martes, 16 de febrero de 2010

POEMAS DE JAIME LABASTIDA

pensamiento


Poeta,  periodista y ensayista mexicano nacido en Los Mochis, Sinaloa en 1939.
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, también realizó allí estudios de postgrado y ejerció como profesor. Formó parte del grupo literario La Espiga Amotinada, fue director de la revista Plural y presidente del Instituto Mexicano-Cubano de Relaciones Culturales. Actualmente es Miembro de Número de la Asociación Filosófica de México,  Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua y director de Siglo XXI Editores. Ha publicado, entre otros libros, "El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana" "La palabra enemiga", "Elogios de la luz y la sombra", "Humboldt, ciudadano universal", y "Cuerpo, territorio, mito". Parte de su obra poética está contenida en "El descenso" 1960,  "La feroz alegría" 1965, "A la intemperie" 1970, "Obsesiones con un tema obligado" 1975,  "Las cuatro estaciones" 1981, y "Dominio de la arde" 1991,  integradas en el volumen"Animal de silencios". (Selección de Artesanías

En el centro del año

El sol es nuevo cada día.
Heráclito


Hoy he tocado tu corazón, sombra desnuda 
o vorágine o sola nota de dolor obstinado.
Hoy he tocado tu corazón en las yemas
de los dedos y he oído el mismo agudo acento
que llevó a los amantes al amor
desgarrado y a los pactos suicidas.

El año está en su centro y se desploma
lo mismo el sol ya derretido que el agua
musical y clara. Detrás del sol yo veo
una armonía destruida por las sombras tercas.
Nada nuevo se yergue bajo él: Cleopatra
modida por el áspid o la muchacha
que después de abortar se ahorca con su media,
rayo, avión o nube combatica. ¿Todo es igual,
desde hace siglos? ¿Ballesta o bala trazadora,
tú o Casandra, la de nombre arrasado? Lo húmedo
se seca, asciende y se contrae. Lo seco
se humedece, avanza y retrocede. La arcilla
se hace águila; el buey lame el salitre
con su lengua de trapo. Pero todo es distinto.
El amor de Alejandro no es el mío y sus labios,
con ser labios como los labios de cualquier
mujer, son solamente indescriptiblemente
tuyos. Todo es nuevo bajo este sol, agua,
deleite o muerte compartidas.
¿Para qué atormentarnos y roer
nuestros sueños como si fueran fósiles
por arena y cristal conservados? Me levanto
y deliro. El sol, el mismo sol entonces,
es nuevo cada día, su violencia se altera
de minuto en minuto. La alegría de tu rostro
sube ya, vegetal, desde la sábana
y recobra en los ojos la luz de la ventana
(aquella luz, empero, corroída por distintos
cristales). Hoy he tocado tu corazón
como una gota de ámbar o milagro obstinado

Hoy he tocado tu corazón en las fronteras
de tus ojos y le he oído latir tranquilamente,
cn la mansedumbre del agua que bulle dormida.
Tu cabello negro, que absorbe luz a borbotones,
me arrastra a donde el mes de agosto
se dilata. Somos remeros sordos en las aguas
contrarias: tu barca va en mi sangre,
mi remo ya perfora tus nostalgias profundas.

Como dura puerta

                                          Para Valentina

Aprieto mis espuelas
en el ijar de consonantes,
me simplifico de este modo longitudes.
Sé lo que digo.
Me brotan letras unidas en un signo:
el de tu nombre.
Y estoy como mareado
de tanta resonancia total.
Maduré para ti horas enteras
y llegué a tu camino por derecho.

Y sin lóbrega luz me voy ahora
hasta tus pasos.
Sosténme, te sostengo.
Apóyate, me apoyas.
Caminemos ya juntos,
pueblo, mujer míos.


* * * * *

Diálogo y  migraciones

Fue entonces cuando aprendiste a dialogar,
quizá de noche, con voz de migración y cataclismo.
Entonces aprendiste a hablar con un rumor de pozo.
Volcada, salías de ti y en ti permanecías.
Descubriste en tu vientre un objeto vecino
en el que concentraste un trabajo paciente,
un amor de minutos sostenidos. No hubo dolor.
Desgarramiento acaso, que mujer te hacía.
En ti edificabas un motivo de riesgo,
una elección posible ante una encrucijada.
Escribo estas palabras frente a tu gravidez.
Y luego vienes a leerlas.
Tu mirada de amante trastorna los poemas.


* * * * *


El júbilo se enciende

La memoria es una piel que tu recuerdo llaga,
una herida de torpe geometría,
es una carne, un nervio vivos.
Lacerada memoria donde el fuego
es la violenta agua apaciguada.
Miro así tu jadeo,
en ese mar, en esas olas me hundo.
Qué hermosa sed que nunca más se sacia,
qué agua: no apagas sino incendias.
Tu cuerpo resplandece con mi yesca;
tallo tu imagen de carbón
y es fósforo, sol, óxido el que brota
de esta chispa de luz.
Rescoldo quedan nuestros cuerpos y aluzamos
todo cuanto habita la pieza.
El júbilo se enciende.
De los cuerpos que se besan
viene este parto de la brasa.
Los objetos adquieren sus perfiles de gracia
y desdeñan la sombra.


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4 comentarios:

  1. Tocan el corazón estos poemas . Hacen referencia a una intimidad que irrumpe para llenar un vacío.Excelentes.
    MARITA RAGOZZA

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  2. "hoy he tocado tu corazón", qué bella expresión, me suenan estos poemas a una entrega íntegra, segura. un placer leerlos. susana zazzetti.

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  3. Cuanta pasión y a la vez ternura. Poemas para leer en voz baja. Hermosos!!! amelia

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  4. Realmente una muy buena y bella selección. Abrazo. Mercedes Sáenz

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