domingo, 19 de septiembre de 2010

Carlos Arturo Trinelli



Odio S.A

      De puro aburrido nomás comencé a pensar en matarlo. Un jefe lleno de ínfulas engordado con las reverencias serviles de toda la oficina.
     Un hombre igual a todos, ungido por el favor de la gerencia. Un alcahuete a sueldo de los superiores. Libidinoso con las mujeres, sutil acosador acostumbrado a ningunear a todo aquel distraído, confundido, medroso como yo.
       La foto en su escritorio desnuda la simpleza del arribista. Una mujer común, en un    jardín, y un niño vulgar, cara con cara, con la sonrisa típica de los que desayunaron leche con cereales, y un perro labrador, infaltable en la postal.
                Sólo lo mataría a él, la viuda debería buscar trabajo, dejar al niño con los abuelos y, quizá, regalar el perro.
                Asco me produce su vientre relleno de menús ejecutivos. Desdén, la ropa de marca lucida para que se note. Tiene suerte que soy cobarde, si no le hubiera dicho que un sanguche de mortadela servido en bandeja de plata es siempre eso, un sanguche de mortadela.
                El pelo tirante y engominado hacia atrás, con la pretensión coqueta de disimular la coronilla desnuda, no hace otra cosa que acentuar sus facciones de garca. El clásico dueño de la pelota. La mirada vidriosa y soberbia reflejada detrás de unos anteojos de armazón de carey y vidrios rectangulares. Pulcro, con la impresión perenne de recién bañado, me produce nauseas el olor que emana a perfume importado.
Importado también es el auto que maneja. Pero usado, a estos imitadores no les da el bolsillo para uno nuevo. Mi impronta luce en una de las puertas: un hermoso rayón zigzagueante, trazado con una humilde moneda de cincuenta centavos, en un rapto de arrojo desesperado. Esta acción me hizo convencer que los cobardes solapados somos peligrosos. Harto de González Ubieta, el jefe del departamento contable de Industrias HP, decidí buscar consejo en el viejo Miguel.
                Miguel Ramírez, alias el sapo, fue amigo de mi padre. Se habían conocido en la conscripción en el año 1954. Después, Ramírez se asimiló al ejército y participó en la formación de comandos civiles en el golpe del 55.
                .Al año siguiente comenzó a revistar en la SIDE, un secreto develado por él mismo en una fugaz visita de Navidad.
      Un día, muerto ya mi padre, me dijo:-Cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme.¡Ojo, eh!...cualquier cosa..
                Cualquier cosa debió haber practicado en el último gobierno militar. Ahora me citó en un bar en Almagro. Puntuales, los dos fuimos al grano. Le expliqué el odio, sentimiento más sencillo de explicar que el amor, sostenido contra González Ubieta.
                Miguel era propenso a filosofar y decidió enmarcar el odio como un sentimiento superador. Movilizante, fue la palabra que decidió usar. Me contó que estaba retirado como director ejecutivo, con sueldo de director en actividad, de una empresa formada en el advenimiento de la democracia y que, ¡oh casualidad! se llamaba ODIO S.A., Organización de Información Ocasional S.A. Dedicada a maltratar, suprimir, ablandar a algún rebelde, palabra  ahora   reemplazada por objetivo.
                Las tarifas variaban de acuerdo con la tarea, desde un par de sopapos, un secuestro express, un secuestro organizado, homicidio en ocasión de robo o la desaparición. Para éstos dos últimos existía un plan de ahorro previo con adjudicación por sorteo o licitación. En mi caso, la inscripción estaba bonificada. Amagué alguna duda disipada por Miguel: -No preguntes, el que pregunta se jode.
     Opté por el plan Homicidio en Ocasión de Robo en cuarenta cuotas, HOR 40. Me pareció lo más funcional al odio, la que más huella dejaría en la familia. La desaparición siempre deja la posibilidad de que la víctima esté viva en otra parte, me explicó Miguel. Además, yo quería ir al velorio y seguir el rastro del dolor de cerca.
               Todo quedó arreglado, no hubo necesidad de firmas, era un acuerdo de caballeros, con la salvedad de que si el objetivo fallecía antes, se me devolvía el dinero pagado menos los gastos administrativos. Suministré los datos de filiación y Miguel se escurrió en la noche que, para ese momento, ya había llegado por Almagro.
          Cuánta razón tuvo Miguel en su definición del odio como sentimiento movilizador. Empecé a gozar con el trabajo, a cada reprimenda opuse un esfuerzo mayor.
         Me quedaba después de hora sólo para compartir con mi jefe un rato más y sentir el placer de la adrenalina que circulaba, bombeada por el odio, en mi cuerpo.
Todos los meses pagaba puntual mi cuota en dólares puestos en un sobre y depositados en el buzón de una casa en el Gran Buenos Aires.
           Tanto esfuerzo en disfrutar del odio dio frutos no esperados, la confianza de González Ubieta y su expresa recomendación para ocupar su cargo cuando él fue ascendido a gerente.
Todavía faltan quince meses para la cuota cuarenta. Ahora uso el pelo tirante, como menús ejecutivos, luzco brilloso, conozco a la familia de la foto, le compré el auto importado, él hizo lo propio con el gerente anterior y nos llevamos tan bien que casi somos amigos. El odio deambula la frontera de su oponente, el amor.
         A Miguel no puedo detenerlo y yo, tal vez, llegue a gerente del departamento contable de Industrias HP.

