domingo, 14 de noviembre de 2010


ATILIO JORGE CASTELPOGGI 

 

Fue poeta y ensayista. Nació en 1919 y falleció en el 2001. Un enamorado de Buenos Aires, su ciudad,  obtuvo el Premio "Leopoldo Lugones" (1963), al que le siguieron: Premio Fondo Nacional de las Artes (1967), Primer Premio Municipal de Poesía (bienio 1988/89), Segundo Premio Nacional de Poesía (cuatrienio 1988/1991) y Gran Premio de Honor de la SADE (1996) por el conjunto de su obra, entre otros. Fue distinguido como Ciudadano Ilustre de su ciudad. Resulta importante su ensayo: "Miguel Ángel Asturias: un poeta narrador". De sus libros de poesía se citan: "Cuaderno de noticias", "Tierra sustantiva", "Pecado de desmesura" y "Apenas un cuidador de palabras", entre otros.

Las calles

I
Buenos Aires comienza siempre
     en el destino de un sueño
o a la altura de un recuerdo más o menos
     intenso.
A veces es como un gran pensamiento
que se interna adentro de uno mismo
y se transforma de repente en la velocidad
     de una mirada
llena de fervor por las cosas más mínimas:
un nombre, unas calles,
el nivel de alguna duda que destrozamos
de improviso en un beso,
o alguna mujer por la cual corremos sin saber
     el porqué
ni hasta dónde llegamos.
Otras veces es un inmenso mapa de encuentros
más o menos hermosos
o una piel dibujada en los croquis de una guía
     de turismo,
o un trozo enorme del corazón,
del tuyo, del mío,
     del corazón de todos.

IV
Pedazos de suburbio, de parque,
     de vía y terraplén,
barrios del sur o de San Telmo y conventillo,
paredes neblinosas que guardan secretos
     colgados del pasado
y ventanas con olor a confidencias,
sobre la piel en sombra de algún atardecer.
Calles donde una vez sentí el amor que ahora
     no recuerdo. 


V

Porque a veces me llamo
y no estoy,
y soy alguien que ha nacido en el horizonte
de un país desconocido,
alguien que se invade de misterios
y le pregunta a un pasajero distinto
-¿Quién es ese que soy yo, que soy yo mismo?
-¿Quién es ese que escribe letras intraducibles
en medio de la noche?
Y la misma voz me responde –Tu otro yo,
el mismo que posee la distancia
     de un relámpago,
el mismo que saluda al alba en medio
de las horas primeras de la sombra,
el mismo que habla al sol aun cuando
las estrellas pongan sus luces más brillantes.
El mismo que tritura su ilusión
para saber si tiene la fuerza infinita
de una luciérnaga brillando
a pleno día.
Porque a veces es necesario tocarse
     para adentro
para saber si es uno, uno mismo.
Examinarse de pensamiento a sangre
para alumbrar a la razón más fuerte.
Y buscamos distinguir lo que hay más allá
     del más allá,
buscamos decir algo no dicho,
y hay tanto que se esconde tras el biombo
     del sonido
o en esas escrituras
     de signos diferentes.

(De Buenos Aires mi amante)

3 comentarios:

  1. No recuerdo al autor, pero me gustó ese aire tanguero en sus poemas.

    María Esther Martinez

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  2. Uno le mira el rostro, la pinta diría Aldao y es un tanguero de ley o no?. En su forma de escribir, aunque cada autor tiene su estilo, me recordó a Hugo Caamaño. El poema V me gustó, intenso todo lo que dice.

    Lily Chavez

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  3. Como lector me ha pegado dulce y nostalgioso "...barrios del sur o de San Telmo y conventillo,
    paredes neblinosas que guardan secretos
    colgados del pasado
    y ventanas con olor a confidencias,
    sobre la piel en sombra de algún atardecer.".

    La nostalgia es una enfermedad agradable, perdurable y entrañable...
    Andrés

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