La revista que nunca duerme

ERNESTO RAMÍREZ

Breves y muy breves

¡Humanidad!

Sintió que le llamaban y al volverse allí estaba la hembra, fina y zigzagueante bajo el árbol, ofreciéndole aquel fruto encarnado medio oculto entre vellos.

De inmediato cerró los ojos apretando fuerte los párpados y se interrogó: ¿el único misógino o uno más en la humanidad?

El ojo de la eternidad 

El hombre nació, y de inmediato, sus nietos lo velaban.

Infinito

Una luz cenital y allá…remoto e inalcanzable, el interruptor.

Todos los caminos semánticos conducen a roma

Al pisar el arcén evocó aquella tarde de mierda. Bueno, su vida toda era una mierda. Recordó de nuevo su falta de arrojo sobre las arcadas del puente. La repentina ausencia de valor para concretar la decisión tomada. Su aséptica humanidad expuesta al precipicio equilibrándose entre convulsiones en la altura. Y de pronto el líquido tibio y hediondo corriéndole por las piernas antes de bajarse y vomitar al vacío. Entonces sintió unas náuseas de sí mismo que le provocaron arcadas y arrojó. Con la premura olvidó abrochar el arnés, los espasmos le desequilibraron y se precipitó en la fosa séptica que se disponía a reparar.

 Parónimo para pescaditos sin bautizar

Mucho antes de largarse a llover y sin estar debajo la lluvia, está empapado, y de seguro, alberga un cúmulo de almas de pescaditos.

 Two be

Tras estar y compartir sin ser en plenitud, por un orden aleatorio, al ser, comprobó que ya estaba.

 Ejemplo paternal

El niño jugaba en el parque segmentando a una lombriz con una daga de plástico. “Hijo, no se debe torturar a los animalitos”, le amonestó con su voz firme, salpicada de algo impreciso parecido a la ternura, su padre, jerarca militar de rango “Cóndor”. El niño reflexionó unos segundos, se irguió, y solapadamente, por detrás, se acercó con su daga a otro niño que jugaba allí cerca.                                          

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