lunes, 4 de octubre de 2010

CARLOS ARTURO TRINELLI


COLECCIONES

     Mi amigo Alberto P. es un coleccionista. Los coleccionistas son personas obsesivas en la búsqueda de lo que coleccionan. Poseen el arte del timo que ponen en práctica cuando alguien, no afecto al motivo de colección que los mueve, es dueño del elemento a atesorar. Son sutiles en la actuación para hacerse con dicho objeto en posesión de los legos. Distinto es cuando tratan entre pares sin que ello afecte la impostura en los tratos.
     Alberto P. colecciona personajes, personajes de carne y hueso. Tiene una competencia limitada o ninguna, al menos yo no conozco a otro coleccionista tan completo como Alberto P.. He conocido fotógrafos que hurgan en el alma de personajes en un intento por retratarlos pero para intentar ser justo nadie tiene la sensibilidad de mi amigo.
     Qué hace con los personajes. Si se dejan los fotografía y los graba y sino se conforma con una charla. Con el archivo que ha coleccionado aspira a editar un libro con éstas historias.
     Con el prejuicio de que el indigente es más auténtico, una galería de vagabundos es su principal colección y las historias acumuladas son desopilantes, trágicas, risueñas y algunas carentes de todo valor coleccionable.
     Esta introducción obedece a que acaba de llamarme por teléfono para participarme de un hallazgo trascendente, de un personaje trascendente.
     Me pidió que lo acompañe a la entrevista previa cita en un bar para ponerme en antecedentes, con el argumento, no desprovisto de lógica, de que lo que existe es distinto en cada mirada.

