jueves, 4 de febrero de 2010

NARRATIVA: S & D DERRIBOS – Ernesto Ramírez

AMAGAT

 S & D DERRIBOSErnesto Ramírez

La estructura es muy compleja, producto de una inversión sin precedentes. Cuando se produzca el derribo seguramente no le gustará, pero ya será tarde, nada podrá hacer, comenta mi jefe –me cuesta acostumbrarme a llamarlo así mas todo cambia y hay que adaptarse. Lo escucho y consciente de cuanto confía en mi, no puedo evitar angustiarme. Conozco el grado de preocupación que le aflige y temo que mi falta de responsabilidad acabará por defraudarlo.  
Esto sucede mientras observamos el enorme despliegue que agita el bajo. Pequeños, más grandes, medianos, algunos esquilados y otros sin, sumisos, apretujados y majaderos, conforman un rebaño colosal que desde hace tiempo lo invade todo por las mañanas. Alborota pero es manso, –me advierte- a pesar de eso y de su corta visión no hay que dejarse engañar porque siempre surgen crisis de violencia.
Haz de tomarlo como una unidad, -parece explicarme aunque suena más a una orden- sólo así se adquiere consciencia de la dimensión de nuestra tarea y a la vez le resta complejidad. De esta forma podrás concentrarte sin problemas en aplicar tu energía en el meollo.
Avanza por las veredas como si fueran interminables bretes. Husmea aquí y allá entrando y saliendo de las casas y las edificaciones mayores -cuya solidez garantiza alguna utilidad a futuro. Emite sus voces en cadena siguiendo el itinerario que de antemano le han marcado. Trashuma con sus miradas embobadas y extraviadas alternándose por las grandes superficies abiertas, para él, por los pastores.
Desde que constatamos las dimensiones del fenómeno, cada jueves promediando la mañana nos ubicamos en un lugar alto -desde donde divisar el gran valle con sus alzamientos desmesurados y grises- para analizarlo, intercambiar opiniones, y hacer cálculos. Mi jefe, aplicando en el estudio previo lo que sus inquietudes le han llevado a leer sobre ciencias cuánticas, morfología e incluso sociología. Sumado a su empirismo en antropología y en empresas de esta magnitud, sostiene que nada de tales dimensiones y características, con cimientos tan superficiales, ha resistido demasiado tiempo en toda la construcción de la historia. Yo, sin pretender discutir soberana afirmación, creo que, lamentablemente, los muros que contienen a este colosal depredador en apariencia inocuo, dicen a las claras que ha venido para quedarse. Si no eternamente, por lo menos mucho más tiempo de lo deseado, aconsejable y soportable.
El fenómeno comenzó casi de manera imperceptible hace ya muchas décadas. Al aumentar considerablemente en número, se transformó en titán con hambre de titán. Hoy son cientos y cientos de miles pero se repiten de tal manera en sus movimientos, en su sometimiento, y en su miopía, que parecen uno sólo. Un enorme monstruo todo boca.
Arrasa con cuanto hay a su alcance. Acapara mucho más de lo que necesita, como si el hecho de poder hacerlo le librara del irremediable final. Se repite embistiendo para alcanzar maná más suculento y no repara en trepar por encima de lo que haga falta. Se reproduce fácilmente y sus crías aprenden rápido, por lo que su tamaño y su dinámica tienen continuidad asegurada. Los zagales de turno –he de reconocer que cada vez mejor preparados y economizando despliegue físico- han recurrido al ingenio y a técnicas muy refinadas para manejarlo. Y lo consiguen de forma eficaz. A su vez esto les revierte enormes riquezas a ellos y a sus mayorales. Un círculo perfecto aunque contraproducente.
Durante la tarde y las primeras horas de la noche ya sea por aire o cable -hados persuasivos y eficientes de este pastoreo- le planifican el día marcándole las zonas donde consumir y una vez que ganó el laberinto de caminos bien diagramados, valiéndose de pegadizos acordes y de carteles indicadores con dibujitos y mucho colorido -lo que demuestra que es tan grande en tamaño como en estulticia- le orientan en función de sus intereses. Y ahí van, como una gran mitosis inversa cundiendo por los cuatro puntos cardinales dando forma a esa especie de langosta cíclope. Lo está echando todo a perder. Colapsa las estructuras, estropea la naturaleza, distorsiona la utilidad de la tierra. Hemos llegado a la conclusión que el desvastador accionar de este gigante sin redil altera el equilibrio entre las razas a tal punto que condena a la inanición a las más débiles.
¡Qué lejanos y románticos me resultan los tiempos de la flauta y el cayado! Pienso mientras contemplamos perplejos el despliegue de este enajenado con ínfulas de modernidad. Entonces siento su brazo sobre mi hombro y escucho de Saúl, mi jefe, lo que tanto temía: “a pesar de la talla del enemigo, me siento tranquilo por tenerte a mi lado y confío en ti una vez más para darle combate y derribarlo”.
Mi angustia crece más aún y no sé cómo decirle que he perdido el zurrón con todo dentro.  


'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''





   

1 comentario:

  1. Creo que tendría que saber más para ver si comprendí el relato en su totalidad. Lo paso a otro plano y me caben mis posibilidades de situaciones sociales y estructuras. Por momentos en su complejidad me es una tiernísima historia contada con esa mirada. Por momentos tuve que buscar zurrón, para saber que clase de bolsa era. Me gustó mucho, pero no sé si me he perdido junto con lo que había en ella. Abrazo. Mercedes Sáenz

    ResponderEliminar