viernes, 12 de noviembre de 2010

ANDRÉS ALDAO



Olga, Galleguita...

'…durante una fracción de segundo su cabeza
alcanzó la dulce ingravidez, giró
lentamente y sus ojos recogieron por última
vez la engañosa luz de las estrellas, la
última promesa loca de la vida'
Juan Marsé - La oscura historia de la prima Montsé


Y aunque no te conmovían los tangos,
tu cara fresca me conmovía a mí... y eso me bastaba.
Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita,
y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones.

Te decía con lasciva angustia que tu pubis
era como un cuadro del renacimiento; y que tus piernas,
pálidas y largas, eran una llamada de amor indio.

Vos con disgusto me crucificabas:
Andá a joder a otras con esas comparaciones tontas,
y al decirlo recogías tu cabello revuelto por la brisa.

Meneabas ese garbo traído de las muñeiras de Galicia,
donde tus viejos se rompieron el lomo gallego.

Y yo disfrutaba tu pantalón ajustado...
Eras un ángel distraído que llegaste  a la calle de baldosas sueltas,
quebradas a tu paso taconeado,
en la que gorriones incestuosos se columpiaban
entre esos paraísos que se llevó el tiempo,
arrugados...exhaustos por inviernos tétricos... lúgubres.

Tengo en la retina tus ojos color difuso−almendras,
parpadeando con esa candidez madurada
que regocijaba mi corazón.

Eras como un fresco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de pena y amor...
Sos un adulador embustero, me decías,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco
que yo llamaba aguja de colchonero.

Y entonces te hacías la rata yéndote por largos días,
tan largos y tan tristes me parecían,
que había decidido voltearme y dejarme morir.

Luego, siempre, volvías liada
entre un montón de sonámbulos
sacándome la lengua...
como relamiendo una costra de chocolate.

Reaparecías como un trasgo
envuelta en la niebla que trepaba del Riachuelo,
y yo suspirando, marmota imberbe
aplanado por una ristra de emociones virginales.

A veces te imaginaba taconeando
como una andaluza metida en esos timbos bochincheros,
mientras tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio
se deslizaban entre las burbujas de la tardecita de fantasías y espejismos,
como para tomar el mate con rosquitas...
o una taza de café renegrido con bizcochitos de grasa.

Y a veces pensándote en la cama
arrullados los dos entre las sábanas,
los sexos buscándose con premura e inocencia
para gemir entre vaivenes agónicos e inermes de placer.

Veía a esos tipos desgarbados, Galleguita,
que con estulticia despareja te desnudaban sin bochorno
con miradas concupiscentes... húmedas de deseo.

Y me angustié el día en que
sentada en la fonda de la calle Río Bamba
susurraste: me voy ¿Que qué? que me voy,
y no pongas cara de cristo apuñaleado
o de Che Guevara sobre el mármol sucio y frío,
que me voy…

No supe de vos hasta que encontraron
tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio,
tu cara fresca y el pubis, como un cuadro del renacimiento,
tumbados en ese basural del Docke,
la sangre marchita y negra,
como el alma del violador que punzó tu garganta,
tan suave, tan bella, tan Olga, Galleguita...

Tus ojos color difuso rociados por aquellos lagrimones
que  resbalaban con pena, porque vos,
Olga, Galleguita,
 fuiste con tus pájaros
a saltar de rama en rama
entre los paraísos de la barriada.

El fresco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de amor y pena,
yace atribulado entre velas de colores y lágrimas de yeso.

Ahora ya no te escucho, pucha,
decirme con aquella voz de sonsa:
Sos un adulador embustero,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco
que llamaba, entonces, aguja de colchonero.

Y yo que quiero dejarme morir, Olga, Galleguita,
porque acuchillaron tu inocencia y a la mía la murieron 

Poema prosaico publicado en la ANTOLOGÍA SOCIAL ARGENTINA (2010), editada por Roberto Goijman.

8 comentarios:

  1. Una narración poética que estremece. ¿Qué haríamos sin la literatura,sin los poetas? ¿Cómo nos comprenderíamos?
    Un abrazo,
    Ofelia

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  2. Lindo ver a la Galleguita moviéndose entre los versos, surgiendo también con el dolor que le toca y ella, y al que quiere dejarse morir.
    Un abrazo. Felicitaciones

    Lily Chavez

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  3. Bello, bellísimo. Con una sensualidad tan acentuada que logra opacar lo siniestro.
    Oye chaval que me has conmovido !Joder!
    amelia

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  4. Tuve que ir a los libros de Andrés Aldao que están en mi casa. Ya me parecía. Esta versión poética exalta más a la protagonista y su historia. Es que un buen texto como éste, siempre hay algo a descubrir más allá de las palabras.
    MARITA RAGOZZA

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  5. HOLA ANDRÉS, FUI CRECIENDO EN INTERÉS A TIEMPO QUE ESTA HISTORIA POEMIZADA LO HACÍA, Y SENTÍ EL DOLOR, EL AMOR, LOS DESTELLOS DE LUZ Y SOMBRA DEL POEMA. ME IMPRESIONÓ LO BELLAMENTE Y DURA DESCRIPCIÓN DE LA VIOLACIÓN Y EL FINAL "" A LA TUYA LA MATARON A LA MÍA LA MURIERON"" , MUY ORIGINAL EL USO DE ESE TÉRMINO, ASI PLANTEADO. ESPERO NOS PRESENTES MAS MATERIAL DE LA ANTOLOGÍA A MEDIDA QUE LA JEFA DISPONGA. ES UNA BROMA, JA. BESITOS A LOS DOS Y UNA VEZ MÁS FELICITACIONESSSSSSSSS. MARTA COMELLI.

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  6. Una belleza de historia. Todo lo han dicho los demás

    Irene

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  7. La Galleguita pega hondo ya sea en prosa o en poesía y consigue que uno se enamore como el narrador-poeta y llega, se siente, que a uno también lo "mueren". Un abrazo de Carlos Arturo Trinelli

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  8. No soy poeta, pero Olga Galleguita la escribí sin poder frenarme: estaba como afiebrado, los dedos seguían las palabras de la mente dictadas por recuerdos, sensaciones, historias que viví o vi pasar a mi lado. Al margen de su valor literario, lágrimas cerraron el

    "...Y yo que quiero dejarme morir, Olga, Galleguita,
    porque acuchillaron tu inocencia y a la mía la murieron".

    Evocaciones de una vida larga y complicada. andrés

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