Graciela Diana Pucci |
A Guelfo Pucci
Estás aquí
-como cuando niña-
te veía sólo por las noches
el día
una sucesión de muñecas sin sentido
no estabas
y estabas
en el olor de la almohada
en los pantalones impecablemente colgados
en el saco al que abrazaba
cuando me dolía más allá del pecho
Estás aquí
-como cuando adolescente-
tu mirada de ave mutilada
hacía nido en mis ojos
-Impotente ante la autoridad
que desautorizaba-
Estás aquí
-como cuando era casi adulta-
me negué a vestirme de blanco
(¿te acordás?)
volviste a callar
¿qué podías hacer?
tu alma comulgó con la mía
cómplice de un error
Estás aquí
-como cuando te regalé tres soles-
iluminaron la dura tarea que te impuso la vida
arrastrabas dolores antiguos
lastimaban tus sueños
te borraban sonrisas
también te regalé mis palabras
transformadas en poemas
-las eché a volar junto a tu nombre-
llegaron a destino, sin destiempo
Hoy no estás
pero estás conmigo
acompañás mi sueño –inquieto como el tuyo-
tu figura
me sigue guiando
estás a mi lado
¿por qué dicen que no estás vivo?
-como cuando niña-
te veía sólo por las noches
el día
una sucesión de muñecas sin sentido
no estabas
y estabas
en el olor de la almohada
en los pantalones impecablemente colgados
en el saco al que abrazaba
cuando me dolía más allá del pecho
Estás aquí
-como cuando adolescente-
tu mirada de ave mutilada
hacía nido en mis ojos
-Impotente ante la autoridad
que desautorizaba-
Estás aquí
-como cuando era casi adulta-
me negué a vestirme de blanco
(¿te acordás?)
volviste a callar
¿qué podías hacer?
tu alma comulgó con la mía
cómplice de un error
Estás aquí
-como cuando te regalé tres soles-
iluminaron la dura tarea que te impuso la vida
arrastrabas dolores antiguos
lastimaban tus sueños
te borraban sonrisas
también te regalé mis palabras
transformadas en poemas
-las eché a volar junto a tu nombre-
llegaron a destino, sin destiempo
Hoy no estás
pero estás conmigo
acompañás mi sueño –inquieto como el tuyo-
tu figura
me sigue guiando
estás a mi lado
¿por qué dicen que no estás vivo?
MUJER AMANTE
Yo soy esa mujer,
(te escucho en silencio)
llenaste mis espacios
me diste momentos.
Yo soy esa mujer,
por vos eternamente deseada,
la que suspira ese nombre
y se pierde en tu mirada.
Soy esa mujer sin rostro
que siempre estuvo a tu lado
y vos sentís mi presencia
en tu piel cuerpo y alma.
Yo soy esa mujer
que en tus manos quedó grabada,
soy la que tiene en los ojos
tu sonrisa encarcelada.
Yo soy esa mujer,
soy tu mujer amada,
esa que lleva en el cuello
una rosa
por tu boca dibujada.
Tomados del blog de la autora:
Dos hermosos poemas, principalmente el primero, todo lo que siente la autora le llega al lector donde la carga afectiva toma volúmen. Felicito a Graciela
ResponderEliminarPedro Altamirano
El primer poema tiene una impronta del corazón, entonces la emoción fluye y la poesía se resuelve de forma maravillosa. Y queda ese sabor a los padres que se fueron y también yo me pregunto: ¿por qué dicen que no estás vivo?
ResponderEliminarLily Chavez
Graciela, él vive, si se lo ve a través de tus palabras, recuerdos tiernos y sobrios, qué más para un gran padre que quiso quedarse en un poema, con qué gusto te envío un abrazo
ResponderEliminarBetty Badaui
No sabía que había tanto material para leer. Creí que ya había dejado comentarios.Graciela muy buenos estos poemas y es como dicen los demás, algo tan auténtico como el amor a un padre no puede desencadenar otra cosa que ternura.
ResponderEliminarMariano Lazarte
Arriba Junín!