jueves, 2 de junio de 2011

CARLOS ARTURO TRINELLI


                      
 
CARLOS ARTURO TRINELLI



Tres Fuegos, Dos Fuegos, El Fuego

     La bronca del Negrito hacía borbotones en su garganta, las palabras se le enroscaban en la lengua y retrasadas o adelantadas se mezclaban con ideas inconclusas.

-¡FFFF…ue ppe pe penal!
     El tartamudeo producía hilaridad entre los demás chicos y el ciclo recomenzaba hasta que el Ruso ordenaba silencio, tomaba al Negrito de un hombro y lo serenaba. Después el partido seguía. Los perros seguían el rastro con hirientes ladridos, los que anunciaban al perseguido que estaban en la senda correcta. Mijail se sabía perdido. El orden quebrado con el robo y la violación de Nástenka admitía solo la justicia del amo. Culpable o inocente eso no se discutía. Atraparlo era un juego para los hombres y un entrenamiento para los samoyedos porque con abandonarlo en la estepa Mijail no sobreviviría. Sin embargo, nada reemplazaba al placer de la omnipotencia de decidir quién vive y cómo muere. Elvira sentía morir las horas y Julián indiferente acodado en el mostrador le daba la espalda. El patio de cemento estaba poblado de parejas que lo transitaban al compás de los tangos. Fuera del perímetro de la cancha de básquet, devenida en pista de baile, se hallaban del lado de uno de los tableros, el bar, enfrente la tarima con la orquesta y en los laterales mesas y sillas donde la ansiedad de las damas descansaba con disimulo. Los faroles que iluminaban al rectángulo impedían ver más allá, hacia arriba, donde un manto negro, recortado por los edificios, aportaba el brillo de las estrellas en los rincones frecuentados por las parejas. Ella rechazó varios convites, esperaba que Julián la mirara y bajara la cabeza de manera imperceptible para entonces ella, con indiferencia, pararse e ir a su encuentro. Imaginaba la rudeza del abrazo, la mano callosa en la suya, el pómulo transpirado, el aliento de cerveza y el olor de gomina. Pero él seguía de espalda. El Negrito de espalda tendido en el piso del potrero revolcaba un dolor aferradas las manos en la rodilla. El Ruso con las pecas exaltadas por el rubor de la injusticia se acercó a la carrera y sin preguntar le dio una trompada al desprevenido zaguero rival. Vasili, el rival de Mijail, lo observaba con rencor. Él respondió la mirada con arrogancia. Poseían, además de la vida, un amor en común, Nástenka, él no la había obligado. El amo dispuso fusilarlo. Fue llevado sin resistencia frente al improvisado pelotón de mujiks entre los que se hallaba Vasili. El sol en los ojos le impedía visualizarlos. 

Eran cinco bultos que habían hollado la nieve allí donde nadie lo había hecho aún. Cinco figuras tristes, cinco verdugos que en instantes dejarían atrás una vida sin recuerdo ni memoria. Se irguió y alzó la cabeza. Elvira inclinó la cabeza para encender un cigarrillo. Julián se dio vuelta, dejó el vaso sobre el mostrador, acomodó la corbata dentro del saco cruzado y con algo en la mano caminó hacia ella. Elvira lo vio y la cara le quedó relajada en una crispación pálida, los maxilares y los labios se le encresparon en un temblor, una fina arruga le cortó la frente y durante un instante el alma pareció hincharle los ojos. Con los ojos por demás abiertos en la sorpresa los niños observaban el humo denso que manchaba con gruesos rulos el cielo. Primero fue la sirena que interrumpió la pelea. Ahora como si nada, extasiados en aquella primitiva visión de una cortina color roja que viraba al naranja al intentar arañar el horizonte, no escucharon al Negrito que gritó:-¡FFFF…fuego!- ¡Fuego!ordenó el amo. Mijail se desplomó. La nieve seguía tan blanca, el aire embriagado de aromas y sobre esa blancura yacía el fúnebre contraste del cuerpo con una mirada que no veía. Julián la había visto, Elvira no tenía dudas. Se detuvo frente a la mesa, se inclinó un poco y en un susurro le dijo:-Me permite fuego, preciosa.

6 comentarios:

  1. Ya me parecía que tenía que haber una mujer en algún lado!! No podía ser que Arturo nos contara sobre fútbol o sobre el correo del Zar (eso es lo que me sugirió el nombre Mijail) sin romance, sin amor apasionado, sin fuego. Cuidado, Arturo, no se queme!

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  2. Me remite a la suma de los fuegos:
    + x + = - !Tanto fuego , para un humo presente y un pucho ausente!

    amelia

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  3. ¿Que me venís con futbol que me pierdo, Trinelli? Mirá, mejor me quedo con la goleada de esta expresión fantásticamente inexpresiva: "sobre esa blancura yacía el fúnebre contraste del cuerpo con una mirada que no veía". Hace tiempo que no ando por estas páginas, me permite este saludo amigazo de reencuentro? ElsaJaná.

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  4. A mí me remite a Sandro, dame fuego, dame, dame fuego (nooo, es una broma Trinelli) y no sé, me dejas tartamuda a mí también no sé que decir tengo miedo que e fan fan fan tas tas ti ti co me salga mal. Un abrazo amigo

    Lily Chavez

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  5. ...flor de coctel te mandaste/ un B 52 con el azucar prendido y todo. Y en el arco esos cosacos salidos de las nieves siberianas con tantos fuegos como para prender un imperio.
    Como siempre sorprendiendo amenamente.

    Celmiro Koryto

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  6. De la yesca y el pedernal, la "...chispa que puede encender la pradera..." a los fuegos diabólicos que distribuye CAT por las estepas rusas con rusos auténticos. Sólo me faltaba ver aparecer a Miguel Strogoff, el correo del zar, o a Boris Yeltsin prendiéndole fuego a la Rusia Soviética. Uno de los descubrientos más importantes protagonista del curioso relato de Trinelli.
    Imaginación y claves desde su pluma talentosa. Exhuma calor, calígines y olor a quemado; abrazos

    Andrés Aldao

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