martes, 22 de marzo de 2011

CINE: CRUCIAL DILEMA CULTURAL...


...DERIVADO DE LA OCCIDENTALIZACIÓN
Noche y día: el giro radical de China a la economía de mercado
La dinámica histórica característica de este tercer milenio devino en una suerte de novedosa multipolaridad, derivada de la crisis de las potencias capitalistas centrales y de la impetuosa irrupción de países emergentes, destinados a liderar en el futuro la economía mundial.
por Hugo Acevedo (La República, Montevideo)
Drama. Un agobiado grupo humano sobrevive a duras penas.
En ese contexto, quizá lo más impactante sea el despertar de la milenaria China, que contemporáneamente se ha posicionado como uno de los principales proveedores de las denominadas naciones desarrolladas y también es el mercado consumidor cuantitativamente más atractivo, por albergar a más de la sexta parte de la población del planeta.
No en vano es una importante plaza para las inversiones de las multinacionales, por los muy bajos costos del trabajo, la virtual ausencia de conflictos, la desregulación laboral y el acelerado avance tecnológico.
No pocos analistas internacionales pronostican que, en apenas una década más, este gigante de Oriente se transformará en la primera potencia económica, desplazando de ese sitial de privilegio a Estados Unidos, la Europa comunitaria y el hoy devastado Japón.
Esta extraña mixtura entre un gobierno autocrático que ha sepultado la ideología revolucionaria maoísta y el desarrollo de una economía abierta de mercado, constituye la génesis misma de este supuesto "milagro chino", que, observado con adecuados patrones éticos de valoración, tiene más sombras que luces.
Empero, como el sistema de acumulación capitalista hegemónico conjuga todo en términos económicos, casi nadie cuestiona las modalidades de explotación laboral y el rentable trabajo esclavista que permite, desde hace un buen tiempo, que el país crezca a tasas anuales de dos dígitos.

En "Noche y día (Ri ri ye ye)", el promisorio realizador chino Wang Chao construye una obra de fuerte trasfondo histórico, que alude a los radicales cambios operados en las últimas décadas en su país. La historia está ambientada en el norte de China, en la frontera con Mongolia, donde una familia sobrevive malamente en un paraje geográfico inhóspito y poco propicio al desarrollo. Mientras el ya anciano padre opera una decadente mina de carbón, su joven esposa y su hijo también contribuyen a garantizar el sustento diario, vendiendo productos de huerta.      La escenografía se completa con otro minero bastante más joven, quien protagoniza un ardoroso romance con la mujer y hasta se transforma en amante oficial cuando fallece el cabeza de familia.
Más allá del drama que aqueja a este agobiado grupo humano que sobrevive a duras penas en condiciones particularmente adversas, la trama tiene un claro giro político, que invoca las transformaciones económicas y sociales de la China contemporánea.
En efecto, la mina, que otrora era estatal, será ahora gestionada por su nuevo propietario, que aspira a potenciarla y a transformarla en una auténtica industria.
La aparición del fantasma del fallecido, que tiene naturalmente una connotación simbólica y a la vez alegórica, aporta al relato una suerte de atmósfera sobrenatural.
Empero, el realizador y guionista no se limita a la mera narración de un drama ambientado en el medio rural. Su propósito es realmente retratar a la nueva China, con todas sus contradicciones.
En ese contexto, el descaecimiento de esa mina de carbón tras una explosión dispara diversas reflexiones sobre el fenómeno de la migración poblacional y la movilidad rumbo a los grandes centros urbanos, característica del nuevo orden económico imperante.
Paralelamente y a través de la peripecia de los propios personajes, el filme retrata también otros cambios culturales asociados a la irrupción del capitalismo.
La actitud del personaje protagónico al asimilar la cultura de consumo propia de un modelo occidental, constituye un cabal testimonio del radical giro histórico contemporáneo.
Una de las mayores virtudes de esta obra es su formulación visual y el minucioso retrato de una geografía árida e inclemente, que expone el crudo desamparo de seres humanos condicionados a los diversos avatares de un destino siempre incierto.
Pese a que el discurso cinematográfico de Wand Chao no alcanza la dimensión de un alegato, sí explicita los previsibles conflictos y un cierto sesgo inconformismo derivado de la radical mutación civilizatoria de la China contemporánea.
Aunque "Noche y día" no es una obra de superlativa calidad artística ni nada que se le parezca, igualmente registra, con singular elocuencia, la temperatura social derivada de las transformaciones acaecidas en el gigante oriental, que tienen fuertes repercusiones en la escenografía de un mundo cada vez más interdependiente y dramáticamente globalizado.

Noche y día. (Ri ri ye ye). China, 2004. Guión y dirección: Wang Chao. Fotografía: Huhewula Yi. Música: Wenchen Qin. Edición: Xinxia Zhou. Reparto: Lei Liu, Lan Wang, Ming Xiao y Zheng Wang.

1 comentario:

  1. Excelente análisis. El fenómeno llamado globalización "es un monstruo grande y pisa fuerte toda la inocencia de la gente " Artículo parar leer despacio, a veces , me incluyo, sumergidos en este vértigo que también es globalizado, nos olvidamos de las pausas.
    Gracias , muy bueno.
    amelia

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