     Llegué al bar y Alberto P. me esperaba con la ansiedad del que llega primero a una cita. Apenas me acomodé en la silla deslizó por sobre la mesa un libro de tapas blancas, leí, Carlos Vico-Poesía. Lo abrí, las hojas numeradas y vacías creo que me hicieron pensar, por un instante, en una falla de imprenta hasta que en la página 63 leí la palabra NADA ubicada al final. Entonces y siempre con la duda del recordar con justeza, pensé en una broma.
-Éste es nuestro personaje, dijo Alberto.
     Como la sorpresa tardaba en disiparse agregó:- Alguien que publica un libro así merece ser coleccionado.
     Tenía razón e íbamos a intentarlo. Alberto P. había conseguido la dirección y el teléfono del ignoto Carlos Vico y con la excusa de hacerle una nota para un periódico local consiguió una entrevista. El futuro coleccionado había impuesto una condición, que lleváramos una botella de ginebra..
     Salimos del bar y caminamos por Corrientes hacia Pueyrredón. La casa de departamentos era antigua y hasta no trasponer la puerta de hierro forjado y hallarnos en el interior no tomamos conciencia de su tamaño.
     Un pasillo ancho y largo como el tiempo recibía como lenguas de glaciares, cada tantos metros, escaleras de marmoles blancos que eran devoradas por la oscuridad de la altura. Un cartel de losa indicaba en letras azules: Esc.1. Caminamos hasta la indicada con el número 3 que era la última. Antes de comenzar la trepada hasta el tercer piso miré hacia la calle empequeñecida por el marco de la puerta de entrada. Por delante de mi había quedado mudo el tránsito y tuve la sensación de haber escapado del siglo XXI. Puestos a subir la escalera observé que los escalones estaban gastados en el medio del trajinar de los pasos en el paso de los años.
     En cada descanso encendíamos las luces, cuatro puertas de madera correspondían, enfrentadas de a dos, a cuatro departamentos. Llegamos al final del recorrido con la boca abierta en el esfuerzo por respirar. Alberto buscó el timbre pero estaba desarmado y golpeó, los pasos de alguien en chancletas se detuvieron al otro lado de la puerta.
-¿Quién? Escuchamos vociferar con impaciencia.
-Somos los periodistas señor Vico, respondió mi amigo.
     Un ruido a encierro comenzó a destrabarse. Frente a nosotros quedó expuesto un hombre mayor en piyama, pocos pelos blancos se desordenaban hirsutos sobre su cabeza.
-Pasen por favor.
     El pasillo de acceso nos obligó a colocarnos en fila para transitarlo, angostado como estaba por pilas de libros en equilibrio. Accedimos a una sala. En donde se tornara a mirar el caos de libros lo invadía todo. Nuestro anfitrión dijo:
-Como pueden intuir allí afuera hay un mundo pero aquí, y señaló con el dedo índice, como un general que envía tropas a la batalla, los libros,-aquí hay un Universo. Enseguida preguntó:-¿Trajo usted eso?
     Mi amigo puso la botella en un espacio sobre la mesa. El hombre nos invitó a sentar previo desalojo de sendas pilas de libros que colocó en el suelo. Luego tomó tres vasos de adentro de un mueble y se sentó frente a nosotros.
     Alberto me tocó un pie con el suyo y yo pregunté:-¿Puedo tomarle una foto?
     Carlos Vico se alisó los pelos que no esperaron la foto para volver a su sitio. Me incorporé y tomé una que incluía a Alberto P. y la botella. Pedí que la retiraran y el viejo colocó botella y vasos en el piso, entonces me arrodillé, excluí a mi amigo de la toma y obturé cuando el enfoque lo enmarcaba de medio cuerpo al fondo de columnas desparejas de libros que formaban un pasillo sobre la mesa al objeto. Repetí la toma. Volvieron los vasos y la botella. El hombre se sirvió y ofreció, Alberto aceptó, yo no.
     Comenzó la grabación hecha la salvedad que, de ser necesario, se apagaría el grabador.
-Yo soy jubilado del ferrocarril, tengo 79 años, soy viudo y no tuve hijos. Aclaró un poco la voz, bebió un trago y continuó:-Mi nombre completo es Carlos Teófilo Vico, siempre fui poeta, al comienzo escribía poemas épicos, incursioné en el romancero gauchesco, en sonetos trágicos y de amor hasta llegar al verso libre. Cada etapa marcada por las tendencias del momento.
     Tomó otro trago e incorporó su delgadez para buscar sobre el sillón algunos libros que eran de su autoría. Le tomé otra foto con los libros en la mano, una toma rápida y sin posar.
-Todos los pagué de mi bolsillo y los regalé entre conocidos.
-Qué lo llevó a escribir este...digamos sintético libro, preguntó Alberto.
     Hubo otra ronda de ginebra que volví a obviar.
-Justo este libro que usted con sorna define como sintético es mi obra más acabada y la que más tiempo me llevó construir.
-¿Cómo se entiende eso?
-Aspiro a que alguien lo descubra pero sin duda usted no es, y me miró a mí que dije:-Yo no lo leí.
     Me ignoró y siguió:-La palabra se ha ido convirtiendo en una búsqueda precisa de síntesis, como si fuera el resultado de una fórmula matemática. Sé que lo que afirmo puede resultar una generalidad pero al menos nadie puede dejar de reconocer que es una tendencia.
     Dicho esto se tomó un respiro y otro trago y supe que se avecinaba un torrente de locuacidad propio de los que viven solos.
.-Obviemos a la narrativa, siguió, -y sus micro relatos más parecidos a aforismos banales que a un relato que pueden ser ingeniosos pero una frase ingeniosa no siempre significa literatura. Vayamos a la poesía, ese despliegue de imágenes, ese hervor de metáforas ha caído en el hermetismo de oraciones unimembres, en versos de una palabra. Es como si el sujeto tácito, el destinatario de la creación, hubiese muerto, o lo que es peor, que el destinatario sea otro poeta. Otro anómalo que no entenderá pero que pondrá los ojos en blanco de placer ante tanto talento fácil de alcanzar.
-Bueno, don Carlos ¿no le parece demasiado? Interrumpió Alberto y me di cuenta que intentaba provocarlo.
     El viejo no se inmutó, no por falta de lucidez sino presa de ese autismo propio de la edad avanzada. Empinó su vaso hasta vaciarlo y se sirvió otra ración. Adiviné lo que estaba por suceder a tiempo para obturar otra foto que lo tomó tres cuartos de perfil y con la atención puesta en servirse pero a la vez con el pensamiento en la elaboración de la respuesta. Cuando apoyó la botella en la mesa se refregó los ojos con la palma de la mano y dijo:-Quizá sea demasiado pero ¡no puede haber tantos poetas! Exclamó y golpeó con un puño sobre la mesa. Por supuesto, perdí esa foto.
-Son catarsis, créanme amigos, es un mundo inviable y necesitan hacer catarsis y entonces joden a la poesía. Estoy seguro que no leen sino tendrían más recato.
     Alberto apagó el grabador. Hubo un silencio colmado de olor de papel viejo.
-Mire, retomó Carlos Vico y Alberto P. encendió el grabador,-le voy a explicar, mi libro es un intento de arrojar duda sobre la vulgaridad y contiene como un Aleph toda la poesía residual que circula y de ahí es que, luego de espiarlo, lo que se ve es NADA. La nada es más que un todo, a pesar de Euclídes, porque es la génesis, la vieja y hendida nada es lo que hay.
     Dicho esto los ojos glaucos se le pusieron brillosos, coloqué el zoom, retrocedí unos pasos y le tomé una foto que abarcaba la frente, los ojos y parte de la nariz. Luego una foto más, Alberto P. y Carlos Vico uno al lado del otro cortados a la altura de las rodillas y con un fondo desenfocado de libros en estantes. Alberto con la vista en la cámara, el hombre con la mirada perdida en algún detalle a mi espalda.
     Nos despedimos con un apretón de manos, desfilamos por el pasillo hasta quedar en el rellano y al comenzar a bajar oímos el ruido de los cerrojos. Recién llegados a la calle nos dimos cuenta que era de noche y el siglo XXI seguía vigente.
    

