martes, 27 de abril de 2010

ANDRÉS ALDAO
Historia Universal De La Bronca. Sí.

Big Bang Miedo
¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos? Discepolín

En las siguientes páginas, mis queridos hermanos, seguiré buceando en el túnel fangoso de la sociedad opulenta. Y quienes van a enfrascarse en la lectura de este broncotexto, les recuerdo la inscripción en la puerta del Infierno: “Dejad toda esperanza vosotros los que entráis”. (Dante, La Divina Comedia –Infierno, III

H
ay cosas que te dan bronca. Mucha o poca, pero te dan. La gente no puede vivir sin embroncarse, sin agarrarse una bronca de órdago. En el mundo añejo de las horas lerdas, en que la siesta era una cuestión de principio, y levantarse tempranito para ir al laburo era cuestión de ética, ya existían las broncas. Pero eran distintas, más razonables. Menos complicadas, comprensibles incluso. La bronca ha ido cambiando con los tiempos. Aunque se trate de la misma piedra sin pulir que se aloja en la boca del estómago, o cerrándote la garganta, o a la salida del esfínter, las broncas posmodernas están muy extendidas. .
La gente que hace mucho tiempo no trabaja siempre anda con bronca. Las mujeres de los desocupados, a diferencia de las hembras heroicas que sabían poner linda cara al mal tiempo, tienen la bronca pintada en la facha convertida en un vergel de arrugas prematuras. Los hijos de los embroncados también arrastran la bronca despertada al ver a otros pibes y adolescentes engullirse hamburguesas de varios pisos, ir al cine cuando se les canta, comprarse adidas, bermudas, helados en verano, chocolate con churros en invierno.. .
¿Y los otros? ¿Los pibes con bronca? Se dedican a contemplar con bronca acumulada el placer gozozo de los otros, cuyas bronquitas capitales son ¿Nos llevan a Londres o a Miami? ¿A la Costa de Sol o a Mallorca? Los broncosos, por su lado, patean la redonda con furia redoblada, reventando pelotas porque la bronca se va concentrando en el dedo gordo del pie. Sí.
Los comprendo. Cuando yo nací, dicen que mi primera aparición en este valle de lágrimas la hice rojo de ira y gritando como un desaforado. Buscaron cientos de explicaciones a mi bronca precoz, a una bronca que supuestamente no tenía razones valederas, ni científicas, ni puntuales ni casuales, ni causales. ¡Cuán equivocados estaban todos, qué ciegos, madre mía! .
Un día de noviembre, en el año 1929, se me ocurrió escurrirme del vientre de mi vieja. Durante años buscaron la clave del enigma en los horóscopos, en las más estrambóticas combinaciones astrológicas. Y nada. Aunque la respuesta estaba a la vuelta de la esquina. El 24 octubre de aquel extravagante año ocurrió un hecho que nadie enhebró con la bronca visceral de quien esto escribe: el hundimiento de la bolsa en Wall Street, la gran recesión estadounidense y la crisis económica mundial.
¿Cómo un tipo normal, sensible, hijo de inmigrantes proles, que nace rojo de ira no iba a emerger embroncado en un mundo que desparramaba broncas y hambres hacia los cuatro puntos cardinales? Porque El que no llora no mama, como muy bien escribió uno de los más preclaros filósofos de la bronca, don Enrique Santos Discépolo. Sí.
¿Ahora comprenden por qué soy un experto, un perito, un desheredado de la fortuna con una bronca que podría denominar, incluso, congénita, genética, cinética? Ser un tipo atacado por la bronca me trae problemas, pero tiene sus ventajas, sobre todo en este feliz mundo posmoderno y globalizado.
La bronca puede ser causada por una úlcera (efecto) o, asimismo, puede provocar una  –o varias – úlceras (causa). Algunos dicen que es un sentimiento (como el peronismo). Otros afirman que se trata de un estado de ánimo; hay quienes recurrieron a la teoría psicoanalítica, una melange de complejo de Edipo y efluvios de Medea. Los freudianos ortodoxos explican la bronca como un fenómeno general de la raza humana, provocada por la salida de los fetos a través de la vagina de las santas madres. Sí.
No respeta raza, religión, sexo, color de la piel, ojos y pelo, estado civil, edad. Y existen numerosos tipos y clases de bronca. Tenemos la bronca familiar y la bronca entre familias (un ejemplo famoso: capuletos y montescos); o la bronca que divide a un país (Braden o Perón -antaño-; Lilita Carrió, Duhalde y Pino Solanas -los "puros"-,o la Presidenta y su marido -la "parejita impura", al decir gorila); está la bronca entre vecinos o tanos y gallegos, entre porteños y provincianos, y la del barrio norte y los de piel oscura  –cabecitas negras, bolivianos, paraguayos, descendientes de los indios¡(estos sí que tienen una bronca de siglos) –, prostitutas y travestis, gringos y marginados, charlatanes y chorritos al paso. Broncas, broncas para todos los gustos! Sí.
