miércoles, 15 de junio de 2011

CARLOS ARTURO TRINELLI


 El Naufragio, El Sueño y el hijo  


CARLOS ARTURO TRINELLI

Habían salido de San Lucar de Barrameda en la Santa. María del Espinar, goleta de varios viajes y buen porte.
Navegaban paralelos a la costa Pernambucana para evitar a los piratas cuando sobrevino la tormenta. El barco de tres palos sólo tenía erizada una vela, porque no hacía viento, los marineros estaban sentados en la arboladura y las vergas cuando aparecieron grandes nubes y los relámpagos iluminaron el horizonte. Se izaron las velas y el barco aumentó la velocidad. Comenzó a hamacarse sobre el mar embravecido. Las olas se elevaban como montañas oscuras pretendiendo derribar el mástil, pero el barco se zambullía  como un delfín y emergía sobre las cumbres del agua. En cada descenso, la tripulación creía caer en alguno de los precipicios marinos tan mentados. La hambruna no era nada comparada con tamaño jaleo. El barco crujía y las tablas se combaban con los embates del mar que penetraban su interior. El mástil se quebró por la mitad y la nave se inclinó mientras el agua entraba en el casco. La oscuridad era absoluta pero cuando refulgía un relámpago se volvían a reconocer las cosas y cada uno se salvaba como podía. El barco se hundió como un recuerdo en la memoria.
Luis Tamirez flotó a la deriva sobre un madero. Al amanecer, la tormenta había cesado, del barco no se veía ni una astilla, el sol apareció rojo en el horizonte. Cuando el mar lo depositó en la costa, los tupisnambos lo aguardaban con curiosidad...
Los años transcurrieron sin darnos cuenta, se encaramaron a nuestros cuerpos y furtivos dejaron las huellas a su paso. Sin embargo, no abandonamos la esperanza. Nos aferramos a ella cual si fuera la cola de un cometa que nos transportara por los sueños.
Cuando conocí a Clara toda ella resplandecía. Su belleza era tal, que despertaba en mí una perenne inhibición. A esta especial sensibilidad le adjudicamos, en un principio, la desgraciada falta de un embarazo. Pero no fue fácil hallar una causa para el misterio. Por lo demás, esto ya es un recuerdo, hace dos meses que Clara espera un hijo nuestro. Estamos muy complacidos, a pesar que por la edad, ella deba cuidarse en extremo. Yo estoy siempre pendiente de sus deseos o de sus quejas. Por las noches, cuando ella duerme, trato en vano de asomarme en sus sueños para velar en ellos, pero me vencen los míos. Entonces, como si interpusiéramos una cortina infinita, nos separamos. Yo lucho en este mundo sin espacio por volver pronto, pero es poco lo que puedo hacer en ésta inconciencia que me guía.
Cuando él nazca todo tornará a concluir y ya falta poco para que las nueve lunas se cumplan. No podrás escapar a un destino común con una muerte sobrenatural como la de tu amado Jesús.
Te aman, por eso te comen, como lo has hecho con el cuerpo de Cristo antes de partir de España. Verás tu cuerpo brillar sazonado con las hierbas aromáticas y los verás bailar, gritar y divertirse. De repente, comprenderás el por qué de esos manjares y el de esa mujer que te fue obsequiada. A tu hijo le irá mejor. Tus ojos dejarán de percibir el azul rumoroso del mar, tus oídos abandonarán el sonido monótono del tam-tam marrón y el grito de dolor será un gesto en tu cara. Después, tus glándulas aún sudarán, pero no las sentirás, así como tampoco el crepitar de tu carne chamuscada y pasarás, como aquellas gaviotas que apenas reflejaron sus sombras en la arena.Tus huesos calcinados se fundirán entre los guijarros. Lo demás, será excremento disperso, aquí y allá... Todo lo comprenderás Luis Tamirez en el supremo instante final; todo, a pesar del alucinógeno que embotó tus sentidos y te aproximó a un mundo imaginario, donde un hijo tardaba en nacer. ■

5 comentarios:

  1. Que solvente hiciste este cruce narrativo, esos dos renglones finales que hablan del excelente narrador que sos. Bien por usted Trinelli, por hacernos agradable la lectura Arturo querido. Un abrazo amigo.

    Lily Chavez

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  2. Muchos textos de la narrativa de Trinelli , me remiten al lector como detective. Este es uno de ellos. Muy bueno.
    amelia

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  3. En mis tantos viajes recorriendo España he visitado San Lucar de Barrameda un pueblo marinero muy curioso en el que se come como los dioses. Inquisidor del mar y de la náutica nos llevas por historias entrelazadas y nos despertas súbitamente con que la vida es sólo un mal sueño.
    Muy rico el texto/ ya te veía hundiendo la proa de tu nave por las profundidas de julio habiendo dejado el puerto de Madryn dos días antes... un gusto.

    Celmiro Koryto

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  4. Desde San Lucar de Barrameda partimos en una travesía alucinante y alucinada, la imaginación de Trinelli nos lleva al naufragio, hacer pie en tierra con personajes caliginosos que convierten en manjar lo que aman mientras el feto alojado en el vientre de Clara espera, paciente, el momento de romper el cascarón.
    Al terminar de leer el relato, quedamos "de cama".
    abrazos, Andrés

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  5. HABÍA QUIENES COMÍAN EL CORAZÓN DE SUS ENEMIGOS PARA ABSORVER SU BRAVURA, BUENO, EN TU RELATO PRETENDEN ABSORVER TODAS LAS CUALIDADES HUMANAS... ¿SERÁ UNA METÁFORA?

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