13 comentarios:

  1. Ya desde antes de leer pienso de qué va a tratarse el tema, pues CAT tiene una imaginación increíble. Disfruto después de un texto excelente confirmando una vez más la capacidad narrativa de este magnífico autor.
    Brillante Arturo. Brillante, para coleccionar (de veras, no es ue aprovexho tu título)
    Abrazo

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  2. Como siempre excelente. No sólo el tratamiento pulcro del tema elegido, si no también el análisis filosófico encomendado al viejo e insular poeta.
    Aunque confieso sentirme defraudado por tu negativa a aceptar la ginebra. No se si será una añosa influencia de Don Ata y su tema "Poeta", pero contrariamente a la opinión generalizada de que la gente se ha alejado de la poesía, yo creo que son estos poetas los que se alejan de la gente con su argot en función de un mundo hermético y ególatra.
    Un abrazo,
    Ernesto Ramírez

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  3. Arturo, me has dejado muda y dudé antes de escribir este comentario.¿Vale la pena, no está todo dicho, o mejor, nada se ha dicho? No creo que esta duda me permita dormir. Debí esperar a la mañana para leer este increíble relato. Cómo me gustaría conocer a este Sr.Vico!! De paso, qué gran conocimiento de la fotografía, se ve que el tema te resulta muy cercano!! Ester

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  4. Me dan fiaca las narrativas pero por una cuestion de tiempo, otra cosa es cuando me decido a leer un libro pero nunca paso de alto a Trinelli, me parece siempre un autor original, divertido, que sorprende. Felicitaciones

    Andrea Casas

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  5. Ay Ester que me robaste letra!
    También a mi me dejó muda, ademäs de plantear una Temática candente en la poesía.
    Tambíen yo qusiera conocer al Sr Vico , por lo cual le pido a Trinelli , si es posible me de su dirección. Además, les cuento, si me ofrece una ginebrita no la voy a rechazar.
    Ah, y otra cosa Trinelli, creo , que no escribiré mas... poesía.
    Un abrazo grandote.
    Amelia

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  6. para qué tanto esfuerzo persiguiendo las palabras, si trinelli me da lecciones de gramática, de núcleos narrativos,me envuelve con su talento. excelente, carlos, me encanta leerte. abracito. susana zazzetti.faltan unos días, pero ¡ feliz viaje!!

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  7. La imaginación de Trinelli alcanza para pergeñar un relato en el que involucra la poesía, la ginebra, la fotografía, definiciones sobre las artes, los artistas. La imaginación del autor cuestiona, entre brumas y certezas, los poemas que están rellenos de palabras, como paredes decoradas con papel engomada. La teoría del Vico es un secreto imaginativo del propio Arturo, que nos está fundamentando sus propósitos antipoéticos de la NADA, logrando su primera "fans", Amelia, atrapada como una mosca vate en la tela de araña del dúo Vico-CAT.
    Aresanías no puede entrometerse: lo sentimos...
    Andrés

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  8. Me gustó el comentario de Ester, mis interrogantes son los mismos. Al principio me sentí atrapada por lo que se iba diciendo, preguntándome con qué saldrías. (me detengo acá para decirte, que una de las cosas más importantes que conseguiste como escritor es que los lectores estemos a la expectativa, esperando con que cosa ingeniosa nos vas a salir). Puede que al terminar digamos, eso es todo? finalmente no me dijo nada...o allí está todo y no hace falta aportar nada.
    Cualquiera sea la respuesta, el lector ha quedado con sus ideas alborotadas,eso producís y es magnífico para un escritor por el lado que se lo vea. Sos un talentoso querido amigo y como dice Andrés, a través del personaje fundamentás tus pensamiento antipoético y termina siendo como he dicho en muchos comentarios: en cada personaje hay mucho, muchísimo de Arturo Trinelli. Un beso.

    Lily Chavez

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  9. EL SEÑOR TRINELLI ME PARECE MUY CREATIVO. VALORO SUS TEXTOS Y ESTE ES UNO MAS QUE ME HA SACADO UNA SONRISA PERO TAMBIEN OTROS PENSAMIENTOS.
    FELICITACIONES

    EDGAR BUSTOS

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  10. El mejor comentario para esta extraordinaria historia: NADA
    MARITA RAGOZZA

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  11. qué lindo texto, muy dinámico.

    Irene

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  12. No hay exageraciones en estos comentarios!!! Bravo Trinelli.

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  13. Son las reflexiones que la poesía genera en una magnífica narración construída con sensibilidad e ideas.
    La nada, la página en blanco me produjo gran conmoción cuando leí la novela Tristram Shandy de Laurence Sterne. Un inglés del siglo XVIII que habitaba un pueblito , su nombre era desconocido entre los grandes del siglo y ni siquiera estaba enterado del poder y las aberraciones del Imperio Británico. Llegó a ser un maestro en la renovación de la novela. Creo que el mensaje de éste texto esconde algo magistral para descubrir
    Cristina Pailos

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