viernes, 3 de junio de 2011

CINE “El hombre de al lado”: La verdad a la vista



Escrito por 
José Arce
  


Gastón Duprat y Mariano Cohn aúnan en su sexto trabajo juntos tragedia, comedia y sátira en una propuesta conducida por una dirección original y contundente y una interpretación fantástica de Rafael Spregelburd.

El legendario arquitecto suizo Le Corbusier solamente diseñó una casa en América Latina. Situada en la ciudad bonaerense de La Plata, actualmente sirve de residencia a Leonardo (Rafael Spregelburd) y su acomodada familia. Cuando su vecino, Víctor (Daniel Aráoz), realiza una reforma para abrir una ventana, considera que le roba una considerable intimidad. Problema. “El hombre de al lado” es el sexto trabajo juntos tras las cámaras de Mariano Cohn y Gastón Duprat, una notable y negra propuesta que se ha paseado con éxito por Sundance, Toulouse o Lleida, además de hacerse con seis Premios de la Academia Argentina de Cine y una nominación a la Mejor Película Hispanoamericana en nuestros Goya. Nada desdeñable.
«Los códigos dicen una cosa, la vida dice otra». El guión, firmado por Andrés Duprat, alberga un claro contenido simbólico desde la misma disposición inicial de la situación entre los vecinos ─«sólo quiero un poco del sol que a ti te sobra», espetará Víctor a Leonardo en su primera conversación─, un libreto que abraza un discurso que no oculta su crítica hacia una situación sociopolítica que va mucho más allá de su propio país y sus conflictos de clase. Para respaldarlo, el planteamiento visual elegido por los realizadores es tan sorprendente como efectivo desde su riesgo, compuesto a base de encuadres imperfectos, muchos de ellos acertadamente extraños, que subrayan el desnorte del personaje principal, gran bastión de la película.
Y es que Rafael Spregelburd afronta con fantástica solvencia su papel, un trance complicado al situar a su Leonardo en un punto que no apuesta por ganarse las simpatías del espectador ─que puede compartir o no sus reticencias iniciales hacia ese Víctor rapado, de voz rasgada y aspecto animadamente macarrónico─, desarrollando todo un crisol emocional de frustraciones, aspiraciones y miedos que le obligarán a enfrentarse a sí mismo a través de su pintoresca  némesis. La batalla anímica que se desarrolla en torno a la casa se despliega a lo largo de un metraje que aúna de modo peculiar tragedia, comedia y sátira global, un tortazo sarcástico cuyo cierre, a pesar de presentarse de modo un tanto forzado, funciona perfectamente con el resto del conjunto. Qué perra es la vida en ocasiones. Para todos.

4 comentarios:

  1. La película obliga por momentos a estar del lado de Leonardo y reflejarse en la incapacidad para manejar la situación y la presión que ejerce su esposa. Pero Víctor comienza a imponerse en el ánimo del espectador al aceptar la solución intermedia para el conflicto de la ventana. En el final Leonardo recobra su perfil de clase y un sabor amargo se repone en el público. Carlos Arturo Trinelli

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  2. La bajo y luego la comento.
    CELMIRO

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  3. Ya Sarte dijo que la mirada de los otros es el infierno. Y así sucede cuando los dos protagonistas se conocen y comienza el conflicto. Ambos son personalidades opuestas y nos remiten a la dicotomía argentina.
    Merecía otro final.
    MARITA RAGOZZA

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  4. PELÍCULA INTERESANTE Y RECOMENDABLE, AUNQUE ALGO LENTA. DE CUALQUIER MANERA COMO DICE MARITA NOS REPRESENTA PLENAMENTE, Y TIENE UN FINAL IMPACTANTE, PARA MÍ SUPERINESPERADO. LOS ACTORES CADA UNO EN LOS SUYO, BIEN SELECCIONADOS. VALE LA PENA VERLA. GRACIAS. MARTA COMELLI

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