ElsaJaná
Corazones en tinieblas
Iban tras la presa. Jadeantes como lobo en acecho. Expertos en el hachazo para separar las malezas, primerizos en esto de andar de cacería solos. El propio aliento empañaba las lentes de Hernán. Y el rocío enviciando el aroma del bosque, se impregnaba del sudor del cuerpo de José.
La espesura se hizo tan tupida, que la oscuridad de frondas se tragó a la luna antes de que se dieran cuenta. Lo único que los mantenía con la certeza de estar en el camino correcto, era el sonido del río siempre a la izquierda y a la misma distancia. Y de no ser por el alarido de Hernán, la presa en la mira de la escopeta, todavía estaría allí.
-“¿Qué pasa, Hernán? ¿Dónde estás?”- La respuesta “aquí” se entrecortaba al eco de los ruidos acechantes del lugar. Al tanteo, José ubicó el bolso que se le había caído al grito del hermano, y manoteó la linterna. El haz de luz daba sobre muchos lugares que le arrancaban más sudor, pero no con Hernán.
Un movimiento rápido en la negrura y hacia allí raudo el foco de la linterna. La presa miraba en un punto fijo que el haz de luz, temblando, no tardó en identificar. Hernán pendía de un tobillo con la cabeza hacia abajo en una trampa para osos. Tres alientos se apoderaron del silencio del bosque, interrumpido por el latido de dos corazones en las tinieblas. ■
ELSA, QUE BUENO DEJAR EL RELATO AHI, PENDIENDO DE UN HILO, EL LECTOR AGREGA UN ALIENTO, OTRO LATIDO. FELICITACIONES
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS
felicitaciones elsa. texto breve en donde las oraciones breves crean un clima espectante. susana zazzetti.
ResponderEliminarCuatro alientos acompañan el final de cuento. Muy bueno Elsa. Un abrazo.
ResponderEliminaramelia
Ahora son cinco los alientos: excelente narración. Fernando de Zárate.
ResponderEliminarBrillante narrativa. Acompaño también con mi latido.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
Sí, decididamente es un texto que va llevando pero aparte está buenísimo que eligieras Elsa ese final que nos movilice las neuronas y seamos un poco creadores del texto, otorgándole el final que nuestra cabecita maquine. Felicitaciones y un abrazo.
ResponderEliminarLily Chavez
No puedo dejar de ponerme del lado de la presa, excelente tensión narrativa en poco espacio, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarElsa, hermoso cuento,me lleva a ese lugar,vaios latidos te acompanñan
ResponderEliminarUn abrazo
Marite