La lista de broncas y derivados es más larga que la guía de teléfonos de Tokio, Madrid o Buenos Aires. Incluso en el menú gastronómico hallamos broncas célebres: está la bronca calabresa, la bronca medio caballo y la bronca completa, la bronca a la parrilla o las broncas a la Rossini, el omelete de bronca y bronquitis, y broncas fritas o pasadas por agua. Repito: es un fenómeno multisectorial, universal y global. Sí.
 En todas las áreas del planeta los papeleos parasitarios del estado y las empresas, y la burocracia de cualquier cosa te toma de gil, de punto, de víctima. Te originan la bronca, o la chispa que la enciende. El verso de los que venden, cobran, amenazan, demandan; la procacidad de los políticos, los jueces, los abogados, los representantes del poder; la necedad bravucona del botón rata miserable y de toda la institución yutera; la viveza dos dedos de frente del tendero de barrio, la cajera del supermercado, el taxista, el colectivero, los que venden diarios y los que escriben en ellos, los papanatas de la televisión, los locutores de la radio y la TV, todo ese mundo adornado con lentejuelas y cintitas macramé está hecho para engrupirte, para venderte la droga globalizada, mucho más potente que la otra y para la cual no existen antídotos ni tratamientos que ayuden a superar la globadicción. Sí.
Este período, que algunos idiotas califican como  “el fin de la historia”, es una gran bronca, una bronca millonaria porque te comprime, te exprime y te revienta. Y luego te arroja a una alcantarilla denominada el hospital de alienados. Pero hay más piante afuera que adentro. Esta posmodernidad del fin de la historia te estruja, no te deja cavilar y te demuestra que pensar es un acto estúpido, porque los inteligentes del planeta globalizado elucubran todas las soluciones imposibles para todos los problemas posibles. E imposibles. ¿Y esto no te da bronca? A la larga o la corta, broncás. Broncás como un loco furioso. Sí.
Por eso la gente anda con bronca. Porque no sabe cómo salir del pozo, dar un portazo y cerrarle el paso a los que deciden por la gente; que le indican qué comer, cómo masticar, cuando ir al cine, qué programas imbéciles debe ver en la televisión, cuántas cervezas puede tomar diariamente, sistemas sórdidos para fornicar. Lo más importante es no pensar –exclaman –: deje que la XX Company se rompa el coco por usted y le diga lo que tiene que hacer. Y entonces nosotros, que muchas veces nos hacemos los giles porque no nos queda otra, nos agarramos una flor de bronca, una bronca de la gran puta  mientras la sarta de eunucos mafiosos sigue lo más campante, chapando a diestra y siniestra. Si.
¿Y saben como terminan esas broncas? En infartos, cánceres, trombosis cerebrales, separaciones, crímenes, mujeres y chicos golpeados hasta matarlos, incestos, violaciones, delirium tremens, drogas, locura, evasiones, vivir en la calle. morirse de bronca. O a veces, agarrando un bufoso calibre 45 cargándose algún reptil degenerado, que ya no le va a hacer agarrar bronca a nadie. Sí.
Y allí, en la vereda de enfrente, están los que ganan con nuestra bronca, los que la provocan, los lúbricos bastardos que sólo piensan en sus beneficios, que explotan a chicos que a gatas levantan una cuarta del suelo, que invierten en prostíbulos infantiles, que dirigen la industria multinacional de la pornografía y estimulan los más bajos instintos de la criatura humana, estrangulados por la bronca, por la bronca universal que resume la indignación, la ignorancia, la ingenuidad, el dolor y las lágrimas del mundo posmoderno. Sí.
¿Pero saben qué? La bronca es como la lava de un volcán que aparenta estar apagado, inactivo e inocente. hasta que entra en actividad. Y entonces, mis queridos hermanos, desde las entrañas embroncadas de la tierra, la lava, hirviente, ciega y furiosa, en nombre de todos los marginados y excluidos que sobreviven con su bronca a cuestas, se esparcirá, iracunda y didáctica, sobre las laderas del planeta globalizado moldeado por las multinacionales, mientras allá arriba, en el cielo celeste,  gracias a un milagro reo y prepotente se izará una bandera manuscrita con una ternura que de tan ardiente llegará a los cien grados Farenheit: «Broncudos y broncudas de todo el mundo, uníos!».  Ese día, por supuesto, va a ser declarado el día universal de la bronca, libre y soberana.
Y todos los broncudos del mundo, pues, liberados de esa piedra que nos acompaña desde que nacemos hasta que la parca nos engancha, vamos a vivir sin bronca, y la categoría bronca va a cambiar de bando: todos los que nos jodieron desde la edad de piedra hasta nuestros días van a saber qué mierda es la bronca, qué joda es la vida de los embroncados. Sí. Sí. Sí...
***

