domingo, 6 de junio de 2010

Extrañará a los lectores de estas páginas (me refiero a Los Escritos de Andrés Aldao) encontrar un cuento largo de Carlos Arturo Trinelli. Fue la única solución que se me ocurrió para resolver el problema de la extensión: publicar un adelanto en Artesanías Literarias y pasar el enlace del cuento completo a este blog personal... Aunque desde que publiqué el libro sobre los artesanos literarios de la revista, es como haber confesado que, en última instancia, somos una confraternidad de fratellas y fratellos... A disfrutar entonces.Andrés Aldao 


CARLOS ARTURO TRINELLI


 El Club De Los Suicidas
                                                                                                      
Los suicidios son homicidios tímidos .Cesare Pavese.

I.    
Toda historia tiene un comienzo, una línea de tiempo acotada por acontecimientos que la construyen. El día lunes llegué temprano al diario y eso fue absoluta casualidad, como la manzana de Newton o el sí de Yoko a Lennon y otros hechos que construyeron historia.
     Ochoa me mandó a llamar.
-Sentate César, ordenó afectado y con sus ojos extraviados detrás de los anteojos. Cumplí la orden con un bufido que le hizo agregar:-¿Estás cansado?
     Sí, estaba cansado, con el hígado en llamas y un hastío cultivado el domingo y que era capaz de convertirme en más cínico que Diógenes. No respondí.
-Mirá, la empresa tiene algo para ofrecerte que me parece brillante.
     Supe que algo malo me estaba por ocurrir. Ochoa alzó los anteojos que quedaron enfocados hacia el techo. Un destello de sol a su espalda comenzaba a colarse por la ventana y el brillo en los cristales reflejaba en la pared. Se acercó a los ojos un papel con membrete del diario y me leyó mi sentencia, se me retiraba voluntariamente con el beneficio de una suma de dinero y un año de sueldo para asistir a un taller de readaptación, reinserción o algo así. No pude menos que reirme.
-¿De qué te reís?
     No sabía y no me importaba.
-Es una oportunidad, cobrás una buena plata y tenés un año por delante con el sueldo asegurado y después en unos años más te jubilas y chau...
-Y en otros años más me muero.
     Acometió entonces con su discurso paternalista y como mi silencio lo exasperó siguieron una retahíla de mis éxitos más recientes con sus ojos bailarines otra vez tras los anteojos.
     Años atrás le hubiera dado unos sopapos... pero el tiempo, el hábito del tiempo insensibiliza.
-¿Dónde hay que firmar? Pregunté sin énfasis con una media sonrisa.
     Se animó, exaltó mi criterio y me mandó para mi casa. Al otro día todo estaría listo.
     Cuando salí de la oficina, la secretaria de Ochoa me preguntó;-¿Aceptaste?
-¿Podía no hacerlo? Repregunté con la mirada puesta en sus tetas apenas contenidas por el vestido ajustado. Había pasado demasiado tiempo desde que, engañados por la juventud y el deseo, nos habíamos acostado en secreto. Entonces sus tetas eran muy firmes y siempre me acompañó la impresión de no haberlas disfrutado lo suficiente.
     Ahora era una señora con hijos y yo un viejo despedido.
-¡Son unos hdep! Exclamó mientras me acompañaba hasta la puerta.
     Yo no poseía un juicio tan determinante y en el fondo, ése fondo que exploramos poco por lo profundo y donde anidan las defecciones, debilidades y razones, sabía que poco me importaba.
-Si se extinguieron los dinosaurios ¡qué queda para mi! Dije con una sonrisa que ella devolvió con un parpadeo.
     El oficio había cambiado y yo no. Basta de deambular por la noche, de encontrarse con buchones y coimear forenses. Las crónicas noveladas que incentivaban la imaginación de los lectores habían dejado paso a los refritos de internet y la noticia neutra y con escasa riqueza de lenguaje.
     Era temprano para tener tiempo libre. El día de otoño alumbraba con un sol frágil. Entré en un bar, me senté al lado de una ventana y ordené un café. Afuera la gente deambulaba con certeza, a pie, en auto, en colectivo, miles de mundos se mezclaban y sin embargo, la soledad era el único bien común. Somos gregarios como los ñus y solitarios como ellos cuando nos ataca el león. Como para los ñus, el pensamiento es la esperanza de que no nos toque hoy, sentimos alivio cuando le toca a otro y por eso nos agrupamos en ciudades que apenas nos contienen...

Para leer el cuento completo, cliquear en el enlace de LOS ESCRITOS DE ANDRÉS ALDAO, en la columna de enlaces de la izquierda.

6 comentarios:

  1. Sí, una buena opción y en Los Escritos de Andrés Aldao ya han dejado comentarios. Excelente por cierto.

    Lily Chavez

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  2. Qué decir!! Lo que descubrí hace tiempo, cuando te conocí? que eres un escritor especial, que ya tenés un estilo adquirido? eso. Lo sabés amigo y como dicen mis compañeras de opinión, es la realidad, la vida misma, con la diferencia que quien escribe (vos) se anima a algunas cosas que los que vivimos en el mundo real no.

    Un abrazo.

    Lily Chavez

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  3. más que un cuento, más que una historia: la real tragedia de la vida, despidos, suicidios, arreglos, contados con la holgura literaria del autor, convincente y seguro de la trama. me gustó esta narrativa y también a Alberto Zazzetti. Saludito. susana zazzetti.

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  4. Excelente, excelente. Desde el principio hasta el fin. Tema dificil para escribir, dificil para recibir. Disfruté su lectura varias veces. Felicitaciones Arturo. Abrazo
    Mercedes Sáenz

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  5. Por segunda vez intentaré que quede registrado mi comentario. Cuento largo pero inteligentemente llevado. No decae nunca el interés del lector. El personaje ya trae su perfil definido de cuentos anteriores aunque con otros nombres. Siempre humano y enfrentado al sistema. El final,aunque sorprendente, es muy creible, dada la locura que nos afecta.
    Abrazo,
    Ernesto.

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  6. Lenguaje impecable, la vida cotidiana vista en su corteza, en los avatares y en las carcomidas y lugar común del aprovechamiento. Humor, un humor que no es gregario, ni simple ni común entre los mortales. "César" es un personaje algo blindado y risueño, capaz de beberse con parsimonia la cicuta de los que mandan y cercenan la personalidad de la criatura humana.
    Aunque extensa, es importante difundir a alguien no tiene la intención de "denunciar" sino, más bien. poner en la picota al siglo XXI (al siglo XX ya se encargó Discepolín...)
    andrés

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