando
la respiración de la noche.
Vuelan las gaviotas
y nadie responde
en el fondo de mi garganta.
escribo el estallido que no te abandona:
¿cómo escapar?
Luz y pregunta
en tu cabeza acostumbrada
a la rebeldía del cabello
ondeando los misterios del mundo.
Tiene el alma su división
iluminada en heliotropos abiertos
que partirán mañana
como si fuera la última lluvia,
la última gota abrazando
la respiración de la noche.
Vuelan las gaviotas
y nadie responde
en el fondo de mi garganta.
Tocas en mis costados
el laberinto y todas sus sendas
ceñidas al color de tu voz
y al tacto ondulado de tu vista.
Si la voz se sintiera con los ojos,
cáliz desquitado en las carcajadas anegadas
del llanto vacío de hoy, del día que se acaba.
Atiéndeme, se va mi fuerza haciendo nube,
te miro y no llego, amor en las palabras.
Te digo: espérame…
cuando ya, otro rostro, nos sonríe.
imágenes sensitivas destellan en cada verso, ternura, evocación: presentes " en el día que se acaba." susana zazzetti
ResponderEliminarBella poesía en dónde además dice opuestos y ambiguos, cómo casi todos los sentimientos. Me gustan mucho. Abrazo Mercedes Sáenz
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