viernes, 17 de septiembre de 2010

XAFIER LEIB’S


 VÓMITOS

A: Buen día
B: Buen día señor. ¿En qué puedo ayudarlo?
A: Quisiera saber si puedo pasar a vomitar.
B: ¡Cómo no! Pase nomás.
A: Gracias.
B: El baño está en esa dirección.
A: Gracias. Disculpe la molestia señor.
B: No se preocupe, para eso estamos los vecinos.
A: Es que no somos vecinos en realidad señor…
B: Bueno no importa, de todas formas entre paisanos debemos asistirnos.
A: Tampoco somos paisanos. De hecho vengo de un país enemigo.
B: ¡Está bien! Da lo mismo. ¡El hecho de que esté aquí prueba que a pesar de todo, nuestros pueblos pueden hallar una solución pacífica para que podamos vivir juntos en armonía!
A: Me temo que nuevamente está usted equivocado señor. Nunca podremos vivir en paz con un país lleno de miserables como usted.
B: ¡No hace falta que me insulte! Le estoy abriendo las puertas de mi casa.
A: En realidad ni siquiera se merece que vomite en su casa, ¡maldito bastardo!
B: No entiendo por qué viene a mi casa y luego me insulta de esta manera. ¿Acaso no cree que nuestros respectivos gobiernos sean los verdaderos responsables de los problemas que hay entre nosotros?
A: El gobierno es elegido por el pueblo.
B: En eso tiene usted razón…
A: Por eso mismo aunque se pusiera ahora de rodillas y me lo pidiera en cuatro idiomas diferentes, ¡no pienso darle el gusto!
B: ¿Pero entonces para qué vino en un primer lugar?
A: Pues tenía ganas de vomitar y me pareció que como muestra de la buena cultura que tiene nuestro pueblo - a diferencia del suyo - debía hacerlo en un baño y no en la calle como lo hacen los animales.
B: ¿Me está usted llamando animal?
A: ¿Acaso usted suele lanzar en la calle?
B: Mmm… me ha sucedido algunas veces…
A: Saque sus propias conclusiones.
B: De ser así, no dejaré que entre a mi casa y menos aun que vomite en ella. Voy a cerrar la puerta.
A: No hay problema, ya me imaginaba que su hospitalidad era falsa. No me queda más remedio que hacerlo en la vereda.
B: ¡Como un animal!
A: ¿Así trata a los extranjeros? Con razón nuestros países están en guerra.
B: Se puede entender que nuestro gobierno se haya cansado de gente como usted que vacía su estómago en nuestras calles.
A: Si tan sólo nos abrieran vuestras puertas…
B: Muy pronto el gobierno se cansaría de eso también… vomitar las casas de la gente no es una costumbre que nuestros gobernantes puedan tolerar.
A: Al menos que cambien de gobierno…
B: El gobierno puede cambiar pero no nuestros valores, los cuales defendemos desde la declaración de nuestra independencia. Lo que sí puede suceder es que ustedes dejen de vomitar.
A: Eso sería imposible, es realmente una de las bases sobre las cuales está fundada nuestra sociedad.
B: Pues entonces no creo que logremos entendernos.
A: Y no… es una lástima.
B: La verdad que lo es. De todas maneras puede vomitar tranquilo en la entrada. Lo limpiaré más tarde con la manguera.
A: Es muy amable de su parte, gracias. Hasta siempre.
B: Adiós.

3 comentarios:

  1. Mis pensamientos fueron cayendo como en un dominó...
    Primero porque siempre pienso que un acto de cortesía debería ser devuelto con otro. Pero no siempre es así. También pensé hasta donde puede llevar una conversación banal cuando hay cosas que molestan en el cimiento de uno y de otro. Y ese final que hace presagiar con siendo tolerante a veces se puede armonizar, pese a las diferencias. Tendría muchas cosas para decir pero voy a lo fundamental. El texto en sí. La importancia de generarle al lector distintas interpretaciones y hasta llevarlo a lo propio, a las vivencias que son cotidianas, donde solemos ser arbitrarios, malpensados, dañinos, absurdos, insistentes, provocadores, inconsistentes, poco tolerantes, y otras tantas cosas. Que sirva para pensar es suficiente. Gracias Xafier,

    Lily Chavez

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  2. Qué bueno!
    No tengo tanta facilidad de lenguaje para decir como Lily pero, en definitiva creo que es como dice, las relaciones entre gente que no piensa igual, países y sociedades diferentes. Me pareció muy creativo.

    Andrea Casas

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  3. Un vómito de ingenio para expresar lo irracional de nuestras diferencias. Carlos Arturo Trinelli

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