escrito hace una década, y cada día más vigente




13 comentarios:

  1. En el loop de la vida todo sigue vigente como este satírico texto de broncas promovidas por la camorra/el alboroto/el altercedo/la reyerta /la gresca/ la agarrada/ la discusión el jaleo y para colmo la reprimenda.
    O sea: Una palabra gorda llena palabrotasque como bien dice Aldao que sigue dando BRONCA.
    Una pinturita el texto.
    Celmiro Koryto

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  2. premio universal para este texto, no queda nada a la deriva. más presente hoy que nunca para quienes hacen de la bronca su columna vertebral. susana zazzetti

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  3. Este texto tendrá por mucho tiempo la vigencia de nuestro Cambalache, creo que me hizo muy bien leer el texto, tanto que era yo misma largando cosas utilizando esa fuerza tuya con que decís las cosas....te imagino así, naciendo rojo de ira Andrés, este texto es definitivamente MAGNIFICO!!
    Felicitaciones....!

    Lily Chavez

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  4. No leí toda su obra señor Aldao pero sí algunos que tuve tiempo de leer y este texto en especial es una maravilla, lo disfruté muchísimo y como dicen otros comentarios, la vigencia que conserva. Un abrazo y felicitaciones.

    Andrea Casas

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  5. Un gran texto, sí!! Y si después de leerlo nos vamos a tomar un vasito de coca cola es porque no tenemos alma! Ester Mann

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  6. Nunca se me hubiera ocurrido que ésto se podría decir con tanta amplitud y certeza. Mis felicitaciones. Fernando de Zárate.

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  7. Me sumo al club de la bronca levantando el estandarte de tu vozarrón bronquero. Y apelo a la unidad de los broncudos aunque no creo que llegue el día en que la bronca cambie de bando. No, mientras el norte también exista.
    Texto sin desperdicios,
    zoabra, el Saño

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  8. Muy, muy bueno Aldao, va el texto para el Inti.
    Felicitaciones y Abrazo.

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  9. Adrian, tu texto me pareció muy rico, con muchas posibilidades de lecturas.En sus líneas la vida se muestra en su magnitud, plena en sus cuestionamientos. La broca como motor.Como posibilidad. No deja de ser una propuesta.La bronca es libre y soberana.
    Con afecto
    Ofelia

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  10. Leerlo y escribirlo y gritarlo Andrés Tieremos la bronca. Muy bien escrito., y muy creativo FELICITACIONES!!!! Mi cariño

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  11. Como con con bronca y junando... Si, mi capitán hay broncas , las nuestras, legítimas, otras , al decir de Ester se venden por un vaso de coca cola.
    MAGISTER DE LA BRONCA!! SALUD! (con vinito tinto) ¿Que les parece? Amelia

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  12. Todos los comentarios son estimulantes, no dejan lugar a la duda, y, además del profundo agradecimiento por la identificación y el estímulo, debo reconocer que el título de este texto se ha inspirado en la "Historia Universal de la Infamia" de J.L.Borges. La bronca es un efecto y una causa, y en muchos casos, ejercerla trae un enorme placer existencial. Andrés

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  13. ¡VIVA LA BRONCA! C.A.T.

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