miércoles, 20 de octubre de 2010

CUANDO NUESTRAS FANTASÍAS Y SUEÑOS PIERDEN UN ESPACIO


Por Cristina Pailos

Los lugares que impregnamos de sueños, fantasías, emociones permanecen asidos a nuestra memoria y pasan a formar parte de nuestra más íntima identidad. Sobre todo , cuando por allí pasaron nuestras primeras modificaciones en la forma de ver el mundo. El jardín de los abuelos, el patio de la escuela, la plaza donde jugamos y también la plaza donde nos besábamos y más adelante aquella confitería donde íbamos a bailar, el edificio donde cursamos el colegio secundario, los cafés que frecuentamos en distintas etapas de nuestra vida, los cines, los teatros y ya más grandecitos: la ciudad universitaria si es que tuvimos que dejar nuestra ciudad del interior para ir a estudiar, como fue mi caso.

La Plata

 Bella, trazada con exactitud , con calles perfumadas de azahar, de naranjos, de tilos. Todavía entonces, había muchas casas antiguas de cuyas paredes asomaban los jazmines del país. Pensiones y casas de estudiantes con sus luces encendidas a toda hora y la valija sobre el ropero, para rumbear en cualquier momento para la casa paterna en el interior.  Intercambio de ideas, noches enteras reunidos para preparar exámenes con el mate que giraba y giraba interminable. Reuniones en casas de estudiantes alrededor del Winco o de guitarras y voces de todas las provincias, salidas a algún local bailable con música de los Wawanco. Todos juntos hacia la Estación para ir en tren a Buenos Aires y ver algún espectáculo o visitar el Instituto di Tella .
 Pero no siempre corría la adrenalina tan alegremente. Las manifestaciones y marchas políticas de entonces eran reprimidas por la caballería, la “montada”, la policía a caballo. Para poder enfrentarlos había que dedicar unas cuantas noches previas a la elaboración de “clavos miguelitos” para que aquellos furiosos ataques a lo cosaco con garrote en mano y a todo galope sobre nosotros, y algunos de ellos parados en dos patas adoptando alturas de monstruo, terminaran en un aquelarre de caballos despatarrados y gordos con casco, también despatarrados, yéndose al suelo y maltrechos.
El Teatro Argentino
Pero para mí La Plata tuvo otra atracción fascinante: por fin tendría un teatro donde escuchar con frecuencia una orquesta sinfónica, o música de cámara, o un eximio solista, bien presenciar un ballet clásico o contemporáneo y sobre todo, la ópera por sintetizarse en ella todas las artes: el teatro, la danza, el canto, la escenografía, la pintura. Asistía seguido  al Teatro Argentino. Sus cuerpos estables eran excelentes y muchas de sus figuras pasaron a ser grandes artistas a nivel nacional y mundial. Podría citar a muchos, pero en este momento, me viene a la memoria el bailarín y coreógrafo Oscar Araiz aunque pasaron   muchísimos artistas que fueron titulares o invitados. Pude deleitarme también con grandes figuras internacionales. La arquitectura renacentista me fascinaba
Aquella concurrencia asidua me motivó para retomar mis estudios de música y es que el libre abrazo a la belleza y la desbordante búsqueda de justicia comprometían por entero los años vitales de la vida de estudiante.


 Postal de 1904 de aquella maravilla arquitectónica.


El 18 de octubre de 1977 a las 14:30 de la tarde, el teatro se incendió, según dicen, mientras ensayaba el ballet estable: Un reflector tocó un cortinado de la zona del escenario y en un lapso muy breve las llamas alcanzaron los treinta metros. Muy poco quedó en pie y se decidió su demolición.
Ese día quedó registrado como una de las grandes pérdidas de mi vida. No lo podía aceptar. No me importaba si después construirían otro más moderno y con más comodidades. Yo extrañaba el lugar que guardaba mis emociones y fantasías, mis momentos de éxtasis que sentía todavía vibrar dentro de mí y que ahora eran cenizas. Durante mucho tiempo, cada vez que viajaba a La Plata evitaba pasar por allí.
Luego de un tiempo, un amigo platense me comentó que en aquel preciso momento cuando estalló el incendio él estaba frente al Teatro Argentino. Había sacado a su perro a dar una vuelta y tenía consigo una máquina fotográfica pensando en registrar otro tipo de imágenes de la ciudad.
Su cámara empezó a disparar antes de que llegaran los medios.
Mi amigo me regaló las fotos porque conocía el profundo afecto que yo sentía por La Plata y en especial por el Teatro Argentino

Después del incendio: Silencio. Proyectos demorados. Estancamiento . Artistas y personal del Teatro dispersos por distintos teatros de la ciudad y del país. Finalmente el 13 de octubre de 1999 se inauguró un imponente edificio de estilo brutalista en la calle 51 entre 9 y 10 con instalaciones polifuncionales: áreas de ensayo, camarines, talleres, etc.La construcción fue declarada de Interés Nacional mediante un decreto en 1980. El actual Teatro Argentino tiene rango de Centro de las Artes e Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
Su primera función fue Tango en gris del coreográfico Oscar Araiz y música del maestro Atilio Stampone. En el complemento se presentó un recital lírico con fragmentos de óperas de Verdi, Gounod, Giordano y Donizzeti.

 Es un magnífico edificio de cuyas instalaciones funcionales habría muchísimo para decir como también de sus actividades culturales y representaciones  pero aunque se alza en el mismo predio que ocupara aquel,el mío, no puedo quitarme la idea de que el otro sigue albergando mis exaltaciones juveniles y de mucha otra gente en algún lugar.
Hoy mis sentimientos están puestos en aquel 18 de octubre cuando mi pequeño lugarcito se transformó en un montón de cenizas.  

2 comentarios:

  1. MUY INTERESANTE, MUCHA INFORMACION QUE DESCONOCÍA Y QUE ME HA DESBURRADO. GRACIAS A LA REVISTA Y A CRISTINA POR CIERTO.

    EDGAR BUSTOS.

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  2. Las colaboraciones de Cristina son culturales, históricas, bien documentadas y forman parte del acervo que queremos exponer para los lectores que están abiertos a la densidad cultural de lugares, edificios y personas. Felicitaciones a Cristina por recrearnos sobre un teatro que ha hecho historia y prestigio de un teatro que pasado las fronteras: el Argentino de La Plata.
    Andrés

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