 º º º º º                                                                                   

9 comentarios:

  1. este entretejido de odios y conveniencias narrado con crudeza y realismo me dejó sin respiración. se toca cada secuencia. mérito de tu talento narrativo. abracito. susana zazzetti.

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  2. Trinelli, siempre un placer leerte. Que frondosa ¿imaginación?, amigo arte-sano. Me digo: Pero mire Ud. estas Industrias HP! A propósito...a su personaje ¿no le tirará demasiado el pelo engominado hacia atrás? ElsaJaná.

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  3. En todas tus narraciones debo utilizar un periscopio invertido Don Arturo. Además del tema que está manejado con impecable maestría, surgen de la profundidad millones de cosas. Muy bueno.
    Chicha Dellaté.

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  4. Hay jefes así, como lo cuenta usted, aunque luego pasó a ser uno de ellos, espero que más comprensivo. Un texto que me atrapó desde el principio. Felicitaciones. Norma Evaristti.

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  5. INTERESANTE TEXTO, COMO NOS TIENE ACOSTUMBRADOS EL AUTOR. CON SUSPENSO, CON GANAS DE ESTAR METIDO DENTRO DEL PERSONAJE, SI LOS HABRÁ...A LOS JEFES ME REFIERO.
    EXCELENTE!

    EDGAR BUSTOS

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  6. ¿Comedia, humor negro, bajar el cierre relámpago del alma humana, descubrir las dos o tres caras (¿o caretas) del ser humano? Trinelli nos abre varias posibilidades con su humorística tan seria y convincente. Y aunque el tema nos resulte antipático, criminal, ya quisiese llegar al día de la cuota 40º.
    un abrazo, amigazo Trinelli... "¿Es un hecho real?", te pregunto
    Andrés

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  7. Siempre escondemos algo tras el humor y leyendo el relato uno percibe que algo de real tiene el cuento,y puedo haberle pasado al autor. Al autor y a muchos, he padecido cada jefe y jefa! Excelente Arturo.

    Irene

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  8. Hay cosas que me ponen muy orgullosa en la vida y la mayoría de ellas pasa por determinados amigos a los que respeto por lo que hacen y a los que quiero, porque el corazón así me lo exige. Estuvieron en el momento que debieron estary así fue como el destino ubicó a Arturo Trinelli, atrás en el tiempo, en un lugar paradisíaco que compartimos, Bialet Massé. Y Trinelli era para todos un ser "semi-solitario" que se sentaba un poco alejado de todos. Luego, ya con más confianza, yo lo llamaría cavernícola , por supuesto en tono de broma. Pero Arturo aquella vez se sentó en mi mesa, frente a mis ojos y ambos supimos que seríamos amigos y que intercambiaríamos palabras, cuentos, vivencias y entonces, tuve muchas veces el privilegio de leer sus cosas antes que nadie. Y entonces, tengo cuentos preferidos, cuentos que me sorprenden, y siempre tengo la sensación que en lo que escribe este narrador hay mucho, mucho, muchísimo de él. Pero fundamentalmente, Arturo tiene, una "imaginación que se divierte", una "imaginación que se mata de risa"

    Lily Chavez

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  9. Descripciòn casi fotográfica de González Ubieta en una situación confusa de odio, que si no lo sabemos manejar caemos en sus engañosas redes. Excelente, Arturo.
    MARITA RAGOZZA

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